sábado, marzo 29, 2008

Crítica divulgativa

Tones hablaba el otro día de crítica divulgativa y dio un ejemplo. Este mes la Cahiers ha llevado en sus páginas la conversación sobre Cloverfield, dándole protagonismo al ser objeto de dos reseñas enfrentadas: en su crítica negativa puede haber aspectos en los que no estemos de acuerdo, eminentemente subjetivos. Pero se habla de Apocalipsis íntimo y de la tradición hiperrealista en mayor o menor medida. Porque, en el fondo, lo que pide a gritos una película como la de Matt Reeves no es la unanimidad sino el debate encendido y abierto, rabioso inclusive. Pero el debate bajo unos códigos claros, abiertos, y sobretodo divulgativos (Otra reseña interesante también está en Imágenes y Palabras)

viernes, marzo 28, 2008

Una recomendación

Los cada vez más funestos blogs de cine dan una sorpresa: Fagiafilia. Es muy probable que necesiten tan poco tiempo como yo actualizaciones para ser señalados como referentes, así que de momento me conformo con decir que es el blog de cine mejor amueblado que me he encontrado desde tiempos inmemoriales.

jueves, marzo 27, 2008

Tres Asaltos a Las Conversaciones

Seleccione Luchador

Noel Ceballos.

Aunque escriba con discreción (firme) y sea mucho más heterodoxo, es el bloguero (sub)cultural más influyente de su generación. Y de las navidades pasadas, y puede que de las venideras un poco más. Verle firmar con su nombre en Kultura Urbana es ver al crítico de joven (indiscriminadamente joven, su último cumpleaños le concede los 21 con pasmosa credibilidad) ser muchísimo más maduro que la mayoría de críticos. Pero hay algo más: ser él mismo. No hay critica de Noel Ceballos que sea irreconocible, y esto distingue, parafraseando a Allen, a los horribles de los miserables. Él forma parte de otro grupo.

Round 1

Un grupo que puede que formado por él mismo, reniega de su título de emperador y no duda en entender la tan fanzinerosa profesión blogueril como una cartografía eterna: pueden ser listas, puede que sea más listo cuando finja hablar de un tema (miente: habla de demasiadas cosas y de todas lo hace bien, que no bien de todas) y seguramente sea de una importancia decisiva para este lector de blogs. Porque, igual que en su día Cortázar con su Rayuela para miles de jóvenes aprendices de escritores, el joven nos enseña que hay otras formas de hacer un post y que el humor nunca está reñido con la observación más temprana de lo que él llama el zeitgesit.

Round 2

Expresión inevitablemente romántica, el Zeitgesit nos lleva a The Filthy Life blog de ficción (en realidad autobiografía secretísima de su estancia en Roma) en el que se tomó ese lujo, tan inhabitual y tan descarado, de reescribir a los clásicos más importantes: desde Chandler hasta Whedon, sin olvidarse del vampiro romántico de sus amores, que podía vestirse de Fellini y pasearse en blanco y negro por aquellas plazas. Porque, si algo distingue a Noel Ceballos de Sofia Coppola es que la segunda prefiere rodar lo que se siente al ver La Dolce Vita, y el primero prefiere añadirle vampiros. La actitud, nos enseñó a todos algún día NoelBurgundy es cosa de largas (im)posturas, de tortículis disimuladísimas. Todas sin diagnosticar.

Y el ganador es…

NoelBurgundy es, además de su nickname favorito, el nombre de guerra que figura en La Revista Xtreme. Porque, si no había quedado claro ya, la revista incorpora las reseñas de este tótem multimedia capaz de seguir haciendo lo mismo indistintamente , pero permítanme una observación, pese a su maravillosa correlación si Tones el creador de lo Tonesino, Noel es el Darkman del más astuto periodismo cultural. Alguién que no está aquí pero…

La gente muerta

Está en todas las otras partes. No sólo ha convertido su twitter en un paradigma de la vida cotidiana convertida en objeto de anécdota descacharrante indiscutiblemente cool sino que con su último blog, Conversaciones con Gente Muerta lo ha vuelto a hacer (como en Helados y Oscars, jolgoriosa celebración de la retransmisión como modo de observación empírica del aburrimiento y el consumo exacerbado de cafeína): sentencias gozosas sobre el estructuralismo, jóvenes de mirada interminable mirando a cámara y humor serio. Y regresa El Hombre: cada día más maduro, hablando como todos miramos de la Muerte y del (Pos)Apocalipsis (, cultura del), ausente dentro de su contenido, con sus indiscutibles tm's (esas recetas de pasta que reconocemos con sorpresa los fans y esas citas esquivas pero omnipresentes a los Beatles) y nosotros sólo tenemos que leer atentos y desear que dure más que esa perra vida que nos iluminó hace ya dos veranos. Y a esperar, sentaditos en ese salón virtual, que estas conversaciones no se nos interrumpan y podamos seguir hasta la eternidad divagando sobre la finitud. Y Amén.

Los Ultimates: El Tebeo (y IV)


The Ultimates

The Kingdom

Call Of Duty 4: Modern Warfare

War Heroes (el último tebeo de Mark Millar, cortesías, o la summa de la intertextualidad)

miércoles, marzo 26, 2008

Laboratorio Infernal: 11 años de celebración tonesina

Mami, me he tragado un libro de John Tones

Se cumple más de una década de uno de los debuts secretos más apreciados aquí y allá por toda la blogosfera: la publicación del, razonablemente, mejor libro de la Editorial Midons, Laboratorio Infernal, un libro que con el paso de las lecturas resultaría ser no sólo esa guía video gráfica impertinente y susceptible al uso de ingeniosos pareados y reflexiones al viento que eran pura epifanía, sino además la primera puerta de entrada a Lo Tonesino, material del que se cuece toda una obra llena de una coherencia desoladora y además cada vez más fecunda. Y es el primer documento, sí escrito, que tenemos live, de los Focomelos. Si existen más o menos motivos para no tenerlo (todavía) y para no seguir reteniéndolo…

Midons Calling

Editorial de Culto, hoy en realidad objeto de rastreo imprescindible en cualquier tienda de cómics de gustos lo suficientemente torcidos y generosa hemeroteca, la Editorial Midons estaba, juiciosamente, tomando en nómina a una generación Fanzine de cuyo trabajo Tones es uno de los mejores ejemplos, pero también el único que lo ha trascendido (porque, de hecho, el secreto de John Tones es que un día se trascendió para alumbrarse a sí mismo y el resultado es el Museo Pajero, antifreudiana educación sentimental en progreso), la Editorial Midons tiene joyas obligatorias: pensar en el primigenio libro de Paco Plaza, Asesinos de Cine, en el que habla de Scorsese como un santo bebedor de cine comercial para elabora esa maravilla que es El Cabo del Miedo, y también en los hallazgos punt(u)ales de Rumbo al Infinito de Pablo Herranz que colocaba en una misma órbita y en distintos satélites a Indepence Day, Godzilla y Akira como Santos Patrones de Otra Ciencia Ficción. Y en casi toda la reivindicación del Superhéroe como concepto primoroso de toda cinematografía constituida y cimentada sobre bases molonas en El libro gordo de los superhéroes de Sergi Sánchez, otro testigo de una época que se ha sobrevenido como uno de los críticos de cine más necesarios y lúcidos que están en activo.

