Parece que Don DeLillo, naturalmente empeñado en narrar desde las ruinas del futuro, haya hecho su obra más incontestable, más díficil, más irreprochable. Con un compromiso (más con la conciencia que con la política in strictu sensu) que es capaz de desarmar a sus detractores, esos que le llaman histérico o posmoderno. Da igual, al revisar su última novela los resultados siguen siendo escalofriantes, de una valentía indudable. John Updike estaba, para supongo deleite del lector, con algo de esperanza todavía. Situaba su acción en su contexto clásico (sexo y madurez) pero también la reflexión en un lugar inhóspito, pesimista. Quedaba para el narrador todavía algo de esperanza, humanista toda ella. DeLillo no conoce la esperanza pero tampoco es ese misántropo que se disfraza de escritor. DeLillo se mete directamente en el dolor. En las conversaciones. En el hundimiento. Y eso es lo que me parece francamente díficil. Por supuesto, algunos pasajes de esta novela son 100% marca de la casa. En la página 221 escribe:
"Contaba al revés de siete en siete, empezando en cien. La confortaba hacerlo. Había contratiempos de vez en cuando. Los números impares eran espinosos, como ir dando tumbos violentos por el espacio, resistiéndose a la fácil marcha de lo divisible por dos. Por eso era por lo que querían que fuera restando de siete en siete, para hacérselo menos fácil. Podía bajar hasta los números de una cifra sin un solo tropezón, normalmente. La transición más inquietante era de veintitrés a dieciséis. Lo primero que le ventía era diecisiete. Siempr eestaba a punto de ir de treinta y siete a treinta, a veintitrés, a diecisiete. El número impar, autoafirmándose."
Y otros en los que urga, en calle, en las víctimas, en la impotencia. Esto ya me resulta de una ejemplaridad que no veía desde…. Camus. Que DeLillo era un genio lo dudaban pocos pero que era un irresponsable (por posmoderno, convertido en adjetivo por los que se niegan a cultivar significados y sí palabras prejuiciosas) todavía muchos. Y esto escribe en la página 227.
"-Si ocupamos el centro, es porque vosotros nos ponéis ahí. Ése es nuestro verdadero dilema – dijo -. A pesar de todo, nosotros seguimos siendo América, vosotros Europa. Vais a ver nuestras películas, leéis nuestros libros, escucháis nuestra música, habláis nuestro idioma. ¿Cómo vais a dejar de pensar en nosotros? Nos sestáis viendo y nos estáis oyendo todo el tiempo. Pregúntate una cosa. ¿Qué viene después de Estados Unidos de América?
Martín contesto en voz baja, casi distraídamente para sí mismo.
-A Estados Unidos ya no lo conozco. No lo reconozco – dijo – Hay un vacío donde antes se hallaba Estados Unidos"
5 comentarios:
Lo de DeLillo a mí me gustó mucho. Mucho más que sus dos últimas novelas que eran bastante flacas (en especial "Body art").
Creo que luego de hacer algo como "Submundo" es difícil para cualquier escritor plantearse una nueva obra, en especial para un escritor tan, pero tan coyuntural como DeLillo.
(Dejo el link del artículo que hice de DeLillo por si te interesa verlo:
http://www.zona.cl/historicos/2008/07/01/memorystick.asp )
Para mí The Body Artist/Body Art es un gran ejemplo de cómo reaccionar a la escritura de submundo. Una de mis novelas favoritas de DeLillo, más que Cosmópolis.
No tiene nada que ver con Delillo, pero la idea de la poética del fotolog adolescente me pareció trés chic, tal como cito acá. Solo eso.
Un abrazo,
http://www.rba.es/libros/lartista-del-cos_don-delillo_libro-OMAG715.jpg
Aún no he leído a Delillo, pero me han dicho que el tío sabe lo que se dice. SAludos
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