martes, enero 08, 2008

Breve diccionario para jugar Crackdown

Alias.
Serie-matriz que resume todo el espionaje ficticio y lo agrupa en temporadas, por aquello de la organización y la jerarquía. La vena más pop de Alias, que parece sacada de Mentiras Arriesgadas, el Nick Furia de Steranko y la serie original de Misión Imposible, es referenciada incansablemente en el juego: esos puntos de contacto y esa construcción de La Agencia como lugar supersecreto lleno de coches molones, sacados ya directamente del Bond fílmico, pero en lugares aparentemente rídiculos, que nos recuerda al perfecto homenaje sacado de la season 4, con esa ubicación en el metro de los ángeles.

Bond, James.
¿Qué es Bond, en un terreno literario, sino un espejismo del sueño húmedo de una gran bretaña potente, postcolonial y con un MI16 fuerte y capaz? El protagonista de novelas como Casino Royale o Goldfingerque sentó las bases de las agencias que mueven hilos en un inconsciente colectivo, es una base para este Agente: no rechista y cumple su trabajo.

Castellari, Enzo G.
Cineasta romano que en los años 80 glorificó un futuro postapocalíptico partiendo de dos películas norteamericanas de éxito como fueron las geniales The Warriors (Walter Hill) y 1997. Rescate en Nueva York (John Carpenter). La estética del pasadomañana postapocalíptico deliberadamente ochentera del juego está más cerca de 1990: Il guerrieri del Bronx, furiosa muestra de exploitation con raza, talento y ritmo en toda su trama (un hombre solo capaz de hacer frente a un montón de bandas que oprimen a una ciudad entera en un momento indefinido), que de las melancólicas aventuras de Snake Plissken o el clasicismo interno de la obra de Hill y sino vean el parecido entre el prota inicial del Crackdown y el icono subcultural Fred Williamson, una de las estrellas de 1990 y otras, no menos importantes, como la maravillosa 2072 de Lucio Fulci, la maldita Warrior of the lost World y la bella I Nuovo Barbari.

Cloudbusters
Uno de los miles de anuncios que deambulan por Pacific City, haciendo referencia a otro clásico acumulativo del audiovisual reciente: Ghostbusters, una comedia de Ivan Reitman capaz de incluir posesiones diabólicas, iconos de galletitas convertidos en nuevos monstruos gigantes (toma definición lateral de la década en la que se rodó) y dioses milenarios resurrectos en una Nueva York que parece filmada por un Woody Allen tuerto, además conveniente e inteligentemente parodiado en el estereotipo que encarna Rick Moranis.

Ellis, Warren.
El autor de obras como Transmetropolitan se ha acercado a las propuestas del Crackdown en más de una ocasión: en The Authority propuso un grupo de superhéroes como protectores globales y en Next Wave: Agents of Hate los puso al servicio de la lucha antiterrorista. El concepto del héroe como mercenario de lujo en un sistema descaradamente imperialista y global es cien por cien Ellis pero alcanza sus cotas más expresivas y pop en Mark Millar.

Golden Harvest.
La competidora hongkonesa de la Shaw Brothers, que vivió su mejor momento en los años 80 cuando produjo lo que en ciertos videoclubs (ya sean madrileños, neoyorquinos, angelinos o barceloneses) se llama un boom de clásicos ocultos, imperfectos y hasta adorables. Desde sus incursiones más mainstreamers, siendo aún así plenamente independientes, como Las tortugas Ninja o la inolvidable El protector hasta auténticos tesoros como los supercamorristas, la golden harvest dibujó en las citadas películas urbes llenas de bandas, luchadores chinos, ninjas, valientes y aguerridos, y un estado mental que Crackdown reproduce con fidelidad pasmosa: el de esos 80 en el que los sueños más inolvidables podían estar construidos a partir de psicosis sociales.