Más allá de la Cúpula de Goremanía

Y todos ellos miraban con reverencia al Padre, Jesús Palacios, que acababa de publicar Goremania posiblemente la manifestación y llegada a la tierra de que estos jóvenes Fanzineros no estaban solos. Y fue en Goremanía 2 dónde Palacios llevó más allá su discurso, mezclando a fanzineros (ilustraciones de Sandra Uve) con consagrados (Fernando Savater). Pero, sin entrar en debates del Padre y sus legítimos Asesinatos, Laboratorio Infernal es el mejor de todos estos libros y, careciendo del papel fundacional del apostólico Goremanía, es uno de esos libros apócrifos que se revelan escogidos para perdurar: más allá de la profecía, esta siempre la escritura por descifrar. Y ningún libro de Midons, vamos a dejarlo tan claro, tiene tanta gracia…. TODO EL TIEMPO.

Bachman Begins

Y ahora muchos prefieren al Tones prefocobloguista de John Woo y el cine de acción oriental, otros al de su indiscutible (¡e invicta!) obra maestra llamada Cine de terror contemporáneo (el libro que más lento ha envejecido y el mejor ensayo sobre el horror cinematográfico), mientras que los recién llegados alucinan con su nueva labor dirigiendo la Revista Xtreme y repartiendo amor aquí y allá, y demostrando que Lo Tonesino nunca fue un tema estrictamente cinematográfico (aunque sí exigentemente neocinéfilo, cinéfago, o como prefieran llamarlo, sabio nunca falla) sino un discurso que para entender en su justa medida, sigue buscando la sonora carcajada cómplice cuando asegura que El día de los muertos está bien, pero sólo si no se conoce la obra de Richard Bachman o el mismo centro de la obra: una enciclopedia de los genios ficticios más entrañables de toda la filmografía del horror. Y esos son los mad doctors, a menudo vanguardistas y sujetos que, como sus creadores, revisores e interpretadores, tienen una tendencia a la autobiografía exagerada e hiperbólica, contada siempre de una forma secreta. Y díganme si esa idea no es acaso tremendamente borgeana, todo lo borgeano que se permite ser Tones. Y más allá de eso nosotros lo tenemos claro: hay que aprovechar la oportunidad única para releerlo. Y para, que diantres, declararse tonesino. Abiertamente.

martes, marzo 25, 2008

En algún sitio del jardín de las delicias


Seguramente me sorprende muchísimo más ahora que aquel día en el que leí a Rafael Azcona clamar que Woody Allen merecería el Nobel de Literatura. Aquel día sonreí pero hoy pienso que había en el escritor muchas reflexiones, como el hecho de que tanto Allen como Azcona (y Truffaut) se declararan futuros novelistas, en realidad, novelistas frustrados.

Azcona es posiblemente el único guionista que tras brindar sus obras maestras supo reinventarse. Que si quiere enumeramos las obras maestras: El Pisito, temprano cuento de ladrillazo inmobiliario en el la estrechez era, como debe ser, moral en una época gris, El cochecito o el primer acercamiento al fetiche consumista sin afectaciones o discursos teóricos y Plácido, la única comedia navideña que ha parido toda la filmografía española (si descartamos el Cuento de navidad como una comedia estricta) o lo único navideño que saldrá de aquí. Luego llegó el Verdugo, una película cuya grandeza está en la observación milimetrada de la mezquindad, y es quizás en Peppermint Frappé donde Azcona anuncia que su carrera va a dar un vuelco. No va abandonar la comedia ¿Quién la abandona? La va a vestir de ironía cruel y sucia.

El Jardín De Las Delicias, Ana y los Lobos, El Anacoreta, La Prima Angélica o Mi hija Hildegart, casi todas con la complicidad del titánico Fernán Gómez son parte de este ciclo fructífero, en el que también dio cabida una revisión casi tuerta del thriller con Jose María Forqué: variante noir (El ojo del huracán) y variante erotómona y terrorífica, con una espléndida Sue Lyon rendida a la filmografía española más coolta y reivindicada hoy en día, Tarot. Luego en los ochenta llega la etapa más discutible de su autor, con sus bellos cuentos guerracivilanios que ofrecen todavía buenos momentos (El año de las luces, La niña de tus ojos y La lengua de las mariposas: reescrituras cinéfilas y casi trágicas de educación sentimental y clásicos como Shane o Casablanca). Azcona tampoco desertó como un gran experimentador, ahí están sus coqueteos con el fantástico como El bosque animado y su Los negros también comen, la última gran comilona con su otra alma páter, Marco Ferreri.

Y Azcona y Berlanga transformaron absolutamente la comedia de eso no nos cabe duda y posiblemente sin ellos dos no existiría(n) ni Pablo Berger ni Alex de La Iglesia. Y ya nos falta uno. La mejor forma que se me ocurre de describir la ironía de este autor es su guión para La familia, bien gracias, continuación (casi en el mismo sentido que Impacto Súbito es una secuela de Harry El Sucio) de La Gran Familia en la que la transición era un sinónimo inequívoco de disfuncionalidad descubierta y lo que, en el fondo, puede llegar a ser la felicidad. Asumirlo, como hace con mirada crepuscular Alberto Closas mirando a su clan. El humor es en realidad la tragedia más distancia, pero como Miguel de Cervantes (y una larga tradición que incluye al Ibáñez de 13 de Rue De Percebe, o al mismo Valle Inclán del que fue alumno aventajado) supo que lo que dista, en realidad, es la ficción.

