domingo, abril 19, 2009

My sunny one shines so sincere.


CJ7 (2008, Stephen Chow)

Versión obrera modelada sobre E.T., en CJ7, dirigida por un inconsumerable Stephen Chow, se habla de todo lo importante: de la importancia de los valores frente a los poderes, de cómo la integridad es lo único importante en tiempos de auge ultracapitalista y de, finalmente, la convivencia como única herramienta para mejorar la sociedad (mensaje rarísimo en el cine habitualmente considerado izquierdista). En esta película de Stephen Chow los ricos no son malvados y avariciosos para siempre, sino que siempre hay una oportunidad, algunas veces desperdiciada, de hacer un hueco en un mundo casi tan derrumbado como la casa en la que habitan sus protagonistas.

Chow habla de su país, por supuesto, una antigua dictadura comunista ahora transformada en volátil y ultracapitalista estado que parece olvidarse de los desfavorecidos, de la oportunidad que supone la educación no para triunfar, sino para conseguir una democracia civilizada y razonable, una sociedad dónde el altruismo sea un valor más allá del beneficio personal. Todo esto lo cuenta y lo transmite con un relato pequeño sobre cómo un perro juguete alienígena del espacio exterior no convierte en triunfadores a sus protagonistas, ni tan siquiera cumple las expectativas fantasiosas del infante (que espera sentirse realizado), sino que los salva cuando más los necesitan: cuando la desgracia irrumpe en el hogar de sus luchadores protagonistas. El estilo de Chow es magistral: abunda en las tomas de grúa a la Welles, pero las dota de una intensidad inaudita, reutiliza recursos propios de la imaginación de Akira Toriyama (las batallas espectaculares y cómicas, los escrementos característicos) pero los baña de una emotividad y una poesía que nunca tuvo el creador de Dr. Slump e iguala a Steven Spielberg al ofrecer una criatura del espacio exterior que sirve como punta de iluminación y referencia en medio de los resquicios de una sociedad que se sueña bella y ricachona, sin espacio para sus resquicios y en permanente construcción.

No hay que malinterpretar el legítimo final feliz de esta película, capaz de esquivar las subtramas hollywoodienses con un humor inquebrantable: el eco bello y espiritual de su feliz y multitudinario plano final lleno de animalitos nos habla casi de un modo alegórico del significado del arte (el artista debe darnos lo que necesitamos, no lo que pedimos, como decía Alan Moore y recordaba Minchinela) y de las ideas mismas: destinadas al cambio, a la mejora de un mundo en permanente ruinas y construcción morales, a proporcionarnos cierto aliento y una noción democrática alejada de cualquier otro propósito que no sea el del conocimiento. Si, CJ7, también habla de la sabiduría, aunque sea la de vivir, tal vez la más complicada de ellas. En definitiva, una obra maestra.

4 comentarios:

sesi dijo...

Casi me había olvidado que hace tiempo tuve intención de videarla... Gracias por hacer renacer esa intención. Ya te contaré, maestro.

PD:La crítica a Toriyama-san de rebote esta vez pase, pero que no se repita. XD

Javier Moreno dijo...

Uhm.

A mí me pareció basura.

De lo peor de Chow, francamente.

Anónimo dijo...

Como maestra es tambien su critica y su diseccion moral. Bravo!!!

Haciendo Amig@s dijo...

Es la versión E.T. de Chow, que es capaz de mezclar sentimentalismo irónico con una mala hostia soprendente. Una buena peli mucho más inteligente de lo que parece a simple vista.