Afuera el país transparente
Un adivino en su elemento
André Bréton, La casa de Yves
Convertir la palabra en la materia
donde lo que quisiéramos decir no pueda
penetrar más allá
de lo que la materia nos diría
José Ángel Valente, Materia
La guerra de los medios se tradujo en la conversión momentánea de las firmas en estrellas que podían fichar por la competencia, por diversos motivos. La última ficha en moverse ha sido Carlos Boyero, uno de los críticos de cine más conocidos, que se ha ido del diario El Mundo al más afín El País, con un halo de jubilación dorada. Lo que me desconcierta más del asunto es que el diario global ya había fichado al mejor crítico de cine posible. Jordi Costa es, a día de hoy, un testigo por fortuna nada mudo, un llanero solitario ante el desértico mar de la crítica contemporánea, cuyas aportaciones a la crítica cinematográfica sólo parecen continuar con extremo riesgo John Tones, Antonio Trashorras o Noel Ceballos. El crítico Costa se ha desviado de su línea habitual, este año, con unas alarmantes críticas políticas a 300 y El Laberinto del Fauno, discutibles y extrañas, casi diríamos que sorprendentes, en la medida que 300 fuera denostada por su condición de producto culposo, señalizador, aplicando una estrategia cuanto menos extraña, por ser de un marxismo trasnochado, a una ficción que fue concebida inmediatamente anterior. Su brillante, en todos los aspectos, reseña de Soy Leyenda devuelve al Mostrenco a la categoría habitual de indudable, irreprochable y hasta maravillosa. El panorama parece interesado en una crítica gloriosamente paleta (la de Boyero, de intelectual madrileño tardío y lenguaje d'estar per casa, en las antípodas de Guarner) o gloriosamente, o voluntariosamente estéril.
Costa es el paterfamilias de una generación que, por decirlo de algun modo, entiende la crítica cinematográfica como una pequeña concreción de la crítica cultural. O dicho de otra forma: la película, igual que Tones se refiere a los videojuegos en el editorial de Xtreme de diciembre, no es una cosa que deba interpretarse partiendo y terminando sólo en ella misma. ¿Sería posible leer una crítica, condenada por el poco espacio, capaz de hablarnos de los logros de Matheson, de las versiones anteriores y de ésta con tanto talento y sugestión? Tras la generación emule, o la blogoesfera as you prefer, la militancia fanzinera ya no significa lo mismo, no tiene apenas sentido. Una crítica cinematográfica actual no puede permitirse el lujo de ignorar a Fulci ni de pasar de puntillas ante el primer Godard y con ello hiperbolizar la validez del último, de esquivar los logros de del primer Kar-Wai para ignorar la suavización estílistica y manidez de su última etapa, y todo ello sin comentar tesoros estéticos como En el ojo del huracán (1998, Tsui Hark) o auténticos homenajes al verdadero sense of wonder como Return to the 36th Chamber (Chia-Liang Liu). La reseña debe situarse directamente tras Costa, Tones o el mismo Ceballos siempre, debe dejar de conformarse con vivir escondida en una trastienda anterior a la existencia de los nombres citados (entre muchos otros: Jonathan Rosenbaum, Kim Newman, Mark T. Conrad, el fanzine ANSWER Me! o los mismos logros de la Cahiers original, que reivindicaba, entre otras cosas, un cine defenestrado por un sello que ahora es deliciosamente elitista llamado noir). Y a partir de ellos hay que seguir intentando la crítica.
7 comentarios:
Pues gracias por lo que me toca, hombre. No me veo tan claro merecedor de ese honor... La crítica de Jordi Costa de Soy Leyenda es sensacional: encontrar menciones a los comics de la Warren, una reivindicación de la versión Heston o trazar como precedente de La Noche de los Muertos Vivientes (¡el nacimiento del cine de horror moderno!) a la versión Price es algo que nunca creí que vería en El Pais. Voten alto y fuerte, con sus votos, las críticas de Jordi: tenemos que hacer que siga ahí, escribiendo con tan buen juicio en un medio de tanto alcance.
Es un crack. Hay algún otro en el mismo diario que me revuelve las entrañas, pero me lo callo. Al menos de momento. Soy un cobarde. En Sitges pude charlar con Costa y es una persona asombrosa. Otra de mis debilidades es Palacios. Creo que no tengo muchas más. Bueno, sí. Descubrí a Roger Ebert cuando en 1992 "me recomendó" Wayne´s World. Desde entonces le respeto y le leo a pesar de que últimamente se le va un pelín la pinza y no coincido demasiado con él. Y dice que Juno es genial.
Saludos postnavideños!!!
Bien!....aunque Costa no me mate.
Saludos
Yo tengo que agradecerle la gran equivocación que ha tenido al nombrarme en el post.
Reivindico a Kim Newman, un crítico al que me creo aunque defienda opiniones absolutamente opuestas a las mías (cinco estrellas a "Batman Begins").
es que esa tirria a Batman no la entiendo, emperatore!
Uhm. No, joder, Jim Goad no tiene NADA que ver con lo que dice. Jim Goad es ausencia de conocimiento, el omitir (deliberadamente) las fuentes, la creación de nexos gratuitos y una espiritualidad redneck que justifica todo lo anterior. Jim Goad es el bien y el amor, pero no se confunda: es como sustentar la capacidad como escribiente de Costa en la lectura de Ermanno Cavazzoni y no, pues, va a ser que no.
Creo, sí, que falta mencionar a Wheldon, a la gente de FilmFax, a los de Video Whatchdog y, sobretodo, a los de Shock Cinema. E inclusive mencionar que la concentración en obras particulares , como si no tuvieran nada al rededor, cómo si no formaran parte de un todo, viene de Cahiers du Cinema. De la mala lectura de Cahiers du Cinema. Y ahí otra cosa que tiene que ver con el levantar al crítico con una lógica que, ejem, le daría el Lugar de COSTA a gente como Spaulding.
Tiene gracia; anoche me acosté tarde por oir a Costa hablando de Plácido. Me interesa, siempre, lo que dice. Y me recuerda a usted, al que le deseo un feliz año. Un abrazo.
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