lunes, marzo 24, 2008

I am Tom Wolfe: Al final, el realismo tiene solución

Stalking The Billion Footed Beast se llama el artículo con el que Tom Wolfe se manifestó a favor del realismo. El artículo se resume en el momento en que Wolfe asegura que los grandes novelistas (o lo que podría traducirse fácilmente en los novelistas que él prefiere) como Dickens, Dostoievski o Zola asumieron que debían ejercer de reporteros en nuestra sociedad para crear grandes obras. El artículo publicado hace más de una década en Harper's Magazine sigue teniendo cierta validez para defender y relanzar una nueva forma de realismo, que por supuesto Wolfe confunde en su relato: el caso de Nocilla Dream es muy significativo. Lo dije en su momento y lo repito de forma casi vieja, no hay que confundir los recursos formales con el fondo de una obra. Wolfe separa los novelistas sociales de los que no lo son, pero sin embargo cuando habla de virtuosos se olvida de que Don DeLillo es heredero de una tradición perfectamente postmoderna y también dickensiana, como aseguró James Wood en su día no sin cierta razón. El debate planteado por Wolfe es que el escritor no puede seguir al margen de su sociedad: de acuerdo. Pero que el escritor que nos fue cronista atento de la psychadelic experience no pretenda erigirse modelo de un realismo, porque es una falsedad. Una falsedad, insisto, terriblemente simpática.

Leí con muchísimo placer am Charlotte Simmons, gracias a Noel. Es divertida hasta la extenuación y es, cualquier cosa, menos una novela realista. Su sorprendente puritanismo (¿Dónde quedo precisamente el psychadelic Wolfe que se ha limpiado al componer una universidad norteamericana libre de drogas pero no de alcohol?) no quita esos momentos cómicos llenos de sexo, que son una mezcla entre una letra de los Psycho Loosers y una versión nihilista de… American Pie. La novela de Wolfe no es una crónica social, más bien es una estupenda, espléndida, y sí, muy dickensiana caricatura social. Northrop Frye señaló el humor en Dickens como una de sus constantes y no sería ninguna impertinencia someter a ese mismo nivel a Wolfe, seguidor de Dickens: muchas veces el autor es su peor juez. No pretendo negar con esto la muy loable intención de Wolfe de ser un personaje, y esto tiene dos lecturas: la primera, la teórica, ya hemos visto que es tremendamente discutible y la segunda es muy evidente pero también muy notoria. Ser un personaje no es tarea fácil y pese a que lo consiguieron Oscar Wilde o Francisco Umbral, también es cierto que muchas veces esto puede oscurecer el grueso de su obra. Y mientras que I am Charlotte Simmons es un folletín divertido, contemporáneo al fin y al cabo, el nuevo realismo no parece que vaya a rendirse: en la literatura española, Circular de Vicente Luis Mora ha puesto de relieve que es posible combinar el compromiso con un experimentalismo sin límites. Algo que en cine tiene en su exponente en el aburrido Alejandro González Iñárritu del que precisamente Fernández Mallo se declaró alérgico. Y a todo esto le sumamos el retorno de Richard Price, el autor de una encomiable coda al estilo de Wolfe que responde al nombre de Clockers, con Lush Life. Porque la novela social entre sus muchas y variadas formas es también llamada muchas veces, novela negra. Aunque eso, es otra historia.

sábado, marzo 22, 2008

La naturaleza del remake

Acabo de leer que Las brujas de Eastwick rarísimo novelón de la completa carrera de John Updike va a tener secuela, anunciada para octubre. Vivimos en la era del revival y el reciclaje, tal como predijo Clowes en uno de sus sketches, en los que su protagonista anunciaba que iba del revival de los cincuenta visto por los ochentas. Y este Mayo todos celebrando el retorno de Indiana Jones. ¿Es, esto un problema per se? Podría ser uno crítico y observar como la misma historia de la cultura se basa en grandes regresos culturales a entornos anteriores, pero también no es menos cierto que estos regresos se hacen por creadores novísimos y acaban adquiriendo un discurso absolutamente nuevo. Los revivals (Rocky, Rambo, Indiana Jones y de una forma menor el mucho más noventero John McClane) parecen celebrar los canones estéticos de los ochenta como modelo a seguir, todas ellas bajo, como fue primero en los años setenta, la sombra de George Lucas, que empezó todo esto cuando en 1997 reestrenó Star Wars y dos años después regresó con una nueva trilogía: otra vez la historia del revival tiene ese origen. Sería conveniente que todos rescatáramos el texto de John Tones en la primera Interzona, en el que habla de los nuevos iconos del terror, ya sin tapujos, como auténticos y nuevos mitos.

Pero más allá de eso hay una variante del remake, el que hace el mismo director que es notablemente interesante. No me refiero a las variantes adaptativas (Poiré o Vadim a la cabeza) sino, por citar dos ejemplos, a El hombre que sabía demasiado (de Alfred Hithcock) o la novísima y polémica Funny Games que dirigida por Michael Haneke, no solo está provocando desgarros en la crítica, sino que muchos han sugerido ya un interesante punto de vista: y si esta versión (nuevos actores, mejorada fotografía, y algunos cambios en la perversidad de su planificación notables pero a la vez leves respecto a su conjunto) es una versión con los errores (todos técnicos si se fijan) perfeccionados. ¿Estará Haneke sugiriendo una naturaleza del remake más cercana a su concepción en el videojuego, que con sus miles de ports, remasterizaciones, reediciones y demás propone una edición cada vez mejor de juegos anteriores? El regreso a Pierre Menard, autor del Quijote de Jorge Luis Borges se hace entonces obligatorio: ¿a eso se reduce la obra de arte? ¿a la reproducción del anterior pero en un contexto y un autor (también) distinto? Entonces tendríamos que volver, forzosamente, a las tesis planeadas por Tones.

Actualización vigorosa: En el educativo tumbelerre de Mondo Pixel he encontrado las razones de Street Fighter IV. Sigan, sigan.

jueves, marzo 20, 2008

Palpitante transcurrir de las cosas

Anoche veía en Silenci? a Jordi Carrión explicando la escena inicial de Paris Texas como una perfecta estampa (en movimiento) del silencio. Y si entro a su blog resulta que su nuevo libro, Australia, lo van a presentar titanes como Eloy Fernández Porta, Juan Villoro y Agustín Fernández Mallo. Y sí, figura mi nombre también. Australia es esa clase de libro que obliga a sus lectores replanteárselo todo (no sólo lo que creían saber sobre el continente en sí, sino sobre ellos mismos): Carrión nunca ha buscado la cercanía emocional que provoca Chatwin (cuya lectura inicié recomendado precisamente por él) que, por ejemplo, es un experto en convertir esa cercanía íntima en cuestión de anécdotas. Australia es, en el fondo, todo lo contrario: es literatura de viajes de la misma forma que lo es Sebald en todas sus obras. Como dice Susan Sontag los viajes son el centro de sus obras, pero no las obras en sí mismas. Australia no busca evitar ser otro libro de Jordi Carrión: una reflexión sobre la identidad y la memoria. Recoger la tienda, hacer la mochila: como quien deconstruye su casa.

