Una serie que ha hecho de la referencialidad una auténtica base narrativa y del kamikaze toda una seña de sus principios es capaz de defraudar cuando, inevitablemente, cae en la mera repetición de sus rasgos de identidad más elementales.
Es cierto que este revival efímero de Dragon Ball tiene muchas cosas interesantes, aunque no estaría de más advertir que todas provienen de su jugada con la nostalgia. Las reapariciones de Gotrunks, el kame hame final de Gokuh, la aparición de un hermano perdido y oprimido por una raza, los innecesarios cameos de Yamcha y Krilín, todo responde a una construcción de la memoria que ha obviado sus peores momentos (en todo caso, GT) y ha esquivado esa parte del canon que lo hacía feo e innoble.
Una serie que destaca siempre por su capacidad para autodestruirse y expandirse, debería, al menos, ofrecer algo más que dos tímidos apuntes en su retorno. El primer apunte es que los villanos son ya absolutamente vehículos cómicos, al más puro estilo Neko Majin, sin apenas otra consistencia que la de la derivación extrema.
El segundo es la confusión: reproducir unos retales no significa reproducir todos los logros de una serie, sobretodo una tan mastodóntica, ni tan siquiera aproximarse al concepto de greatest hits. Es un episodio desangelado, pero no conviene perderlo de vista: el despiste al que somete al fandom es muy significativo. Este mejungue glaciar y pálido, casi cosido a esbozos de ideas, tiene más de tejido sentimental, de forma de recordar una narrativa que de celebración. Dragon Ball es, desde hace muchos años, una interminable y estupenda franquicia de merchandising, tan fructífera como alejada de cualquier presunto final. Y este es un epsiodio más, por supuesto.
Los fans no se pueden quejar: ya han encontrado al equivalente animado de los Rolling Stones.
2 comentarios:
En cierto libro de cierto festival de fantástico que, imagino, no tardará en llegar a librerías, hablo en profundidad de Toriyama y Dragon Ball. Lástima que no llegara a tiempo de introducir este OVA especial...
Ya la he visto, y decepción al canto. Mueve a la nostalgia de una forma muy facilona.
Suerte que los personajes siguen siendo igual de carismáticos que si no...
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