Algo pasa cuando Vladimir Nabokov empezó aclarando que la literatura es un lujo. Y los lujos hay que cuidarlos. También cuando la pedagogía ha tomado, por supuesto, a los libros. O puede que todo esté condensado en Cervantes. Don Quijote, nuestro personaje más memorable, terminó chalado por tanta lectura y así le fue, que tuvo que salir a descubrir el mundo y entró en lucidez cuando más lejos estaba de sus libros.
Recuerdo la excitación de la comunidad literaria, en uno de esos arranques de bondad, en la defensa a ultranza de Harry Potter. Está consiguiendo que miles de niños lean. Lo mismo y a la vez, claro, pero leen. Ese era el mérito, por supuesto. Luego a por las fans fictions y llega el chasco: ya no les leen igual y sólo queda la formación de pequeñas tribus. La lectura, en fin, no asegura comprensión, ni percepción. Ni tan siquiera la lectura de buenos escritores. Imaginaos todos los factores que hay en juego. Y digo todo esto porque Hijo Tonto se ha venido a currar un delicioso especial fanzineroso sobre El Problema de la Lectura. Y recuerden: ¡Hitler de niño leía mucho! Textos de Rubén Lardin, Minchinela, Lindyhomer y la maestría e inventiva de Eunice Szpillman. No van a encontrar más en menos.
Y por cierto, esa sería mi principal recomendación para el día 23: Hitler de pequeño leía mucho, un fanzine joven y sabio. En librerías y online. ¿Quieren leer? Aprendan primero a estar en contra. Por supuesto, leyendo (y no sé, pero diría que ya se explicó qué era el punk para el líder de la iniciativa).
Y si tuviera que proponerles una lista les diría que libros que YA LES VALE si regalan el 23 (estando antes tan bellos).
-Homo Sampler – Eloy Fernández Porta.
He estado releyéndolo y aglutina tantos momentos de lucidez memorables que me sería imposible continuar escribiendo este blog y pensando sobre la industria cultural y nuestra percepción sobre las jerarquías y los asuntos humanos sin él. Literalmente.
-La soledad de los ventrílocuos – Matías Candeira
Joven cuentista que, sorpresa, lejos de detenerse en su aburrimiento y falta de ambición deslumbra. Joven cuentista que, toma ya, toma los referentes más díficiles que puedan imaginar (Buzzatti, Chéjov, Monzó, Zapata) y sale airoso de la batalla (la del debut, la de estar a la altura). Su primer relato es un delirante espejismo de la caducidad en tiempos de delicioso y continuo spot ballardiano. Al final termina creando un paisaje surreal tiernísimo que sobrevive a la maldición de la blandenguería y del sentimentalismo: Candeira es un narrador talentoso.
-James Joyce –Richard Ellman.
Ah, el rigor anglosajón, capaz de hacer apasionante una biografía de un tótem del siglo XX y un fijo en la alta y grnadiosa literatura, sin caer en la mitificación excesiva, ni en el melodrama que parece ser el nuevo peaje de las noticias culturales y de cierto ensayo reciente. Una biografía bella, completa, elegante.
-Dietario Voluble – Enrique Vila-Matas.
Era casi una obligación leerlo para tener una sensación bienpensante al leer el periódico los domingos cuando había churros y zumos por aquello de la dignidad. En libro gana más, encontramos miles de lecturas amoldadas a su imposible y gozosa inteligencia con una mirada escéptica y rebelde a la vez. Es posible que incluso sus detractores lo encuentren intachable: en el dietario, Vila-Matas parece deslizarse con una libertad inaudita y demasiadas veces imperceptible. Lo explica mejor Andújar, claro.
3 comentarios:
No sé, yo en Candeira veo algo mucho más inquietante. Pero me gusta que pueda camuflar tantas cosas debajo de unos cuentos que alguien muy despistado pueda dar por "sosos" o "ramplones".
El libro de Porta está demasiado sobrevalorado, creo yo.
Después de haber leído tantas recomendaciones en tantos y tantos blogs, he acabado comprándome Homo Sampler hace poco. Es una pena no tener más tiempo para leerlo con calma, pero lo poco que he leído es muy interesante.
Lo de Eloy Fernández Porta aún no llega a Chile. Pero me interesa bastante...
Saludos Alvy
A
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