miércoles, junio 23, 2010

Hay otros mundos


Stephen King
, Hampones con chaquetas amarillas. Traducción de Carlos Milla Soler.

Corazones en la Atlántida es un libro de relatos, pero sería conveniente detallar que se trata de una nouvelle y cuatro relatos. La novelita, Hampones con chaquetas amarillas, fue adaptada con el título del libro en 2001 por William Goldman, en un conmovedor esfuerzo por resultar todo lo fiel posible al libro de su amigo, al que ya había adaptado en varias ocasiones. Es uno de los mejores trabajos de King. Un relato a caballo entre la hermosa historia americana de iniciación y su perversión. Una historia, en definitiva, de una esperanza encarnada en un hombre, Ted, que enseña que hay que leer los libros de ficción dispuestos a la espesura, que hay que releerlos sobre todo y que la gran literatura jamás termina en la lectura, jamás ofrece todas sus pistas la primera vez o con el final. Es un momento precioso. Pero lo mejor es lo estricto que es King con su teoría. Hay un pequeño interludio metaliterario que implica El señor de las moscas de William Golding y una novela de Clifford Simak, Ring around the Sun.

Después todo se va a la mierda para el protagonista, hay una escena final tremenda y tristísima, y la crónica de cómo Bobby se convierte en el más prosaico (e incomprensible) de los delincuentes juveniles está lograda, rompe el tono de descripción detallada del inicio del relato. Pero sería un chiste, uno trágico y perverso, y no debe una obra tan prometedora terminar así. Hay un reencuentro, una correspondencia perdida, memorable hacia el final de esta obra mayor de su autor. Una posibilidad de que existan otros mundos. Toda esa posibildad reside, en realidad, en el lector: solamente es comprensible en la obra de Stephen King. Es un giro valiente y un cierre un poco menos triste, pero alejadísimo del alivio. Propone un homenaje a los lectores, pero les obliga a asimilar los desatinos de sus protagonistas, en contra de las expectativas y les fuerza a un final abrupto y perfecto. En el episodio final de Lost, Damon Lindelof demostró entender perfectamente esta maquinaria y saber trasladar parte de ella al audiovisual. Scott Hicks, que dirigió la citada adaptación de Goldman, realizó una película convencional y apenas nostálgica.

sábado, junio 19, 2010

El imperio del sol de Ballard y Spielberg

Cuenta James Graham Ballard en su extraordinaria memoir, Memoria de vida, que Steven Spielberg fue increíblemente fiel a El imperio del sol, su novela de tintes autobiográficos publicada en 1985, no solamente respetando la escena que él consideraba fácil de censurar e imprescindible para entender la esencia de su obra (la del joven Jim resucitando a un soldado y confundiéndolo con él mismo), sino con detalles como la lectura respetuosa y atenta que el cineasta había hecho de la novela, adaptada a la gran pantalla por el dramaturgo Tom Stoppard.


Cuenta Ballard también que los lectores atentos de su novela pronto vieron como "las imágenes características que había presentado a lo largo de los treinta años anteriores – las piscinas vacías, los hoteles y clubes nocturnos abandonados, las pistas de aterrizaje desiertas y los ríos desbordados – se remontaban al Shangai de la guerra".

La simbiosis entre Ballard y Spielberg es increíblemente estimulante. El autor de E.T., que hábilemente delegó a David Lean en funciones como director (un director que, en opinión de Ballard, rechazó la adaptación porque era partidario de"los actores infantiles que hablaran ceceando y fueran ligeramente afeminados"), se especializó en espectáculos que iban parejos al descubrimiento interior del protagonista o a una revelación que le conducían a un destino (el Roy Neary de Encuentros en la tercera fase; incluso Indiana Jones en su primera entrega descubría los poderes divinos del Arca Perdida). Con el material de Ballard, el estilo de Spielberg, siempre a caballo entre el citado Lean, la ingenuidad de Capra y DeMille, brilla porque acentúa la bizarra paradoja que supone que el protagonista rinda culto a los soldados japoneses que le tienen cautivo. Observen este memorable encuentro del joven Jim, obsesionado con los aviones, con dos pilotos japoneses a los que saluda. El saludo le salvará la vida de otro soldado, indignado por el atrevimiento del niño.