miércoles, marzo 19, 2008

El devenir del ninja

El único personaje verdaderamente cool de la serie: el amoral y fascinante Gaara

No deja de resultar significativo y honesto que Mashashi Kishimoto asegure que él ama Dragon Ball, la monumental serie de Akira Toriyama, hasta la llegada de Freeza. La serie de Toriyama adquiere sus proporciones más épicas luego, con ese gigeriano Cell y finalmente en la definitiva autoparodia que es Boo de toda la estructura narrativa, adornada con una entropía tan cómica como deconstructiva. Kishimoto lo deja claro: él pretende un elogio de la superficialidad, aunque todos sepamos que el ingenio de Toriyama (que ya en Dr. Slump huracanó toda una memoria sentimental pop en forma de comedia de situación) consistía, entre otras sutilezas, en que las artes marciales ( o sea: el tan hongkonés cine de kung fu) nos parecieran más japonesas que nunca, y adornarlas con una aventura de descendencia pulp ( ciertamente indianajonesiana) que hacían el combinado poco menos que irresistible. Naruto, tanto el manga como el anime, igual que hace unos años Toriyama y en menor medida son ahora un exitosísimo fenómeno de masas, y los parecidos se pretenden tales que hasta de los Dragon Ball Budokai Tenkaichi tenemos equivalente: los Naruto Ultimate Ninja.

Dado que Kishimoto fracasa en su actualización del ninja y la combina con una aventura de ramalazos toriyamianos, con personajes construidos en medidas muy evidentes (¿no es Sasuke la actualización más banal y desaprovechada del arquetipo vegettiano?). ¿Hay mejor forma que sacarle provecho que Naruto:Rise of a Ninja, mezcla astuta de RPG y Beat'em'up? Los trazos de herencia otomiana no parecen casar muy bien en el lento, infantiloide y plúmbeo anime (no en sus viñetas, que devienen un entretenimiento voraz), pero en un videojuego en siempre bellísimo cell shading, el festival de hostias, colores y técnicas a cada cual más brutal no podrían ser más idóneas. Rise of a Ninja parte de una repetición de la misma estructura elevada al más difícil todavía, pero tiene un agudísimo sentido del desenfado, una belleza y diversión asegurada, y logra convertirse en, hasta ahora, el mejor triunfo de Kishimoto (Ubisoft mediante): la mejor y tal vez única forma de que su elegía a la superficialidad absoluta, cobre vida propia y nos parezca una diversión notabilísima: o sea velocidad, dificultad, sudores y una falta de pretensiones absolutamente virtuosa.

martes, marzo 18, 2008

Lección rápida e insulsa

Si hay algo fascinante en España son los renegados. Ya sea de la patria o de la religión. A los primeros no los gana nadie: Sánchez Dragó es el último modelo. Y de los segundos, me cede Vigalounge, dos de las mejores intervenciones (ojo a los comentarios) de Gustavo Bueno: carcajadas aseguradas.

Y otro fenómeno sociológico que fascina en general es el niño listo: Carlos Blanco es una criatura que tuvo su momento de gloria en Crónicas Marcianas y que ahora regresa, declarándose virgen y puro (¡!) y reconvertido en una especie de Harold Bloom a la española: un triste reflejo de la sabiduría, confuso y realmente conmovedor. Una criatura a destiempo que regresa con ese neocanon que es Mentes Maravillosas, que en realidad oculta una autobiografía de su ideal de Genio, que además es Iluminado. Ah, Blanco, además de presumiblemente virginal y condenar los deseos materiales (y todo esto en crónicas marcianas ¿no es maravilloso el mundo?), también cree que Dios es positivo, en esa postura clásicamente vaticana de mezclar ética y pecado. Y resulta muy cercano a Sánchez Dragó en cierto modo: lo que son en realidad personajes, criaturitas simpáticas, devienen para los desprevenidos intelectuales de primera categoría. Y con esto, la lección de hispanidad termina, sólo por hoy.

lunes, marzo 17, 2008

Esas iniciativas que merecen la pena

Recordará que tengo deli.icio.us, tengo breviario y hasta tengo otro blog. Incluso un archivo perdido. Y más cosas, claro. Pues ahora tengo otra esquinita, en forma de tumblr. Puede ser que esto finiquite la idea de twittear al tener todo: rapidez, fotografías, cuotas y automatismo cafre. De lo que no cabe duda es que la bitácora siempre sobrevive y se adapta. Qué haría uno sino siguiera los ejemplos precedentes, sin olvidarnos del acontecimiento encapsulado.

viernes, marzo 14, 2008

Fascismo Analítico.

*

Vicente Luis Mora se fija, con su reconocible (por habitual) erudición, en Dinero y en Zambra.

**

Vuelvo a Ochoymedio: Los Coen, Darabont y la última de Greg McLean.

Entre dos aguas

Terminado el Stranglehold podemos definir perfectamente su problema: se trata de un Woo que se mueve equidistante entre dos aguas. Ya lo ha hecho en su etapa norteamericana con películas como Blanco Humano o WindTalkers, o incluso su excelente corto para The Hire, Hostage. Pero la equidistancia de Stranglehold es muy negativa: un Woo que había llevado al máximo sus capacidades formales en la excelente e hiperbólica Hard-Boiled (como se señala en John Woo de Pedro Berruezo, tiene un grado de auto parodia sutil, pero también una constante en el que el honor se fluye con el plomo y la hombría) para rodar una secuela demasiado amanerada, con una repetición nada novedosa del esquema de la película, incluso con el policía traidor pero sin un Leslie Cheung o el fundamental Tony Leung para hacerle sombra. Su traición no lleva el dolor y su repetición del trauma de la identidad es más autoparódica que otra cosa.

