sábado, septiembre 10, 2005

CINDERELLA MAN.: Emotivo K.O.

Cinderella Man.
(Cinderella Man, 2005).
D.: Ron Howard.
G.: Cliff Hollingsworth y Akiva Goldsman.
I.: Russell Crowe, Paul Giamatti, Renee Zellwegger, Craig Bierko, Paddy Considine.
Duración.: 150 minutos.

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Grandiosas las palabras de Jordi Costa, al comparar muy acertadamente dos cineastas de calado similar.: Ron Howard y Robert Zemeckis.

Cierto es, ambos renegando a su grandioso pasado van en busqueda de una trascendencia, y notoriedad de forma desesperante. Quieren convertirse en clásicso, aunque claro confunden convencionalismo con clasicismo y así nunca vamos a llegar a ninguna parte.

Poco respeto me mercía a mi de entrada otro previsible biopic de Akiva Goldsman, dirigido por Ron Howard e interpretado por Russell Crowe. Los mismos perpetradores de Una mente maravillosa film desequilibrado y también maniqueísta.

Los defectos de aquella estan presentes de aquí, aunque en menor grado. Esta vez el maniqueísmo de la vida de James J. Braddock, boxeador nato, está justificado. La reintepretación de su vida no es más que simbólica. En definitiva, Braddock no es más que un símbolo de como en tiempos de miseria, alguien luchó a puñetazos contra una vida injusta. Y lo logró.

El gran logro de Howard figura en la magnífica puesta en escena en cuanto a combates. Recibimos cada golpe de Braddock, y la batalla final, es decir la pelea enre Baer y Braddock es directamente emocionante. Hace que suframos hastá el último segundo. Así pues este es el grandioso hallazgo de la descompensada dirección.

El otro gran logro del film aparte de la magnífica reconstrucción historica y de una soportable Renne Zellwegger, son los (otros) actores sobre los que cae el peso de la película. Russell Crowe, maravilloso e introspectivo. La película sube a un gran nivel gracias a su inconsumerable actuación. Solo puede ser contrapunteado por otro titan, el imparable Paul Giamatti rebosante de carisma y humor. Dos maravillosas actuaciones para un film que (casi) lo consigue. Considine borda su papel repleto de carisma y Craig Bierko espléndido con su mirada asesina.

El retrato de la Gran Depresión es crudo, y a la vez emotivo. Hay algo de falacia, pero para estar en una superproducción holllywodiense está muy bien, y muy conseguido. Hay mucha verosimilitud teñida del sutil maniqueísmo de Goldmsan, pero la gran depresión fue realmente algo así como lo que narra el film.

Con éste film pasa algo similar a cuando ves Ray, y es que es un excelente espectáculo, con el que uno se emociona tanto y lo vive con tal intensidad que no le impide ver las pegas, hasta pasar un día y reflexionar sobre ello. Ron Howard tiene ínfulas de hacer algo importante, pero es que su convencionalismo y su poca sutilidad. Hay que reconocerlo, por muy bonito que sea el film, Howard está a años luz del Scorsese de Toro Salvaje y del Eastwood de Million Dollar Baby.

No pretendo ser peyorativo, pues estamos ante un dignísimo y entrenteíndisimo espectáculo que vamos a vivir con mayor intensidad. No hay que dejarse llevar por la emoción. Se lo van a pasar en grande, van recibir golpes y se van a sentir emotivos. Un pequeño clásico, con solo una pequeña parte de aquel Hollywood poderoso y clásico que intenta recuperar. Howard debería aprender que no por ser mas convencional, va a ser clásico. Aquí lo consigue, tiene sus momentos, pero le falta sutilidad, saber insinuar, dar más matices. Al menos si pretende ser un clásico, ya que al igual que Zemeckis no asume su condición de artesano. Y Cinderella Man es un producto muy bien elaborado por el eficaz artesano que es Howard. Pasa lo mismo con la filmografía reciente de Zemeckis. Es correcta y tiene momentos excelentes. Pero de ahí no pasa.
Otro problema que tiene el film es su manipulación biográfica. Para asumir el rol de "héroe de las masas" que tiene que ser Russell Crowe, su guionista Akiva Goldsman manipula sin piedad la figura de Max Baer malbartando hechos convirtiendóle en un boxeador sin piedad, cuando lo de que mató a personas en el ring fue cierto, y tenía pesadillas por ello. Esta es una traba bastante grande, ya que Goldsman asume un maniqueísmo en favor de una "causa" que no lo justifica. Otro motivo más por el que Howard no podrá ser un clásico, aplana demasiado un villano que podría haberse convertido en un ser humano tanto o mas fascinante que el propio Braddock. No obstante remarco que Craig Bierko esta excelente, su personaje maltratado y manipulado.

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En definitiva un bonito espectáculo, que consigue entretenernos y emocionarnos. Solo por las maravillosas actuaciones (auguro merecidos Oscars para ellas, y nominaciones obvias para un film, idoneo para la competición) ya merece la pena verla.

Puntuación.: 6,5.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy entretenida película de superación personal, eso que tanto les gusta a los yankis (y a casi todo el mundo, vaya).
Está competentemente realizada por Ron Howard, un hombre que sabe lo que le gusta al gran público, aunque con frecuencia no logre hacer trascender sus films por añadirle más azúcar de lo necesario.
Aquí, al comienzo, parece que ocurrirá lo mismo. Las escenitas entre el protagonista y su santísima y amantísima esposa, rodeados de sus queridísimos hijos, hacen temer lo peor. Pero, por fortuna, no sigue ese rumbo, no del todo, vaya, pues ocasionalmente vuelve a él, y entra por otros derroteros más interesantes.
Lo mejor viene, sin duda, un poquito más tarde, con esa conseguida elipsis del protagonista mirándose al espejo tres años más tarde. Verle el rostro, sin más, ya indica en qué situación está, y tras contemplar el vestido de su mujer, todo está claro. Con pocos mimbres nos sitúa con acierto en su actual status social. Sin duda, un momento de buen cine.
Luego, en el resto del film, hay de todo, pero siempre narrado con agilidad y de forma clara, lo que se agradece.
Los combates están muy bien filmados y tienen fuerza. Algunos momentos, son incluso muy dramáticos, aunque le perjudica el saber cómo finalizarán los distintos combates. Es mejor cuando no se sabe quién ganará la lucha, digo, yo, vamos.
Pero yo me quedo, a parte de la excelente composición de Crowe como Braddock, el hombre a quien nunca tumbaron, con la impecable y desgarradora escena de la autohumillación del protagonista en el Madison Square Garden, cuando les pide unos miserables, pero muy difíciles de conseguir en aquella época, dólares, para lograr que les devuelvan la luz y recuperar así a sus hijos. Un momento en verdad emotivo que causa vergüenza ajena.
Si no hubiera sido dirigida por Ron Howard, un hombre que prima más la comercialidad que la profundidad, quizá habría sido una película con más sustancia, pero la verdad es que, tal y como ha quedado, gusta bastante o incluso mucho. Y además, pese a su larga duración, ni se nota (a menos que a un@ no le guste el boxeo, en cuyo caso mejor no entrar a ver la peli).

Iñaki Bilbao