sábado, agosto 01, 2009

Apuntes sobre Susannah Clarke

Estoy leyendo Jonathan Strange y el señor Norrell, lanzamiento que Bloomsbury, la editorial que llegó a la estratosfera gracias a JK Rowling, tuvo la fortuna de ver bautizado como el 'Harry Potter para adultos'.

Hay un uso divertido de las notas al pie como modo de aportar una biblografía falsa y, a veces, a la manera de Manuel Puig, de describir situaciones concretas de personajes insignifcante. Es un gran dominio literario el de la historia desarrollada a través de las notas al pie, aunque no aporte nada de lo que Nabokov, Pynchon o Foster Wallace han hecho ya antes: si que sofistica la propuesta de un modo inesperado, ligándola más con la Historia Alternativa y la ficción especulativa antes que con el amaneramiento aburrido de un Tolkien empachado de excesos mitológicos equivocados.

Más plomiza es la propuesta de la novela en sí. A cada acierto, sigue un aburrido pasaje de descripciones sacadas de Jane Austen, esa novelista cuyo apodo de irónica la ha convertido en prescindible para cualquier lector exigente. Pero Austen tenía cierto valor o cierta relevancia concedida por el contexto y Clarke se limita a un ejercicio de mímesis bastante banal, más que discutible, puramente aburrido y gratuito. Las mujeres son infelices para siempre y jugando con su tristeza, con su condición de escapar y con las costumbres agota al lector. Nada es nuevo y todas las descripciones se vuelven fácilmente sistemáticas. La novela funciona cuando es una sofisticada historia de magia que se desarrolla de un modo práctico antes que mitológico, sin recurrir a los grandes (y aburridos) enfrentamientos del bien contra el mal que tanto abundan en otros libros.

De Dickens quiere sacar esta autora su condición de cómica exagerada. Es pronto para sacar conclusiones, pero es una novela con los defectos típicos de uno de sus admiradores, Neil Gaiman, y muchas virtudes propias del iconoclasta Terry Pratchett.

4 comentarios:

Ramón Masca dijo...

Por no hablar del fusilamiento de Robert Kirk (que explica también los "destinos trágicos"), que creo que lo aleja años luz de un "Harry Potter para adultos" y lo hubiera hecho un perfecto vibrador para magufos de pegar más fuerte. Por lo demás, después de Tim Powers impresiona poco, EMHO.

Y encima se llamaba Alabama dijo...

Sobre el tema que tratas en particular, no tengo demasiada idea. A cambio, mencionas algo que sí me parece fundamental. Eso de que a Jane Austen le han colgado la etiqueta de irónica. Diría más, la etiqueta de "pero que bien describe hasta el último secundario" que ya la verdad cansa

Ubeinn dijo...

Ya leí hace un tiempo el libro en cuestión, y coincido completamente en lo comentado... Son mucho más interesantes los pasajes dedicados a la práctica -¿o pragmática en este caso?- de la magia y especialmente la parte dedicada a la participación del protagonista en las guerras napoleónicas que el resto de novela, que parece un remix de Orgullo y Prejuicio. También me parece muy acertada la comparación con Pratchett y Gaiman. Personalmente Jonathan Strange y el Sr. Norrell me recordó mucho a Buenos Presagios, en tanto que los pasajes que describen el mundo faérico son puro Gaiman y se trata la sociedad inglesa de la época con un sentido del humor similar al de Pratchett. De todos modos, no tiene ni los mayores defectos ni los mayores logros de Buenos Presagios. Con todo, una buena novela. Eso sí, yo me quedé con más ganas de Rey Cuervo.

Anónimo dijo...

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