Stranglehold, con su subtrama paternal y su pérdida amorosa manchada de sangre, se acerca, incluso con este Chow-Yun Fat digitalizado a lo que fue en 1997 la excelente ( a un nivel meramente formal ) coda Replacement Killers a obras maestras como A better tomorrow 2, la citada o The Killer: una coda, maja e impresionante, con el sabor cool de su héroe pero sin su alma. Un remake para el gran público de Hard-Boiled, en el que Woo ha relajado sus constantes y va tocando una serie de greatest hits que todo fan considera glorioso (en ocasiones recuerda el heterodoxo Bond de Ladrón que roba un Ladrón). Nunca en un cineasta tan maestro y primario como Woo un regreso a los orígenes había sido tan incómodo: sólo en la composición brillante de la pelea del bar, todos aquellos duelos en los que hay implicados dragones y dinosaurios su energía queda patente en el juego. ¿EN el resto? Su habitual melodrama está irreconocible (y no por el tono, menos enfático de lo habitual, sino por los temas) y bastante parco, y tras un laborioso duelo final, el cierre de los créditos (con un Woo interpretando un rol metaficticio y tronchante) no deja de ser igualmente autoparódico. ¿Pero esa era la última intención? Una autoparodia disfrazada de continuación y remake, en la línea de Evil Dead 2, la genial obra cumbre de Sam Raimi. No desecharemos está lectura: si es así Stranglehold funciona como un catálogo de excesos, de un entretenimiento y diversión, que exigiría una nueva y renovada lectura. Y a partir de aquí si en esta línea no sería la postwooiana Shoot'Em'Up un camino muchísimo más razonable.

miércoles, marzo 12, 2008

Strangleholdeando

Necesitado de adrenalina he corrido a alquilarme el Stranglehold y puedo decirles que las sensaciones son un tanto contradictorias: por un lado tiene toda la adrenalina esperable pero respecto a John Woo, creo que, seguramente porque todavía no he llegado a su clímax, no termino de entender sus derroteros. A ratos, Stranglehold demanda ser esa versión del director que nunca pudo ser de A better tomorrow 3 (un obvio homenaje es incluido ¿por qué no también una trama de reconciliación/traición subversiva) y cuando traslada la acción a selvas, islas y muelles su protagonista nos recuerda más a Mark Gor que al propio Tequila (lo que representa muy bien los problemas del juego: una definición tremendamente estética, pero no interna). Las constantes internas descritas en John Woo y el cine de acción de Hong Kong de momento brillan por su ausencia: ni honor ni hombría, a favor de una apabullante estética, que no parece funcionar del todo, muy a pesar de Chow-Yun Fat y del toque enteramente personal. Sin embargo hay que destacar algo: la única manera de recuperar antiguas mitologías, como las de Woo o los Ghostbusters, solo puede ser el videojuego y el problema no reside en el medio. Aclaro.

lunes, marzo 10, 2008

Habían puesto alguna de los Jam

Visitando a Libertino me entero de que los Airbag han sacado un disco (Alto Disco) con todas las nominaciones para el Incomprendido del Año: canciones como Ahí viene la decepción (evolución desolada de Marta no es una punk) deberían ser llamadas, en ese sentido que se le daba antes, generacionales. Hay ecos de los mejores Weezer y sobretodo un paso adelante, arriesgado y atrevido, dónde la sombra de Joaquín "Niki" Rodríguez se deja ver, bellamente, claro. Cómics y Posters, su primer single, deja claro que todavía hay tiempo (esta vez menos) para la furia y el amor.

domingo, marzo 09, 2008

Furor Lector

En el recién estrenado blog de Agustín Fernández Mallo me he encontrado con un bello acercamiento a una idea, sana, de canon: muchos libros, todos interesantes. No hace falta más ¿eh?

viernes, marzo 07, 2008

Una Cima

Beatriz Maldivia (¿no la recuerdan? Especialmente significativas son su reseña sobre Cloverfield y su teoría de "la película que te atrapa" que tiene uno de esos ejemplos en Soy Leyenda) acaba de llegar a su cénit con su reseña de Antes que el diablo lo sepa. Su texto se basa en la opinión de que la película no está a la altura de la grandeza del título. Desde luego, el que crea que la crítica de vanguardia puede ser literal, debería darse un paseo en la blogoesfera: la crítica y bloguera Maldivia cree que una película debe responder a la grandeza su título, en definitiva, merecerlo. Y concluye que el mal traducido Atraco al Destino "pegaba mucho más al film", por no salir de su dialéctica. Luego, se decide a hablar un poco de la película, usando como argumento la estructura narrativa, una discusión que sigue en los comentarios, uno de los debates más extraños y recomendables que podemos leer en la maltrecha blogoesfera cinematográfica. Escribe Maldivia Esto es interesante, aunque tampoco deslumbra, pues ni es la primera vez que se hace ni favorece que la trama impacte más. Maravillosa las correlaciones: el motivo de la falta de deslumbre (¡qué duda cabe de que es una sensación poética!) es para la reseñista su antigüedad y el escaso impacto añadido (¡el deslumbre!). En los comentarios, otro lúcido sostiene en su observación sobre la narrativa que en Before the Devil su decisión estructural es pura pose, no como en Memento o Lost, entre otros comentarios.

Sorprende como Maldivia nunca habla de la estructura narrativa convencional (inicio, nudo y desenlace) ni menciona su uso mayoritario en el resto de películas que reseña, ni como realmente esto no favorece a que la trama impacte más. Sorprende también, como el comentarista se toma la astucia de ignorar el resto de estructuras narrativas (la clásica y tradicional) y se permite su juicio sobre lo que es pose y lo que no es, sólo con las no convencionales. Hay un rechazo, casi sistemático, a las nuevas formas narrativas con argumentos perezosamente esbozados y Maldivia ha llegado con su argumentación sobre la película de Lumet a su máxima expresión: todo se reduce al título, la narrativa y los actores. Una crítica muy española, muy coloquial, muy dospuntocero: Pues no hay pa tanto. Las discusiones sobre las pretensiones genéricas, el significado siquiera de la historia, los temas y remas, o los detalles visuales de Sidney Lumet han quedado al margen.


The Last Race.

Una construcción en off

Sospechosos Habituales va a terminar siendo recordada como cinta nociva, posiblemente. Las mentiras, que forman parte de toda narración subjetiva, se incorporan a la narrativa con un giro final de (es)pasmo y bajo esto se han construido distintas piezas de neo noir: los tres ejemplos más significativos son Smokin' Aces (2006, Joe Carnahan), Confidence (2003, James Foley) y El Caso Slevin (2005, Paul McGuigan). Keyser Sozé tenía una construcción que jugaba con las predisposiciones del espectador: él era el aparente testigo superviviente, el narrador en flashback, por lo tanto fiable. Se construyó con eso y grandes actores una película tan divertida como era de esperar, pero al fin y al cabo, una utilización un tanto mezquina de los misterios folletinescos imposibles (el modelo más cercano es el de Leroux et al) con el noir. Mezquina porque ni el misterio parece ser el encanto de dicha película, ni el noir sobrevive a un par de apuntes.

