sábado, enero 12, 2008

Ausencia de pericia

El clímax de Vieja Escuela, una maravillosa novela de iniciación escrita por el experto Tobias Wolff (su memoir Vida de este chico no sólo es exitosa, sino ejemplar) presentaba a su protagonista se encuentra con la escritora, otra alumna como él, de la que ha plagiado su cuento, que ha recibido miles de premios, y descubre pasmoso la distancia que hay entre ellos, a pesar de que la historia que copió era la suya, su autora y su universo poco tenían que ver con él. A Wolff le basta una merienda del todo incómoda para hablar con mucha claridad el díficil matrimonio entre la interpretación simbólica, la creación literaria y las relaciones entre ficción y realidad. En su último libro de relatos, Exploradores del Abismo, Enrique Vila-Matas sorprende con Porque ella me lo pidió, un relato sobre la petición de Sophie Calle al escritor: que le escriba una ficción que ella reproducirá durante un año, en su vida. Briony Tallis, a diferencia de Vila-Matas que se negó a hacerlo (pero escribió el relato sobre la proposición, dando a la historia otro cariz), escoge a una víctima que no pretende serlo y le dibuja una ficción que deviene en tragedia. Ian McEwan, novelista irregular que logró su propuesta literaria más elaborada en Sábado, dio síntomas de construcción interesantísima en Atonement por su voluntad de escribir una historia muy parecida a la de Wolff, cuyos grandes momentos nunca eran tales ni tan siquiera aconecían: Briony Tallis era una heroína casi wolffiana que se enfrentaba al peso de la Historia contraponiendo su minúscula y ficticia historia.

El director de la muy complaciente y liviana Pride & Prejudice era, de entrada, el tipo menos indicado para llevarla a cabo. Y también Keira Knightley, una protagonista equivocadísima, cuando el peso del libro recae siempre en Tallis. Lo peor del asunto, es que la adaptación ya no era indicada de por sí: el libro funcionaba por su construcción tremendamente literaria y sus mejores artificios eran puramente narrativos. Como era de esperar Atonement es un drama transgresor para gente que en su vida va a leer el original y una película mainstreamer para cualquier espectador ávido. Wright no esquiva cierta amargura pero es impostada.: el segmento dedicado a la guerra, con su cuidadísima puesta en escena y un magnífico diseño de producción, tiene un paralelismo sorprendente con la adaptación de Soldados de Salamina o la todavía peor (y más aberrante y prestigiosa) The English Patient, otro destrozo de Oscars de una novela complejísima de Michael Ondaatje, y es que ambas eliminan los momentos más climáticos de libros deliberadamente antiépicos y reflexivos sobre su propia construcción, para llevar a cabo una simplista reflexión sobre el poder de las mentiras, que de no ser por el epílogo sería directamente anti-mcewianana.


Un epílogo algo vergonzoso, con otra idealista escritora buscando una redención que no puede ser tal, que denota una profunda ignorancia perpetuada en el cine a la hora de intentar trasladar los personajes de escritor, que se han convertido más que en una persona que escribe, en vagos estereotipos con cara de estar recitando a Rimbaud a todas horas y muchísima introspección por delante. Por supuesto este magnífico estereotipo se debe a la entereza de la actriz que suele insuflarle algo más de energía que esquiva el guión: fue Emma Thompson en Stranger than fiction y aquí es Redgrave. En cierto sentido, Atonement revaloriza The Prestige en el terreno de las adaptaciones literarias: la cinta de Nolan era un entretenimiento notablísimo que ponía en evidencia la imposibilidad de reproducir la maestría de Priest por sus giros borgeanos, pero la cinta de Wright es peor, porque se situa por encima de su material de partida y propone unas reflexiones bastante irrelevalantes sin tener demasiado claro el significado verdadero del libro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La novela de McEwan me gustó. Solo un apunte lateral a tu comentario: si la memoria no me falla, Vila-Matas sí realiza el encargo de Sophie Calle; es esta la que no cumple su parte (aunque al final del relato Vila-Matas reconoce que Sophie no le hizo dicho encargo... pero en el mismo, el personaje Vila-Matas sí que escribe la ficción que ella deberá "vivir"). No sé si lo he aclarado o lo he liado más...

El Miope Muñoz dijo...

Perdone, me refería a la historia real que hay tras el relato y la pirueta que adopta el relato tras esta premisa.

irene dijo...

De hecho, dudo que el fin sea dejar claro el verdadero significado del libro.
Gracias por tu blog, lo sigo hace tiempo y admiro tus artículos.