El Jefe Maestro se ha pasado todo el juego recuperando a su Campanilla particular, y el paralelismo no termina en verde ya verán, llamada Cortana y poca cosa más le queda que ofrecer al Halo 3. Toda la ingeniosa y absolutamente chorra trama pseudomística de los anillos queda reducido a un vulgarísimo escenario de geopolítica vía space opera que ofrece una divertida idea del shootem up como ingeniosa buddy movie sin necesidad de multijugador pero también un final, a todas luces, sentimentaloide y encima con toda la emoción dejada atrás. De hecho, resulta hasta cierto punto curioso la de cosas que comparte Halo 3 con Call of Duty 4, entre ellos reservar una persecución megaespectacular para el final y en decidir que el último duelo sea de lo más intrascendente, en el caso que nos ocupa una bolita con síndrome de conciencia (y cuando se vuelve mala se pone Roja ¿cojen el chiste?), que supone un giro más divertido que conseguido. De hecho, parece que el juego se pierde cuando tiene que enfrentar el misticismo de su trama principal (algo pretendidamente épico, ya saben, el destino de la galaxia y demás) con las criaturas evidentemente lovecraftianas que habitan en su interior. El resultado es tremendamente desigual: el juego ofrece grandes momentos en su desarrollo (¡el duelo con los dos Scarabs! ¡Todas las persecuciones excepto la final! ¡el tanque! ¡los aviones!) pero un clímax inneceseriamente largo para lo que resulta. Uno esperaba enfrentarse a un megagusano y aunque la idea de entrar en sus entrañas ofrece posibilidades metafísicas y de horror puro, lo cierto es que al final Halo 3 es la historia de cómo Peter Pan recuperó a Campanilla, y de paso su sombra. Cerrado, eso sí, con la peor secuencia de video que recuerdo en muchísimo tiempo pero que no olvida dejar la puerta abierta para arreglar el desaguisado con lo que más queremos: tiros, colorines y bestias enormes, cada vez más absurdas y cada vez más enormes.
jueves, junio 05, 2008
jueves, mayo 29, 2008
El shooter como celebración del placer: Ante el declive del cine
Halo 3 Full Combat Partes 1 y 2 dirigidas por Blonkamp.
Si hay algo que para mi marca la visión de Noel Ceballos sobre Indiana Jones IV es la propia definición que otorga a la película y por extensión a un cierto tipo de cine: celebración del placer. ¿Cuánto hacía que no leíamos esa expresión dentro de la la cada vez más experimental situación del cine? Es una etapa de transición mayor que incluso la que supuso la televisión porque el cine se enfrente al nacimiento de una era audiovisual que lo deja a un nivel puramente social. De hecho, lo que Lindyhomer sostiene es que obras como Speed Racer representan al nuevo arte, la nueva vanguardia de la que David Foster Wallace hablaba en su ensayo obligatorio E Unibus Pluram.
Halo 3, en ese sentido, no es una obra de un calado tan importante como el de Half Life o el de Portal pero si que marca la inferioridad del cine. La canibalización es evidente y la respuesta puede estar en esa misma lógica que en su día inspiró a un medio como el de los videojuegos, por eso los Wachowski o Michael Davis o Gonzalo López Gallego tienen clara que es posible aproximar ciertos guiños/planificaciones visuales como respuesta a algo que empezó primigeniamente en su mismo medio. Los Wachowski recurren al manga y al anime, ambos marcados por la velocidad y la dinámica de unas lineas cinéticas y en la construcción de escenas de acción larguísimas y cada vez más imposibles y estáticas. Davis recurre a una estética de cartoon a lo Warner Brothers (y no conviene olvidar a Sam Raimi con su fundacional Evil Dead 2 en este asunto) en el mismo personaje y en la misma construcción narrativa de la película: igual que enlos mejores cortos de Chuck Jones, los tiempos muertos de Shoot'em'up (toda una declaración de intenciones para matar y resucitar al cine) solo sirven para dar lugar a un chiste y a la posterior construcción de varios, con la condición de que otorguen un dinamismo casi imposible. La adaptación de Halo, se cumpla o no, ya observa en la misma decisión de Neil Blonkamp un diálogo completamente interesante, aunque su obra relacionada con la saga de Bungie Studios se quede en los cortos realizados para el lanzamiento masivo de su tercera entrega: Blonkamp se ha caracterizado por una interpretación entre social y metafísica de la ciencia ficción, y el diálogo que puede mantener con Halo es del mismo calado. No es que se trate exclusivamente del interés y formalidad del cineasta Blonkamp, es que se trata de una de las únicas interpretaciones viables. Halo 3 es, a cada nivel, más divertido y emocionante: los videojuegos no pueden renunciar a la emoción porque la tienen implícita en su inigualable interactividad. La única forma de emular un shooter caracterizado por su estética absolutamente bella (los caricaturescos villanos, los divertidísimos duelos en coche que demuestran cuan rudimentario es en cuanto a opciones COD4) y sus galerías de villanos larguísimas. A lo sumo, Blonkamp y los responsables sugieren colocar al icónico Jefe Maestro de secundario de lujo por su carencia misma de peso emocional. Más allá de lo correcto/estúpido de la decisión, resulta clamoroso el hecho de que el cine debe renunciar a los iconos de un medio posterior a él como es los videojuegos. Sencillamente, a través de la réplica es incapaz de generar emoción. Esto es, evidentemente, demasiado significativo. Sería pues bastante interesante ver como Blonkamp convierte una odisea de ciencia ficción chorra en una hiperrealista historia futurista de caráctr terrenal y doloroso.¿Podrá Blonkamp responder con planos secuencias imposibles a la plasticidad inherente en todo shooter y más en Halo 3 con sus deliciosas perspectivas a través de los vehículos? La respuesta parece, de momento, negativa a pesar de Cuarón. Sería el discurso más sincero sobre la necesidad de la interpretación y la imosibilidad de competir contra un medio nuevo, joven y con unas posibilidades… todavía tan amplias y en vigor como las de su nacimiento, además de ese lenguaje construido sobre imágenes mucho más potentes que las que todo realizador cinematográfico puede soñar al construir sus películas. Y todo eso, a pesar de la industria del hype.
miércoles, mayo 28, 2008
El señor del anillo

En todo caso Halo funciona estupendamente como una expoit elevada a la épica. Su mezcla indiscriminada de una parafernalia épica con una multitud de razas alienígenas (que roza lo chorra) más una serie de leit-motivs que la hacen todavía más derivativa (las visiones de su aguerrido protagonista, el misticismo alucinado que rodea a los Covenant y al anillo) la hacen divertidísima. El protagonista es icónico e inexpresivo (venido directamente de la tradición larga de androides/superhéroes que siempre ha tenido el género y yo pienso en Soldado Universal en particular) y hay momentos sublimes por clásicos: la protección de la desportegida última base y la mezcla extarñísima de odisea bélica con los elementos más absurdos de la space opera. A pesar de notarsele su inevitable sentir épico de fin de fiesta, de momento como primer contacto con la saga Halo 3 está siendo más despreocupado de lo que se lee y eso es consolador. Veremos como termina.