Confidence si tiene una diferencia aguda respecto al film de Bryan Singer muy interesante: construye su juego de engaños sobre la variante de los con men. El equivalente a reprocharle truculencias a The Prestige, es lo mismo hacerlo con la cinta de James Foley. O sea una estupidez aseverativa, inconexa. Construida sobre engaños, no duda en convertir el happy ending en una modalidad ingeniosa de un desarrollo plenamente artificial, logrando una variante muchísimo menos cool que los Ocean's pero con una femme fatale mucho más hipnótica y muchísimas más sorpresas en el guión. El Caso Slevin sería la construcción opuesta: mediocre historia de giro final, en la que los buenos actores intentan salvaguardar el conjunto con sus indudables actitudes (básicamente, un villano perfecto llamado Bruce Willis y un decididamente divertido Hartnett) y en la que se insertan monólogos de modelaje postTarantiniano del todo rídiculos. Una historia de venganzas construida desde la anécdota, que no sólo bebe del guión de Christopher McQuarrie, sino que también se erige mediocre continuadora de cierto parentesco iniciado con Memento de Christopher Nolan.

Smokin' Aces de Joe Carnahan es, a día de hoy, la mejor del modelaje neo noir que se construye en off. Inteligente, un paso más allá en el potencial indudable de Carnahan (tras su brillante debut cinematográfico lleno de humor negro, llegó la cautivadora y durísima Narc) que regresa a los orígenes e incluso se permite un discurso que ha pasado completamente desapercibido. Para la serie de spots de bmw The Hire, Carnahan rodó Ticker, con Don Cheadle y su actor-fetiche Ray Liotta, además del conductor protagonista. El protagonista cubría a un angustiado hombre (Cheadle) que cubría una maleta, dada por un misterioso árabe, que incorporaba un controlador que iba presionando al conductor y lo sometía a una carrera contrarreloj. Contra todo pronóstico no se trataba de una bomba, sino de un trasplante. Smokin' Aces está construida sobre esta idea: el transplante y las consecuencias morales de su protagonista. La película convierte su construcción en off en puente de entrada para toda la breve historia del neo noir, con una trama de gángsters y detectives, de identidades, absolutamente bellísima. Y ni siquiera, en su aparente apuesta por lo cool, descarta momentos absolutamente enfermizos y cafres, ni el espíritu del perdedor, esencial para construir cualquier cine negro. El resultado es magnífico y posiblemente por el tino con el que maneja Carnahan sus elementos, por lo que queda cerca de películas como True Romance o Domino de Tony Scott, que con mediocridades como las de McGuigan.

Del determinismo a la cuidadosa observación de manadas

The Mist esconde una sugerente reflexión: ¿y si tras los intentos del mainstream por hacer cine de género, no hay más que una recuperación de tradiciones? Se trata de una obviedad, sí, pero incompleta. La actitud ante el final alternativo de Soy Leyenda es la de la compasión por el hermano Tonto y Rico que es Hollywood, al que, de un tiempo a esta parte, todos le hemos negado ya el buen cine. Al fin y al cabo esto es Hollywood. El Mainstream como un debate de clases, más allá de la coherencia. No, el final es, como aseveró Tones, todavía más estúpido si se piensa con detenimiento. ¿Se trataba de eso, de una solución conciliadora? No, observen la perversidad: el primer happy ending es una leyenda mesiánica de carácter determinista. El segundo final insinúa que los vampiros zombieficados de la producción escrita por Akiva Goldsman (uno de los escritores más mediocres de Hollywood) son como aquellos animales salvajes incontrolables a los que no podremos domesticar y debemos aprender a darles lo que quieren. A ceder. No se trata de un conflicto étnico sino que se sitúa en una escala: el humano que aprende a domesticar a su animalito y él le dejará tranquilo. La ley de la selva. Dale a la chica, coge el coche y pon una voz sobre la esperanza: metáfora sobre la Alianza de las Civilizaciones, por si quieren deprimirse políticamente, o absolutamente mema observación sobre el humano como científico, capaz de respetar a la manada y compartir terreno sobre la tierra.

jueves, marzo 06, 2008

The Darabont Redemption

Frank Darabont ha pedido perdón. O al menos, se ha propuesto dejar de lado a Frank Capra y venir siendo coherente con su carrera, que está fundamentada en el amor a Stephen King y al cine de género (en este riguroso orden). ¿Se acuerdan de cuando escribía Elm Street 3 o The Fly 2? Bien, The Mist es una película que propone un regreso inteligentísimo no a los fueros de los ochenta, sino a toda una tradición (que empieza en la Twilight Zone y Bradbury y casi diríamos que termina en King, al menos hasta que la gente vea lo mucho que se va pareciendo, día día, Lost a The Stand) en la que era posible explicar historias fantásticos que emitieran un diagnóstico misántropo sobre la condición humana.

Vamos a dejar una cosa clara: Darabont nunca ha pretendido ser un autor, pero si un director solvente, que en sus mejores momentos fue saludado como gran director, en un exceso propio de los tiempos preceremonias de la Academia norteamericana. En sus anteriores películas se fundía en su material, para bien o para mal. Coherencia no le falta, y The mist es posiblemente la mejor adaptación de un tipo concreto de novela de Stephen King: aquella en la que se toman ecos muy necesarios de Bradbury y The Twilight Zone, y se narra en clave cotidiana una terrible historia fantástica. Darabont usa la cámara en mano para revelar una suerte de Noche de los muertos vivientes a pequeñísima escala, con un final casualmente muy similar al que propuso en su día George A. Romero. Y como toda historia de terror a escala íntima, sabemos que lo realmente monstruoso somos nosotros. En esta dialéctica, con uno de los finales más jugosos del Hollywood reciente (y satisfactorios) y recuperando sin apenas nostalgia, una tradición, sin otra temeridad. Si Darabont ha decidido relanzarse por los fueros que tuvo su carrera ya podemos esperar grandes cosas de él (es decir, interesantes películas capaces de divertirnos hasta el último minuto): su próximo proyecto, no obstante, es una suicida adaptación de Fahrenheit 451.

miércoles, marzo 05, 2008

De saltadores y hombres

Doug Liman es uno de los grandes (re)definidores de largas tradiciones, un creador contemporáneo como el que más: él ha convertido la historia de segundas oportunidades y la serie teeen por excelencia (modelo Beverly Hills) en una astuta comedia de clases, en la que el arquetipo woodyalleniano se convierte en el chico guapo último modelo y The Killers ponen música a las angustias adolescentes y las tramas incestuosas. En El Caso Bourne, el superhéroe (vertiente agente secreto) podía moverse con una Europa, de repente, extraña y de tonos azules, y la persecución de coches setentera convivía con la tradición del falso culpable. La incomprendida y maravillosa Señor y Señora Smith era un astuto retelling de la vida (y muerte) matrimonial tipo Maridos y Mujeres contado desde la perspectiva de Johnnie To, que al final, no dejaba de ser otra crónica secreta de sus protagonistas. O lo que durante un tiempo se conoció como clásico de Hollywood. Puede que Jumper sea, sin duda, su película más arriesgada: después de tantas revoluciones, a un ritmo creciente imparable, su entrada de lleno en el superheroísmo no merezca otro destino que el sinsabor agrio, aunque se obvie la capacidad de Liman para rodar endiabladamente bien e introducir como gotas, experimentalismo locuelo.