Otro de mis momentos favoritos favoritos es cuando Spielberg juega a la narración subjetiva. Lo que para Jim es un milagro, es el alma de una compañera siendo integrada en el cielo, no es más que la detonación de la primera bomba atómica. El estilo de Spielberg, yendo de lo íntimo a lo grandioso, se revela imprescindible. Es maduro porque no rueda con la misma sensibilidad que, por ejemplo, E.T. sino que descubre las posibilidades de sus herramientas expresivas. Su Imperio del Sol es imaginativa porque donde otro cineasta hubiera visto una irónica y explícita comedia negra, Spielberg ve el hermoso e incomprensible espectáculo de la guerra y la destrucción. Y no hay nada más ballardiano.

Hoy he aprendido una palabra nueva: Bomba Atómica.

El genio leve de Leo McCarey

Leo McCarey dirigió An affair to remember (1957), remake de su Love Affair (1939) casi escena por escena. Cambiaban muy pocas cosas: los cincuenta proporcionaban remakes en lujoso Cinemascope, con gran presencia de la música pop (en este caso de Jimmy Durante) y los protagonistas eran levemente distintos, adaptados absolutamente al gusto del Hollywood de entonces.: Cary Grant es un playboy antes que un romántico pintor y esto crea una sensación de exotismo menor a la de Charles Boyer, cuyo pintor era bohemio y cercano. La pareja de Boyer, Irene Dunne era una actriz más dramática que Deborah Kerr, que añade unos extraordinarios rasgos cómicos con una rara y frágil forma de sarcasmo como modo de comunicarse con el personaje de Grant. No importa: el guión funciona como un tiro en las dos versiones por su precisión narrativa, toda contenida en el catártico clímax final. De hecho, McCarey usó el mismo guión que coescribió junto a Delmer Daves en 1939 y volvió a acreditarle como coguionista. La diferencia está en los actores y en las composiciones más abiertas del cinemascope. Pueden ver y descargar Love Affair (1939) en archive.org porque, como algunas películas de la RKO, es un film de dominio público.

Pero McCarey se reserva un as en la manga. Aquí, minuto 7:55, pueden ver el beso de la versión del 39. McCarey enfoca a las manos y después mueve la cámara hacia arriba, permitiéndonos ver eso que estábamos intuyendo: el beso intenso y deseado. Pero en la versión del 57 hace lo contrario: el momento más intenso del romance de los protagonistas en el crucero….está mostrado y contado solamente con las manos.

La barandilla funciona como testigo principal. Las manos solamente regresarán cuando el beso haya terminado. El barco y su forma intrincada adquieren todo el protagonismo. Es un recurso extraordinario.

jueves, junio 17, 2010

Pixar en su laberinto



Bien, pues hablando de animación es inevitable pensar en Toy Story 3 como inevitable punto de inflexión para Pixar. Primero, porque es su segunda secuela y será la primera de muchas: Cars 2 y Monstruos S.A. 2 están ya anunciadas y con fechas de salida. Un proyecto como Newt, el debut en el largometraje de Gary Rydstrom (Lifted), parece haberse cancelado, aunque el comunicado no ha sido exactamente oficial. Toy Story fue la piedra angular de Pixar y una soberbia película de animación que sentó las bases que han sofisticado películas como Wall-E o Up. Este concept art nos muestra el habitual (y brillante) trabajo de los artistas de Pixar y alimenta nuestras esperanzas respecto a la película. El rumbo del estudio animado es irreprochable y su nueva película promete un cierre para Woody, Buzz Lightyear, protagonistas de dos de las mejores películas del Canon del estudio.

