martes, mayo 11, 2010

El superhéroe como marca


Iron Man 2 (2010, Jon Favreau)

Muchos inconvenientes puede tener este blockbuster: el principal de ellos es el (nulo) garbo de Favreau para comandar secuencias de acción que carecen de una aproximación estética clara o virtuosa y esto fastidia más sabiendo que el nombre de Genndy Tartakovsky está acreditado como diseñador y autor de los storyboards. Hay una set piece que cumple como introducción prometedora, pero su escena final no es más que una versión alargada del duelo en la primera entrega, con el mismo concepto de Iron Man vs. Robot Gigante, pero multiplicado, contando el protagonista con su ayudante Máquina de Guerra y el villano con todo un ejército de armaduras. En ese sentido, el pesado clímax final no es tanto un momento catártico, sino un largo peaje a una interesantísima comedia sobre los hábitos corporativos, con unos intercambios absolutamente herederos del screwball entre Tony Stark (Robert Downey Jr.), el Iron Man del título, y su secretaria, Virginia Pepper Potts (Gwyneth Paltrow).

No obstante, ese elemento, una leve comedia ambientada en el mundo de las grandes multinacionales, me parece muchísimo más valioso que las recientes aproximaciones de Nolan y la Warner Bros al mito de Batman, otro millonario que se construye como héroe pero en clave de alma herida. La película es una crónica corporativa y sus símiles son obvios. El muy brillante Alejandro Pérez los ha glosado de un modo didáctico y completo.

"He privatizado la paz mundial" dice Tony Stark en la escena más brillante y graciosa de la película. Iron Man 2 cuenta, en efecto, un clásico enfrentamiento liberal, modelo escuela de Chicago: entre el enterpreneur brillantísimo y el gobierno intrusista, encarnado por Garry Shandling en un Senador que no comprende la libertad de los superhéroes. Sin embargo, paralelamente las líneas de la sátira son mucho más complejas si uno es un espectador atento: "Tu padre era un león" le dice Justin Hammer, sosias del modelo Bill Gates (con un "software de mierda") del empresario segundón, y esto lo descubrimos de la mano de Nick Furia, el líder de SHIELD que revela a nuestro protagonista que está en una lista de candidatos a un proyecto llamado La inciativa Vengadores y que SHIELD, la rama secreta gubernamental que organiza el supergrupo, fue fundada por su padre en un acto de "servicio público".

Iron Man: Extremis de Warren Ellis y Adi Gradnov es el máximo referente del film en cuestiones argumentales, como ha señalado ya John Tones. Ellis, siempre interesado por los usos de la neurociencia en sus tebeos superheroicos, marcaba una relación entre Stark y su armadura, vagamente emulada en el film que nos ocupa, en la que la mala conciencia iba acentuada a la naturaleza de máquina de guerra del protagonista y su fusión con el protagonista daría como resultado el perfecto soldado post-humano.

Iron Man (2008, Jon Favreau) era divertida, pero su retelling empresarial era tímido: aunque el villano era el clásico "malvado" hamletiano releído en divertida clave corporativa, lo que importaba era la formación del héroe como tal y su pequeña adquisición de la problemática social no era verosímil, pese a pretender configurarse como el relato de un empresario que desarrolla conciencia y por eso se convierte en superhéroe, tesis que se desmentía al final de la película con nuestro héroe confesando su identidad por vanidad.

El impacto del superhéroe en los Batman de Nolan era meramente social, de un idealismo simplón: el superhéroe era un símbolo de esperanza en la regeneración social y, cuando en la segunda entrega la figura "legal" de Harvey Dent podía enmendarle, Batman asumirá su transformación en Dos Caras para mantenerle como ideal terrenal. Nolan solamente llegó a cuestionarse el papel de su héroe en términos políticos: justificando sus excesos ante un enemigo nihilista en una descripción ambigua y tramposa.

Martin Schenider, crítico de McSweeney's y Metaphilm, asume que Batman es el Judas de las Tres Versiones de Judas de Jorge Luis Borges. Sin embargo, esta idea no se sostiene dado que la preferencia de Batman es por el prestigio social de un fiscal ante la figura de un superhéroe: si Nolan se hubiera atrevido a llegar hasta el fondo, hubiéramos descubierto que lo que realmente quiere Batman no es un "héroe luminoso y sin máscara" sino que la gente no se de cuenta que "un pirado superheroico" es su máxima esperanza. En la línea con la torpe ambigüedad de la película, Nolan jamás deja clara la condición de psicopáta del protagonista y se limita a dejarle tomando decisiones arriesgadas.