David S. Goyer tiene una carrera en un sentido contrario: ha empezado en lo más alto (su primer guión es Libertad para Morir y le siguieron Demonic Toys o la estimable adaptación de Heinlein, Masters of Puppets) para confirmarse como figura clave del fantástico de finales de los noventa (Blade o Dark City). A pesar de algún logro más (su canónica Blade 2) su carrera ha empeorado a un ritmo vertiginoso con desastres de la talal de Blade: Trinity o los aspectos más obvios de Batman Begins. La ayuda de Simon Kinberg (Mr. And Mrs. Smith) y Jim Uhls (Fight Club) no parece facilitar, a tenor del fracaso de público del film, las cosas para que Goyer dirija Flash y sea un tipo fiable.

Jumper es modélica a un ritmo casi insuperable, y obvia con una inteligencia demoledora el planteamiento revolucionario: tenemos el obligatorio prólogo con el origen del héroe (en el que Liman rompe la estructura con su habitual habilidad, introduciendo un flashback dentro de otro flashback) y la presentación inmediata del villano, pura fuerza (Samuel L. Jackson). Pronto entran en escena La Chica (Rachel Bilson) y el Jumper Molón (Jamie Bell). Y la película contiene toda la aventura, superpoderes y momentos absolutamente gloriosos que puedan imaginar: peleas entre saltadores, teletransportes frustrados y crecimiento del poder de su protagonista hacia el final. ¿Entonces?

El pathos del Jumper protagónico tiene un doble filo que Liman no ha sabido controlar: por un lado, tenemos la magnífica escena en la que desde su ático neoyorquino el protagonista observa con jolgorio el huracán Katrina. Por el otro, la canónica trama teenager que le define: una venganza y un regreso al amor, justo en el punto exacto que descubre su poder. La absurda, más allá de su poderío estético, desaparición de un personaje, el apresurado clímax con lección moral al villano y la visita a la Madre, auspiciando duelos trágicos de altura en secuelas venideras, despiertan antipatías, tal vez porque su final pretenda desvelar una repetición en clave Junior del esquema de la primera Bourne Movie. Aunque el problema no es el modelaje, sino la abierta repetición estructural insertada con la descomposición, la del background trágico de su protagonista: la mejor escena es en la que Jamie Bell pone en evidencia la impostura de todo lamento de huérfano. That's not Oprah, le dice sarcástico. Y en este espíritu de Marvel Team-Up, con sus giros y hostias imposibles, con sus combinaciones irresistibles de caracteres brilla con luz propia Jumper: una orgullosa colección de viñetas espectaculares, que parece desinflarse por un apresurado modelaje que ni siquiera reclamaba.

Sensibilidad


The Howling 2 en una cancionzaca (Steve Parsons) y una reina ICÓNICA (Sybil). No hace falta añadir más, esto es pura definición.

I’ve got a question

No tengo palabras. Si algo hay que destacar de la necia campaña electoral es la bruta y acelerada evolución que han sufrido los candidatos. En La 2 hace unos minutos la presentadora obligada a un diputado del Partido Popular a responder a éste vídeo. El interlocutor del partido patidifuso justifica la respuesta y ya da la clave: el motivo es que ellos son especiales, tienen una sensibilidad casi
lírica. La poética de fotolog que constituye el vídeo (evolucionada al incorporar su banda sonora y su discurso acompasado con las imágenes, pero con todo el ADN de la misma en todo su jugoso y animado esplendor) se ha convertido en eso que se llama periodismo ciudadano, o en lo que ha venido siendo conocido como reivindicación.

¿Se imaginan? Zapatero contestando a usos politizados de Free as a Bird con lamentos empresariales. Rajoy ante la realidad, cantada por Jarabe de Palo y con fotografías de su contrincante. Este estallido no ha hecho más que empezar. Y, no parece tan casual, que Porta saque nuevo disco (y ya hablaremos de ello ya), y esta vez oficial, mayoritario y demás.

martes, marzo 04, 2008

Af(l)icción

Vicente Verdú ha publicado en Anagrama una novela llamada No Ficción.

Pese a empezar algo amistoso, la crítica de Juan Goytisolo de Mutantes es tan exacta como es de esperar, y tan inteligente como resolutiva (el Cuento de Carrión debería leerse en la Generalitat ¿Quién no lo ha pensado?). Si uno visita el blog de Vicente Luis Mora puede dar pruebas de que la incomodidad se ha hecho patente, pero siempre entorno al canon o a la escena más inmediata, el mainstream. El reproche suele hacer coincidir a dos cuentistas (además de otros): Ángel Zapata y Eloy Tizón. Del primero admiré con profundidad su bellísima Vida Ausente, relatos que van desde el desamparo hasta el reencuentro todos escritos con un sentido del humor infatigable. Del segundo poco hay que decir, dada su contrastada calidad. ¿El problema es el Gen Mutante? Si es que existiera ese Gen que ha hecho coincidir a autores tan dispares, más allá de la pura reunión casi circunstancial, no tendría sentido someter a la literatura a juzgado de escena literaria. La confusión provoca esos conflictos, esas furias repentinas. Algunos reproches llevan mirilla: el prólogo de Juan Francisco Ferré. No conviene, ya sea por mero ahorro energético, tomar la antología como manifiesto rupturista, sino como reunión fortuita de intereses, casi siempre, de carácter estético.

Los extremos de la obra maestra

El consenso obliga a espabilar y hacer canon, supongo. En todo caso, Super Mario Bros, la tercera aparición del fontanero configurado por la compañía Nintendo, parece condenada a sobrevivir como eterna obra maestra, inalcanzable. Estos días, cortesía de Liana, me reencuentro con el juego en su versión para Game Boy Color, con ese añadido tan de bombón: Deluxe (llamado también así por incluir exquisitas variaciones entorno al juego original del 85). Hay, al menos, dos detalles en la inteligencia del juego que aunque pasen desaparecibidos, son capaces de desencajar al jugador más conaisseur. Prefiero la travesura, de la segunda pantalla aquella que transcurre en el underground, de situar al protagonista a la misma altura que el contador (el de tiempos, monedas y demás): nunca un espacio había llegado a ser tan ancho y una metáfora acerca de los resortes, tan intertextual. Absolutamente revolucionario.

