John Updike empezaba su cuento La piscina huerfana diciendo que “Los matrimonios, lo mismo que los compuestos químicos, sueltan, al disolverse, cantidades de energías encerradas en su unión.” Así pues la família podría ser la definición perfecta de fusión radioactiva: la liberación de energía se produce, precisamente, en la unión de dos núcleos. En Gertrudis y Claudio, además de poner en práctica esa frase que dice mucho de su genial estudio sobre las relaciones humanas en la modernidad esa, Updike demostraba una cosa con su habitual sabiduría: Shakespeare podría ser también todo ese conjunto de pasiones levantadas y destruidas. Francis Ford Coppola precisamente tomó el lado trágico del dramaturgo para decirnos que la família es lo primero que matamos para mantenerla. Y en un eslabón perdido, entre la tragedia familiar gangsteril inaugurada por el cineasta fundador de la American Zoetrope y la cotidianeidad impasible del escritor judeamericano, nace ys e hace James Gray, el nuevo anatomista del verdadero hombre americano: el gángster que ya no lo es tanto.
Desde que Henry Hill decidiera recoger su diario o Carlito Brigante quisiera volver para deshacerse de su pasado, han pasado muchas cosas: el homo gangsteril se ha convertido en un fumador de porros, en un cotidiano padre de família y finalmente en una aburrida fashion victim londinense que escucha a Oasis. En tiempos en los que Coppola pasó a mejor vida (¡de qué iba El Padrino 3!), Scorsese hace remakes de películas de Hong Kong, un cine que en su día estuvo bajo la sombra del cine Scorsiano y Tarantino ya dijo su última palabra de gangsterismo noir con Across the 110th street, Gray decide tomar la família como gran tema y la Mafia como gran rema. No nos engañemos: estamos lejos del exotismo norteamericano definitivamente muerto, porque a los italoamericanos los conocemos a todos, a los portorriqueños tambien y aunque no lo crean a los afroamericanos también. Gray empezó filmando la menos exótica película de mafias rusas (Little Odessa) y siguio con The Yards, maravilloso ejemplo de noir evolucionado a partir de unas tradiciones y parido por lo que es, sí, un autor con temas que volverán en su esperadísima We own the night, que le ha vuelto a costar otros siete añazos de silencio.
The Yards es trágica pero huye de la operística, está llena de una música funeraria compuesta por un Howard Shore espléndido pero huye de cualquier rasgo étnico y está interpretada por un triángulo amoroso que, por el peso de las circunstancias, ni siquiera tiene tiempo a presentarse como tal. Leo Handler el más heroico de los antihéroes condenados al fracaso descubre los entresijos de su familia: Frank Olchin, su nuevo tío postizo, esposo de la hermana de su madre, gestiona los materiales del metro y Willie Gutierrez, el mejor amigo al que no delató y por el que fue a la cárcel, novio de su prima Erica y el que gestiona a los proveedores de Frank. Dales lo que quieras, dice Willie. Pero a Gray poco le interesan las historias de poder y ascenso, porque sabe como terminan: The Yards es una historia de pérdida y de dignidad, de un hombre dispuesto a hacer algo valioso aunque le cueste el honor. En una escena vemos que significa el honor: sobornos, silencio y mantenimiento. Leo Handler pierde a su prima, un amor prohibido narrado en elipsis y silencios y salva el pellejo, claro, pero todo eso es porque Gray sabe que todas las victorias son amargas.The Yards con sus travellings laterales, sus melodías de Peggy Lee y Petunia Clark que anuncian que ese tiempo pasado fue igual de triste y duro se revela la gran historia americana: minimalista, subterránea, triste y dolorosa.
2 comentarios:
Un amigo tuvo la suerte de ver en Cannes "We own the night" y quedó deslumbrado. ¿Por qué no mencionas "Promesas del Este"? Curiosamente -como vínculo de unión- también cuenta con música de Howard Shore. Feliz año.
Me sobran algunas, muchas cosas de promesas del este. Cosas que nunca estuvieron en Little Odessa, NUNCA, a pesar de mayúsculo Mortensen. Así que no quiero dar pie al instinto "critico la peli de Croneneberg a la mínima", pero tuvimos un debatarro por el lamento de portnoy, pásese y busque.
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