miércoles, junio 16, 2010

Tati, Chomet


El trabajo animado de Sylvain Chomet puede considerarse un auténtico milagro: en tiempos de la exuberancia digital made in Pixar y el hiperrealismo de la Motion Capture, la animación artesanal y deliciosa del francés parece un oasis inverosímil. Su obra, además, contiene un humanismo capaz de ser demoledor y optimista al mismo tiempo, paradoja que quizá explique la admiración rendida que le profesan otros maestros como Hayao Miyazaki. Les Tripletes de Belleville (2003) es una película que debe verse al menos tres veces para comprenderse y en su nueva película, L'illusioniste (2010), el moestro Chomet ha partido de un guión inédito del maestro Jacques Tati, autor de dos o tres obras maestras, Viendo este tráiler ruso parece claro que la gema animada de este año tiene nombre y apellidos: ¡qué pena que la animación europea despierte tanta pereza en sus espectadores!

jueves, junio 10, 2010

Ser Policial (II)


Javier Calvo, Corona de Flores. Random House Mondadori, Barcelona, 2009.

Para qué engañarnos: Corona de Flores se antoja imprescindible en estos días. Y puestos a ser sinceros: nunca me ha interesado la obra de Javier Calvo (Barcelona, 1973) hasta hace relativamente poco. Sobre Risas Enlatadas como parte de la narrativa de la imagen se ha escrito mucho, recuerdo textos de Mora, entre otros, al respecto. No logré terminar El dios reflectante y bien está que el lector lo sepa. Calvo empezó a interesarme con Los Ríos Perdidos de Londres y a sorprenderme con Mundo Maravilloso. Considero su texto más perfecto e imprescindible para entender sus ideas (y con sus ideas hablo de tres o cuatro meditaciones sobre el presente y la relación con la ciudad) Ríos Perdidos.

Superficialmente la novela es, por supuesto, gótica. Y dickensiana. Se ha escrito sobre eso. En su fondo late un lector muy profundo de la obra de Joan Perucho. Tan profundo que seguramente se me escapen cosas, pero basta con empezar a leer al escritor catalán, con tomar como proféticos puntos de partida dos de sus mejores textos (que definen una poética subterránea) para entenderlo: sus textos dedicados a la Arquitectura Gótica Barcelonesa y a Lovecraft incluidos en Espectacles & Secrets como primer paso hacia una serie de cuentos de los que Calvo aprende tino narrativo e ideas sobre el mundo.

Calvo está perfectamente cómodo con la novela policial. La suya está marcada por el escenario, por la ciudad y una divertida reconstrucción histórica en la que hay sitio para políticos y demás fauna subterránea. Su esquema no podía ser, por supuesto, más contemporáneo: un inspector frustrado y entrañable, Semproni de Paula, que protagoniza un culebrón humillante al llegar a casa y trata de resolver un marrón enervante en su trabajo como detective; un mad doctor, Menelaus Roca, con imaginería levemente steampunk (¡la pseudorquídea!) y una relación ambigua con una mudita esclava llamada Libertada y, mi personaje favorito, el autor de un folletín que arrasa en Barcelona, Aniol Almarrosa, al que Calvo le da la escena más divertida de la novela, o al menos la que mejor es capaz de definir sugerir muchas cosas a la vez: el autor del folletín que tan intrigado tiene al público y preocupado a las autoridades, jugando a cartas con gente peligrosa, sospechosísima de poder ser revolucionarios. Absolutamente todo tiene un uso contemporáneo: Calvo para comprender, como el Alan Moore del hiper-retorcido y distinto en tono From Hell, los mecanismos de transición y nacimiento de la era moderna con el final del siglo pasado.

El estilo de la novela es festivo en todo momento y cercano a lo que podríamos llamar grand-style, valleinclanesco y dickensiano, y prueba de ello son, por poner un ejemplo, los tres primeros capítulos. Pocas cosas que objetar. Si acaso que mi parte favorita está en las 190 primeras páginas, intachables, en la que todo parece construido de una forma redonda: el contrapunto metalingüistico en Almarrosa a los crímenes del asesino, el elemento sobrenatural que proviene de un pasado del que huye el mad Doctor, el pasado común entre Roca y Semproni, etcétera. Una vez resuelto el misterio y dando pasos hacia el final, el relato me parece más endeble en términos de construcción narrativa (y lo digo entendiendo como muy saludable la decisión del autor de no reducir demasiado a Almarrosa al rol esperable).