Jon Favreau, en cambio, ha ido un paso más allá en Iron Man 2 al enunciar al superhéroe como icono empresarial, como una figura de gran impacto en el Capital ("buen trabajo" le dice a un niño que viste su merchandising y que está a punto de ser eliminado por un robot que le confunde con el verdadero Iron Man) y, por lo tanto, debe cuidar su Marca. Es cierto que esto puede interpretarse como un gesto frívolo, pero ¿acaso no ha sido Favreau el primero en hacerse esta pregunta y en presentar esta visión en el cine superheroico? Por eso, los villanos de Iron Man no pueden ser monstruos del miedo como el R'as Al Ghoul de Begins o el Joker de The Dark Knight (que provocan la clásica fascinación adolescente y que evitan la pregunta del rol siniestro que ejerce el héroe - Batman), sino dos formas muy distintas de oposición en la era corporativa en el capitalismo hiperdesarrollado: Ivan Vanko es el hijo resentido de la URSS, espia delatado y deportado. Su objetivo no es nostálgico, en eso difiere del clásico villano ruso del cine de acción norteamericano de los noventa, sino destructivo: quiere matar a Stark por lo que simboliza.

Sin embargo, su mecenas, el empresario Justin Hammer, eterno segundón al lado de Stark, le sugiere "debes acabar con su legado". Hammer cree en las reglas de juego del capitalismo: lo mejor es devaluar al héroe, no matarlo, no aniquilarlo. Cualquier reacción de resistencia, de anarquía al sistema, es inútil: la derrota más dolorosa es la económica. Es en esta ironía donde la película brilla más y donde deja a sus actores explayarse como grandes aciertos de cast: el Vanko de Rourke habla en términos simbólicos y religiosos (Sangrarán los Dioses) y Hammer habla en términos de negocio: "Lo importante es el legado" se nos dice, refiriéndose a la Marca y su prestigio y sus significados.

La película deja abierta su estimulante línea argumental: Los Vengadores, un secreto supergrupo financiado por Shield otra rama secreta del gobierno, serán el próximo destino de Stark. Para Mark Millar, Los Vengadores fueron un motivo de sátira política al convertirlos en objetos instrumentalizados de intereses del Imperio Norteamericano comandado por Bush. Lo que haga con ellos Joss Whedon (creador de Buffy y Firefly), afectará, indudablemente, a esta sugerente visión del superhéroe como modelo empresarial, servida como ligera y divertidísima, a ratos excesiva, comedia por Favreau.

16 comentarios:

Kelzor dijo...

Que bien lo interpreta y que bien lo explica.

C.G.F. dijo...

"En la línea con la torpe ambigüedad de la película, Nolan jamás deja clara la condición de psicópata del protagonista y se limita a dejarle tomando decisiones arriesgadas."

http://es.wikipedia.org/wiki/Psicopat%C3%ADa

http://es.wikipedia.org/wiki/Psicosis

http://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_antisocial_de_la_personalidad

sergisonic dijo...

Estoy bastante de acuerdo contigo en que Nolan no explota tanto, o simplemente no sabe mostrarlo mejor, la paranoia y locura del Hombre Murciélago, tal y como si consiguieron Miller y el bélico Batman de El regreso del caballero oscuro, y sobre todo el Batman de Moore en la Broma Asesina.

No obstante las intenciones de Nolan tampoco debían ir tan alejadas. La gracia del cómic de Moore es el punto de vista desde el que se nos muestra la locura. El narrador es un Joker que narra no sólo su locura, sino la del resto del mundo, incluyendo a Batman. En The Dark Knight, Nolan también retoma el relato desde el punto de vista de Joker (la primera escena es una declaración de intenciones) pero no consigue el mismo juego de analogías y simbiosis psicóticas en el que Moore nos zambuye. Tienes razón, en la película de Nolan sólo aparece la locura innata de Joker, pero creo que porque el personaje se les fue de las manos. Es demasiado colosal, al lado del resto. La moralina arrepentida de Batman podría verse justificada con acciones, ciertamente algo aisladas, como la del lanzamiento del gángster desde el balcón, durante un interrogatorio, rompiéndole las piernas. Aunque quizás la intención no siempre cuente...

Es difícil aguantar la tensión de la ambigüedad a lo largo del desarrollo de un relato. Alan Moore lo consigue. En Fringe se consigue. En Lost hace tiempo que no hay ambigüedades (y las encuentro a faltar).

pd.- Interesantísimo tu análisis de Iron Man desde el punto de vista de una gran multinacional, como icono empresarial. Algo que, más o menos recientemente, hicieron Waid y Wieringo con los 4F (de hecho temática presente desde la propia historia de la primera familia y "su" Edificio Baxter).

pd2.- Impaciente en comprobar si tendremos un Thor hippie y borracho, y si alguien se atreverá a hacer con los 4F la película de ciencia ficción que sí se merecen, y no una mera sitcom de episodios sin gracia de 25 minutos.

Un saludo

El Miope Muñoz dijo...

Gracias por los comentarios.

