martes, diciembre 30, 2008

God Will Save Us

Seven Pounds (2008, Gabriele Muccino)

Will Smith es perfecto para los tiempos que corren: protagonizó el panfleto neoliberal En busca de la felicidad, sufrida reescritura en clave obrera de la época Reagan, que podía interpretarse de dos maneras: las penurias de los ochenta o la superación personal a la que indujo Reagan. El plano final, Smith feliz rodeado de brokers, no deja lugar a dudas. Soy Leyenda terminaba con Smith sacrificándose, no sólo a él, sino también todo el material original, toda una parábola sobre el nacimiento de las nuevas civilizaciones: en su final alternativo, en dvd, Smith dejaba vivir en paz a los vampiros y de todos modos, los dos finales dejaban de transgresor al de la versión setentera. Smith, por si no se han dado cuenta, es el símbolo aéstetico de nuestros días: interpretará el biopic de Obama y, como él, no duda en someterse a los ritos religiosos de una sociedad democrática. Encaja para unos y para otros y en sus películas incluso sus redenciones tienen un marcado aire bondadoso.

Seven Pounds no deja lugar a dudas: Smith quiere salvarnos hasta trabajando para Hacienda. ¿Un paso más para estos simpáticos tiempos de negacionismo o sólo un melodrama para la precoz época del Yes We Can? Las dos a la vez, la bondad de Smith se sobrepone a todas las ideologías con buen rollete, sin embargo, bien estaría en saber que Gabriele Muccino no es Fellini. Ni tan siquiera Antonioni. El director de la edulcoradísima y casi posterasmus El último beso, no es casualidad que su remake lo comandara el pochísimo Zach Braff, sólo sirve como esteta cuando maneja a la Bellucci. El único momento memorable del film también se resuelve mal: un plano secuencia que sigue la espalda de Smith mientras su personaje sigue al de Rosario Dawson, lo estropean la fotografía (que abusa de los tonos grises y verdes dando sensación de uniformidad y acentuando lo cute del asunto) y su resolución, en la que Muccino frena súbitamente el plano para entrar en un diálogo que borra de un plumazo la atmósfera. La película, no obstante, está cosida para que Will gane el Oscar: en menos de quince minutos se ríe de un ciego violentamente, se lamenta por ello, hace amago de salvar a latinas y reflexiona en un coche. ¿Alguien da más? Si, hay esposas trágicamente fallecidas, viejecitas moribundas, ciegos que tocan el piano y latinoamericanas que necesitan un trasplante de corazón, además de estar dispuestas a hacer el amor y no a follar. El uso de la pornografía emocional está absolutamente justificado: tenemos que llorar.

Lo que elevaba a Capra es que rebuscaba en hombres corrientes y en su relación complicada con la sociedad, algo que servía a Capra para ironizar no sólo con su época, sino también con los destinos de sus personajes.Qué bello es vivir es un cuento de navidad esperanzador en último grado, pero aprendiendo de Dickens, siempre tras la miseria humana. El de Muccino no presenta ningún conflicto social, y su representación realista es harto convencional: tonos verdosos para facilitar el contraste, tanto en los momentos de interiores, mucho más apagados, como en los exteriores. Sus personajes son ridículos y apenas unidimensionales: todos tienen un propósito y son incapaces de expresarse más allá de ese matiz, de ser verosímiles. Por eso, Seven Pounds es además del nuevo spot cosido a medida del autor (actor y productor) Smith, una maravillosa comedia involuntaria sobre una de las historias mesiánicas más delirantes jamás contadas.

1 comentario:

Luna Miguel dijo...

Genial Alvy.
(Me he puesto la cancion de marley que suena en soy leyenda, nananan)

Disfrute esta noche.


Besote!