Hay otros detalles respecto a la inteligencia de los villanos que me admira: el Goomba, es por lo general un estúpido, un animal inconsciente de las alturas y los desniveles en las montañas. Pero el Koopa Troopa no: el caracol sabe girar cuando toca. Y finalmente un detalle ya arrebatador, que mezcla la biología con el diseño inteligente de los espacios: cuando uno consigue la flor, tras la clásica seta, si es herido, y por lo tanto pierde su bendita ALTURA, esa flor ya no surte el efecto deseado, el de lanzar bolas de fuego. El espacio en Super Mario Bros nace y se configura a través de su protagonista y sus características (¡sólo en las visitas al castillo de Bowser parece que se nos trate de angustiar, pero ni así!): si esto no es narrativa subjetiva a través de los videojuegos, lo cierto es que no hay forma más clara de explicar porque los detalles constituyen cualquier obra maestra.

Flashes, nada más

¡Qué bien funciona Lost cuando asume sus aspiraciones como heredera, no hablaremos de fornicación porque sería algo bizarro, de cierto halo de los fotogramas de la Twilight Zone! ¡Qué mal cuando su gran narrativa, adelante o atrás no importa, desvela juegos de espejos de primaria y un esquema que podría calificarse como elija-su-propio-abandono! The Constant es justo eso: un episodio de cuarenta minutos en los que los viajes temporales (hábilmente reducidos a flashes, por aquello de no caer en el backtothefuturismo) y las promesas amorosas alcanzan una cúspide que podría ser lo más parecido que ha hecho Lost respecto a materiales tan bellos como el de Bioy Casares. Una historia de reencuentros telefónicos y el amor como metafísica, con una solvencia y sencillez que deslumbrarían al fanático más convencido de The Fountain ésa. Desmond es el caballero de la serie : está destinado a atravesar todas las encarnaciones del héroe romántico (recontemos: exiliado, náufrago, soldado y viajero temporal) de la novela aventurera reciente.

El episodio, francamente, desvela la virtud de Lost: capacidad de redención instantánea, en todas sus acepciones.

lunes, marzo 03, 2008

En el proceso de lectura

Ah, lector.

Supongo que tratándote multitudinario te presupongo generacional y personalizado, te tomo interesado, así que prefiero el formato epistolar, que a todos nos da un poco menos de angustia el esquivar el dietario y las anotaciones en clave. La crítica de David Daley, del USA Today, de Rant, el libro que he leído en inglés y en la pulcra traducción de Javier Calvo, es muy representativa de las dos formas que ha tenido a recibirse cada nueva obra de Chuck Palahniuk: como un regalo para sus fans y como un retardo para sus críticos. Daley confunde el engranaje narrativo con el estilo (Palahniuk's Own y Too Many Voices): establece un diálogo meta ficcional entre los personajes y la construcción del autor. Absolutamente remarcable.

En la red en multitud de foros, saludan a Rant entre la decepción y la feligresía, una cortesía casi adorable. En cualquier búsqueda harto sencilla de google puede uno encontrar con reseñas espectaculares de blogs, de gente decepcionada, que no encuentra eso que busca en Palahniuk. Personajes atractivos o una trama que avance son los motivos. Los motivos del seguidor que pide y solicita. Pero además, lee solícito. Es la maldición de la paciencia: una cuestión durativa. Ocurrió con Stephen King y puede ocurrir en cuestión de cinco años con el escritor Palahniuk, que no sabemos si tendrá oportunidad de ejecutar otro manifiesto literario del interés de Diario: Una novela. Por otra parte, no hay ningún problema en Rant reseñable, quizá la confirmación de la sentencia fresaniana: ya es el escritor para la gente que jamás estará leyendo a Don DeLillo y JG Ballard., y a Stephen King, que ya es mayor.

La portada y casi nada más

Podría convencerles de por qué comprar el nuevo número de la Revista Quimera (el 292): una charla con Beatriz Sarlo con dos interlocutores de absoluto lujo (Eloy Fernández Porta y Jordi Carrión), y la coincidencia, casi cósmica, de Juan Carlos Onetti y WG Sebald en la sección de reseñas literarias. Pero hay un especial de Quim Monzó que me hace figurar en portada, en la portadita misma señor/a. Lo que me convierte en un cómplice y en un promotor. Lo que se conoce como debutar. Y a una escala demasiado bella ¿no les parece?

Nuevas (re)formas de Resistencia

Mi escena favorita de Zwartboek es aquella en la que Paul Verhoeven convierte In The Mood en poco menos que un paseo apocalíptico de terror nervioso. Puede que fuera consciente, como parece serlo el Scorsese de The Aviator, de que el himno usado en la victoria Aliada siempre antecede a la Moonlight Serenade, que contrasta perfectamente a Miller como un creador de baladas swing de innegable poder melancólico.

The Good German es una de las destrucciones más clamorosas de Casablanca, y tras verla uno no puede sentirse más liberado: Soderbergh ha facturado su obra más inteligente desde Ocean's 12 y también partiendo, como en aquella, del lenguaje cinematográfico como una expresión ideológica. Las cortinillas y las tonalidades cromáticas se llenan de escenas de sexo, incomodidad y violencia. Pero no, no se trata de la inserción de violencia como signo de transgresión, sino la conversión de un alegato a la necesidad de heroísmo bigger than love a una necedad de esta Resistencia (encarnada en el personaje de Tobey Maguire). Incluso, va más allá, (no hablaré de la decisión casi coeniana de convertir El Tercer Hombre en un bolsilibro de imaginería casi pospulp) cuando la enigmática protagonista Lena, se revela culpable. No culpable en un sentido emocional (en Casablanca Ilsa debe permanecer al lado del Líder) sino moral. Es el descubrimiento de que tras una historia de amor y una despedida en un aeropuerto puede haber un saco de huesos: la radicalidad calmada del que convirtió la Nouvelle Vague en paisaje lingüístico, es capaz ahora no de Matar Al Padre, sino deformarlo. Y todo este proceso, en el que también contribuye Play it Again, Sam de Woody Allen, ha tardado sesenta años en consumarse. Y en el mayor de los silencios.