jueves, julio 08, 2010

Mi vecino Bender

Ha vuelto Futurama y es una de las grandes noticias del verano para cualquier persona con dos dedos de frente. El problema es que han vuelto con un tercer capítulo extraño, que funciona porque termina con un chiste sobre zombies consumistas, fórmula increíblemente graciosa, pero desaprovecha todas las posibilidades de descubrir algo nuevo tras el corporativismo y de humillarnos de un modo más divertido e inteligente. Es ingenioso, pero la forma se intuye todavía baja, cogiendo todavía una estructura de guión que debe negociar con estos años de vacío, la aparatosa forma de las películas no ayudó demasiado, y que cuenta con historias de Matt Groening para compensar tanta espera. No está nada mal para esperar a narrativas absolutamente redondas como las que colmaban las temporadas anteriores. Un ejemplo prometedor es el segundo episodio, titulado In-a-Gadda-Da-Leela, que propone una revisitación del Paraíso en clave de simulacro francamente memorable e incluye una reescritura del propio Zapp Brannigan en clave serial de los treinta. No hay en los créditos de esta temporada, por cierto, homenaje enciclopédico a los cartoons y recomiendo la feliz relectura de los textos de Noel Ceballos para Elitevisión.

En Io9, portal elegante para amantes de lo scifi, encuentro esta imagen: un Bender imaginado como parte del imaginario miyazakiano. ¡Ah! Y otra noticia más de Ghibli, al menos mientras esperamos su versión de los Borrowers, porque este verano los estadounidenses podrán ver en cine la irregular y bellísima Tales from the Earthsea, el punto más bajo (y fascinante) del Studio Ghibli, dirigida por Goro Miyazaki, cineasta lastrado por su apellido y por lo inmenso de su fuente literaria.

1 comentario:

bydiox dijo...

Al parecer los primeros capítulos están teniendo un aire de cultura popular (al más estilo Family Guy) para captar a una audiencia que tenía la serie olvidada y que aún sigue con el regusto amargo de las películas.

A falta de ver el cuarto, el tercero es el mejor sin duda, aunque ojalá la crítica fuera más oscura y orwelliana.


Un saludo.