Ode to the Disney Ducks
They ride tall ships to the far away,
and see the long ago.
They walk where fabled people trod,
and Yetis trod the snow.
They meet the folks who live on stars,
and find them much like us,
With food and love and happiness the
things they most discuss.
The world is full of clans and cults
abuzz as angry bees,
And Junior Woodchucks snapping jeers
at Littlest Chickadees.
The ducks show us that part of life
is to forgive a slight.
That black eyes given in revenge
keep hatred burning bright.
So when our walks in sun or shade
pass graveyards filled by wars,
It's nice to stop and read of ducks
whose battles leave no scars.
To read of ducks who parody
our vain attempts at glory,
They don't exist, but somehow leave
us glad we bought their story.
Mi historia favorita de niño, encontrada en una de esas ediciones de segundísima mano que se encontraban en Rastros provincianos, era Las Siete Ciudades de Cibola. La historia en cuestión, me enteré luego, fue una inspiración clave para En busca del arca perdida. No importa, eso explicaría la confusión que todo niño ya crecido debería borrar acerca de la verdadera (doble) naturaleza de Patoaventuras. En todo caso, el joven afectado por el ahorro y bendecido por el inglés puede leer Todo Barks aquí. Y sopesar a los otros maestros (no falta ninguno, desde el contemporáneo Al Taliaferro hasta el alumno aventajado Don Rosa y demás).
3 comentarios:
Madre mía, la de veces que habré leído las historias de Carl Barks para Disney en aquellos tomazos, "Yo, Tío Gilito" y "Yo, Pato Donald", editados por Mas-Ivars hace la friolera de treinta años. Barks es Dios.
Andes lo que andes no andes por los Andes.
Ah, esos Don Mikis de hace ya unos años donde lo mejor eran las historias de Donald & Co.
Ya tengo entretenimiento mientras no sale el segundo tomo de Popeye.
Publicar un comentario