Estos pormenores son, por supuesto, discutibles. La novela es menos interesante para este bloguero, pero mantiene su estilo e incluye niños voraces (dejémoslo ahí) y una sana propensión a llevar más allá las humillaciones físicas y espirituales a Roca y Semproni de Paula. Y qué clase de reproche admite esta clase de virtudes. Aunque no me parece ni lejanamente una novela del diecinueve (no la concibo sin su mirada contemporánea e irónica sobre el pasado y la autoconciencia respecto a figuras arquetípicas), Corona de Flores descubre a un autor ante su primera tentativa de clásico y con una obra imprevisible. Lo que, admítamoslo, es una noticia excelente.

miércoles, junio 09, 2010

La genealogía del Capitán América

Ultimate Vengadores#1. Guión de Mark Millar, dibujos de Carlos Pachecho. Traducción De Santiago García. Panini Cómics, 2009.

-Spoilers -

Una gran noticia: acaba de empezar a publicarse en España el excelente Ultimate Avengers. Su autor es uno de mis favoritos, Mark Millar, seguramente el nombre que más dudas me provoque por su brillantez a ratos negligente, muchas veces fruto del ingenio, otras una genialidad indiscutible. Así ha venido transcurriendo su obra, con sus ecos perfectos (Superman: Red Son) y sus reformulaciones absolutamente imprescindibles del superhéroe contemporáneo (Civil War; The Ultimates 1&2). Ahora regresa a The Ultimates, después de que Jeph Loeb fuera el peor heredero posible de su etapa con Bryan Hitch y junto a Joe Madureira firmara una de los tebeos de superhéroes más decepcionantes y aburridos que he leído. Todo lo que Millar y Hitch habían transformado en intrigante revisión del esquema superheroico terminaba siendo rutinaria aventura, desecada de toda la ambigüedad con la que el escocés ha dado algunos de sus mejores aciertos. Tras el reinicio de Ultimátum, la propuesta de esta miniserie es ofrecer arcos con distintos dibujantes: el primero es del discutido Carlos Pacheco, que parece adaptarse bien a las necesidades de Millar, aunque a veces funcione como una perversión del estilo de Steve McNiven.

Parece evidente que el Capitán América es el personaje favorito de Millar y esto se comprende viendo en qué rol lo colocó en la Civil War y qué otro papel tuvo en The Ultimates, como eco anacrónico de un tiempo de superhéroes y finalmente como crepuscular héroe que comprendía su labor simbólica al final del día. Este primer número no podía empezar mejor. : Cráneo Rojo, tradicional némesis del Capitán América, contrataaca, en un universo recién reiniciado tras los sucesos de Ultimátum. Le espeta al oído que se trata de su hijo.

Y en un flashback memorable descubrimos que Cráneo Rojo es el hijo perdido de Steve Rogers y Gail Richards, educado por el gobierno por su parecido por su padre, finalmente rebelado por ese mismo motivo y cuyo rostro proviene de una escabrosa reacción a su herencia. Cráneo Rojo fue primero un agente nazi y luego Albert Malik, un enviado comunista. En cada época se adaptaba a la dialéctica del Capitán América: la aventura propagandística, nacida en los tiempos simples de la segunda guerra mundial. Millar, de nuevo, hace una lectura atenta a lo que significan los símbolos que rodean a cada uno de sus personajes y es ahí donde se hace difícil discutirlo, convirtiendo al villano en resentimiento contra el Capitán América, en cuestionamiento ante la posibilidad de que incluso su era de gloria estuviera exenta de errores. El Capitán América parecía vivir un proceso (lineal) de desencanto en sus Ultimates: ahora es el lector el que parece destinado a este aprendizaje.

