Eagle Eye (2009)
Cuando uno se pregunta como Steven Spielberg, la sombra de su producción fastuosa y de su ingeniosa premisa se nota en cada momento de esta película, no dirigió finalmente esta película obtiene la respuesta con mirar atrás: el cineasta ya había reescrito todas las formas hitchcockianas y noir para un tiempo de sospecha radical en Minority Report (2002), en cada revisión una película absolutamente mejor, capaz de alcanzar la perfección en veinte irrepetibles minutos.
Seguramente el clímax en Washington quiera soñar con los momentos más agobiados de películas como Marathon Man o The Parallax View, pero estamos en la épocade la videovigilancia obsesiva y no es difícil pensar en el Tony Scott de su estupendo díptico Enemigo Público / Déja Vu (marcado por el film-bisagra sobre herencias Spy Game), aunque la cosa se trate de imaginar North by northwest en una época de héroes anónimos marcados por Bourne. Tan poco se disimula el homenaje que hasta se permite una singular reescritura de la huida a las afueras del film protagonizado por Cary Grant, sustituyendo la amenaza aérea por un detalle casi de humor eléctrico.
Las dobles personalidades, incluso triples, sugeridas en la franquicia de Doug Liman y Paul Greengrass pasan a ser relaciones de família, algo genuinamente spielbergiano, y traumas varios: Shia LaBeouf protagoniza una historia de amor con más urgencia y con ocasionales momentos inspirados, como los inicios de persecución o un clímax final que se sueña un improbable cruce entre 2001 de Kubrick, gran homenaje Spielbergiano, y El hombre que sabía demasiado. Hay algo juguetón en ese idea, también hay algo delicioso en el reparto gozosamente destinado a tener roles inmediatos sin más, al más puro estilo 24 (atención a Michael Chiklis y el habitual burócrata Billy Bob Thornton) y aunque no aproveche los hallazgos narrativos de la serie, se mueve por un ambiente cuasi lúdico en su presunta penumbría.
Uno intuye el divertimento, agradece la relevancia con la que se trata el escenario y aplaude lo improbable de todo cuanto sucede, pero echa de menos en Caruso algo más de talento y brillantez en su artesanía para el cine más aparatoso, se echa de menos algo de solvencia en la resolución espacial de algunas persecuciones iniciales y algo de locura planificadora en la decididamente impresionante entrada de un caza en un túnel de autopista, y ello parece destinar a Spielberg a ese papel que simboliza la maravillosa Aria: un ojo que observa y produce juguetes posmodernos, sofisticados, frecuentemente ingeniosos y llenos de actualidad, pero que se limita a observar antes que tomar un control visible y reconocible.
También influye el hecho de que los nuevos artesanos, Caruso ha dirigido algunos muy buenos episodios de The Shield y de ahí su agradecimiento con un secundario a Chiklis, parecen tener una tendencia al borrado que no tenían la anterior camada de protegées spielbergianos, que incluían nombres como el entonces héroe de la California universitaria, Robert Zemeckis, y el fanzinero Joe Dante. Poco se veía del Caruso angelino en la anterior Distrubia, reformulación teenager un poco más forzosa de La ventana indiscreta, y menos se aprecia en esta: el cineasta que debutó con The Salton Sea ha dado ocasionales rastros de vida en el marco también angelino y cuasi desértico de The Shield, pero se ha esfumado en películas progresivamente más invisibles como Taking Lives o Two for the money.
Addenda: Siguiendo la feliz moda del blogger DJ, me sumo con esta lista. Disfruten.
No hay comentarios:
Publicar un comentario