Es cierto que he pecado de poco concreto, Matzerath, pero creo que se me entiende: Batman "infringe" sus presuntos códigos morales para capturar al Joker, en ningún momento sufre delirios, ni su psicopatía es tal. Ojalá tuviera su cineasta tantos matices como esos en mente.

Unknown dijo...

Vaya. Tengo que admitirlo. Acaba usted de dejarme hecho polvo. Usted y el señor Alejandro Pérez. Pensaba yo que analizaba las cosas (los libros, las películas) pero de veras que tengo mucho que aprender. Y no, no es ironía. Aún estoy asimilando sus comparaciones. En fin, gracias por darme algo sobre lo que dar vueltas.

Como el otro día le dejé dicho al señor Andrés Ibañez en su blog, la posmodernidad no nos sienta igual de bien a todos. Algunos son capaces de usarla para ver más allá...

Unknown dijo...

Al menos, me alegro de que una crítica de cine (aparte de las interpretaciones a otro nivel) hable de set pieces. Es probable que le incluya, Sr. Singer, en algún enlace a mi web. Y le seguiré. Demonios, vaya si le seguiré...

Lullu dijo...

Increíble análisis. ¿ Has escrito sobre Batman? Y aunque no tenga nada que ver, sobre las películas de James Gray? Si es así, me gustaría leerlo en ambos casos

El Miope Muñoz dijo...

Vaya, muchas gracias por los comentarios.

He escrito sobre BATMAN: La serie animada en Elitevisión (tengo que terminarlo, cierto), sobre el caballero oscuro en esta bitácora y seguramente sobre algún tebeo que ahora olvide.

Unknown dijo...

Y, ahora que pienso, ¿por qué ves tan necesario que se hable de la psicopatía de Batman? ¿No será, por otro lado, más bien una esquizofrenia?

Hombre, si nos obligan a "seguir" a un protagonista con problemas tan graves, la cosa es, sin duda, interesante. Ahora bien, me parece una opción. Que Watchmen (el film) va un poco por ahí. Pero no creo que Nolan haya buscado esto. Y tampoco sé si eso le desautoriza.

El Miope Muñoz dijo...

La película de Snyder no consigue la profundidad psicológica del tebeo a mi juicio. Respeto a sus admiradores, pero a mi me parece un aburrido collage con momentos muy disfrutables debido a su carácter (deliberadamente) kitsch.

Mercutcho dijo...

Yo, si para referirte a una pelicula la llamas blockbuster ya paro de leer. Imagino que acabas poniendo mil adjetivos que no vienen al caso para quedar "guay". Curratelo un poco más.

Unknown dijo...

Puede ser. Acabo de verla de nuevo, pero tendría que comparar con el cómic.

En todo caso, ambas, creo, que plantean una perspectiva curiosa: sobre cómo los héroes miran y juzgan a quienes los tienen por tales. Ese mundo que quieren salvar, al cabo, es abstracto, y ellos saben "qué les conviene". No hay alrededor una Lois Lane, un Alfred, alguien "humano", que pertenezca a los "normales".

El Miope Muñoz dijo...

Vuelvo a discrepar, querido Fernando, aunque agradezco sus comentarios. En Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons no hay ningún superhéroe. Con superpoderes, una característica vital de la que Batman y Iron Man son dos relevantes excepciones que confirman la regla, solamente existe el Dr. Manhattan. El resto son tarados (el que necesita ponerse el traje para reactivar su mojo y su emoción vital pasando por Rorschach) a cada cual peor. Moore usaba la sátira más dolorosa: la trágica, humillante y patética.

Unknown dijo...

Hmmm... Quizá no me expliqué bien. No hablaba yo de "héroe" en el sentido de que tuvieran super poderes (aunque es cierto que la peli volvía esto más ambiguo). Quería decir que la narración se "quedaba" en la perspectiva de ellos, los "Vigilantes", de forma que no conociéramos o compartiéramos la visión de los "normales".

En todo caso, quizá por ahí sí que se halle la falla que separa el film del cómic: Snyder puede que no se plantee si está o no ensalzando a seres tan problemáticos. O bien, los públicos son diferentes, y habrán habido muchos que hayan hasta aplaudido cuando el motín en la cárcel y las reacciones violentas de los "héroes".

El Miope Muñoz dijo...

Es que la película no ha entendido nada del cómic. Watchmen no es un tebeo de superhéroes. Es una parodia. Del mismo modo que Don Quijote no es una novela de caballerías.

Para que existan los contrapuntos humanos de los que usted habla, Watchmen TENDRÍA que ser un tebeo de superhéroes. Esto es con buenos y malos luchando con trajes extravagantes y demás.

Resultados Elecciones Colombia dijo...

Personalmente me gusto mucho esta película y creo que la actuación que hace Robert Downey Jr. es fabulosa.

Un saludo.