Es cierto que este tebeo contiene la habitual envoltura de ampuloso blockbuster que caracteriza al autor, muchas veces excusa para esperar el siguiente cliffhanger, pero su canónica estructura cosida a base de flashbacks y su sugerente idea hacen el resto y confirman lo esperado: Millar está de vuelta y trae ideas inflamadas para sobrecargar a los mitos de la casa Marvel de ambigüedad.

martes, junio 08, 2010

Nombre en clave: Baraka


Este tráiler viral (seguramente de un juego venidero o eso parece) de un Mortal Kombat en clave hiperrealista (Cortesías) es uno de los ejercicios más notables de reinterpretaciónd e mitologías pop en clave deliberadamente Ultimate.: la conversión de la bestia Baraka en un psychokiller me parece una de las conexiones más inspiradas que he visto lately. Shang Tsung convertido en jefe mafioso y Scorpion y SubZero expresidiarios sacados del neo noir más necio. Esta reinvención, a priori, no es tanto una serie de coartadas para examinar una mitología hecha de materiales de derribo como una vuelta de tuerca todavía más festiva a unos personajes.

Actualización: Es el vídeo piloto para financiar película...cuenta Kotaku.

sábado, junio 05, 2010

El viejo tema del doble

El Libro de Arena de Jorge Luis Borges contiene uno de los relatos más inesperadamente tiernos y hermosos del autor argentino: El Otro, que imagina a un narrador (El propio Borges) encontrándose con su yo joven en un banco frente al río Charles, en Cambridge. El Otro Borges parece estar en otro lugar: en Ginebra. El autor argentino concedía a un lugar cotidiano un raro punto de encuentro, aunque no desdeñaba la lectura onírica ("El encuentro fue real, pero el otro conversó conmigo en un sueño y fue así que pudo olvidarme; yo conversé con él en la vigilia y todavía me atormenta el recuerdo).

Mirror Image, vigésimo primer capítulo de la primera temporada de The Twilight Zone, propone una lectura del tema del doble a medio camino entre la que propondría Borges casi diecisiete años más tarde y la fundacional El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Serling precede a Borges en el espacio corriente: su punto de encuentro entre dos mundos es una estación de autobuses y el banco en el que se produce la espera. También especula con la posibilidad de lo irreal, en este caso con la locura de la protagonista, Millicent Barnes (Vera Miles) que descubre aterrorizada que ya ha estado preguntando por la hora de llegada del autobús al que espera en una noche de tromenta y que ya ha conocido a la señora de la limpieza del lavabo al que acude todavía más desorientada. Oscar Wilde imaginó una metáfora perdurable: el dobble de su cuadro representaba todo a lo que Dorian Gray había renunciado para lograr su triunfo definitivo y supremo, un triunfo estético.

Rod Serling imagina algo más perverso, en sintonía con el gato de Schrödinger (y con descendientes tan simpáticas y claras como La habitación del niño de Álex de la Iglesia): un punto de encuentro en el que los dobles malignos tengan capacidad y voluntad de reemplazar a los reales. Un lugar que sirva de puerta de acceso para el Doppelgänger. Lo más admirable de Serling, uno de los narradores más brillantes del siglo XX y el fundador del serial de televisión moderno, es hasta qué punto sus narraciones presentan matices sorprendentes. En Mirror Image, todos (el vendedor de la estación, la señora de la limpieza, incluso la policía) parece ser ya un doble: no se nos aclara esa posibilidad. Las dudas las produce su protagonista y sus sentimientos, pero Serling especula con la posibilidad de que el mundo ya haya sido convertido, incluso más allá de la invasión extraterrestre en clave infiltración (otro tema habitual de la serie). El mundo de Mirror Image es espeso: ninguna verdad basta para identificarnos como individuos (o como el mismo tipo de individuo que el resto) y todas son susceptibles de provocar la destrucción de nuestro yo.