Jones, David.
Creador del Crackdown, entre cuyos créditos figuran, naturalmente, los dos primeros GTA's, las auténticas revoluciones de los juegos contemporáneos, que se vieron aumentadas con el boom 3D que supusieron GTA 3 primero y GTA Vice City después (GTA San Andreas fue una confirmación, una adenda que tiene más de hipérbole que de juego per se). Lo que ocurre después, con sus miles de exploits y la secuela GTA IV en el horno de la seriedad aparente, es maravilloso: Crackdown planteado como respuesta a la franquicia GTA por su mismo creador. Y le gana en goleada: el equipo de Jones ha manejado un paisaje referencial muchísimo más pajero que el del GTA Vice City, juego casi perfecto, que se ve hundido ante la mezcla letal de estéticas pasadas, banda sonora sucia, libertad total y superpoderes que propone el juego de Jones.

Morrison, Grant.
El guionista escocés no podía parecer más alejado de la temática (tremendamente ultimatera) del juego: sus obras más emblemáticas son aquellas que proponen a Philip K. Dick como una ventaja para hablar de las realidades venideras a partir de las estrategias narrativas de todo el catálogo de la Cult Library (Ballard, Pynchon, Burruoghs, Anton Wilson) como The Filth o The Invisibles. Sin embargo el juego da un giro (interesantísmo) que bien podría ser el principio de The Invisibles.

Shoot'em'up
Otro anuncio en la ciudad de Pacific City: esta vez de una película estrenada ya, dirigida por un debutante Michael Davis en estado de gracia visual. La fuerza y ritmo completamente cartoonescos encajan muy bien con la estética tebeística del juego propiciada por un cell shading fascinante.

Robocop.
La base de todas las batallas. Rodada en 1987 por un Paul Verhoeven en su mejor momento (venía de rodar El cuarto hombre y Los señores del acero, y sus siguientes películas serían Desafio Total, Instinto Básico, Showgirls y Starship Troopers), la película sienta la base de todas las batallas ultimates: un superhéroe creado para servir a una corporación y limpiar una ciudad del pasadomañana en ruinas por la delincuencia juvenil de las bandas como es Detroit. El Agente, genéticamente mejorado y con una conciencia más que dudosa, proviene de toda la mitología auspiciada por el mejor superhéroe no salido de las viñetas.

Shield, The.
Creada por Shawn Ryan y con una puesta en escena que entiende que el hiperrealismo es también el granulado de la cámara digital, The Shield es la nueva gran serie de esta década, sin casi discusión en la estupenda regularidad de sus tres primeras temporadas y el subidón interminable, con unos giros y una consciencia respecto a sus personajes envidiable y en ocasiones tebeística. Vic Mackey, el líder de The Shield, es también como el Agente alguien de quien su agencia se desentiende cuando toca dar la cara y los villanos son exactamente los mismos: latinos, rusos y chinos. Crackdown convierte el dolor de The Shield en el doble de secuaces y el doble de referentes toma prestado un fondo similar.

Ultimates, The.
Obra clave del guionista escocés Mark Millar (con dibujos increíbles de un espectacular Bryan Hitch), quizá el más importante de los guionistas en el mainstream norteamericano. Tras su etapa en The Authority, Millar da el salto en su puesta al día de Los Vengadores para la nueva línea Ultimate de la editorial Marvel. Sustituye la ironía visible, por la sátira subterránea y total, con el emblema superheroico transmutado en un grupo militar de superhumanos al servicio de la Casa Blanca, encargado de destruir a todos los terrores, ahora supervillanos políticamente peligrosos. Convirtiendo la lectura en estructura, Millar no es menos tímidos para tratar la superfície: Hitch dibuja a los personajes como auténticos iconos pop (todos se parecen a un determinado actor, simulando así un casting para venideras adaptaciones cinematográficas). Todos los miembros mejorados genéticamente del Crackdown que trabajan para la Agencia, recuerdan sospechosamente a los Ultimates: sus superpoderes tienen explicación hiperrealistas y su intención no es ya matar a los malos, sino expandir la dominación. La idea del superhéroe como bastardo mercenario de acento cool, llevado a sus últimas y más incomprendidas consecuencias, es puramente millariana, a pesar de sus orígenes ellisianos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya, pues me ha convencido usted. Por cierto, ya estoy con la quinta de "Alias" y me parece que hay cosas puestas ahí para que los de Television Without Pity se relamieran de placer.

Aún así, de alguna manera extraña y a todas luces inexplicable, me está incluso molando.