domingo, septiembre 20, 2009

Bill como (de)construcción mítica

¿Cómo sería unida Kill Bill en una sola experiencia? Parece que nunca lo sabremos. Sin embargo, lo interesante es como recibiríamos los exageradísimos cambios entre el volumen 1 o 2 que no se limitan a las referencias, sino al tratamiento de los personajes. En concreto el de Bill. Su presentación tiene respuestas casi simétricas en el segundo volumen. Sin embargo, en el primer volumen Tarantino se mueve en el terreno de los mitos. Todos sus personajes tienen un aura mítica en sus nombres, especialmente Bill del que recibimos una información escasa, esencial. Está en los detalles. Su nombre cobra una importancia clave para que le consideremos peligroso. How did you find me? Le pregunta La Novia. I’m the man responde él al final del primer volumen.




Su nombre es un motivo de terror para Hattori Hanzo. Su presencia una sombra en la recreación anime de la Matanza de Dos Pasos.



En el segundo volumen este aura desaparece. Bill es un padre de família. Alguien capaz de lanzar miradas tiernas. O de hacer excelente bocadillos de mermelada de cacahuete.








Hay más, por supuesto. Tarantino llega a identificar a Bill con un instrumento que alimenta su condición de hombre legendario usando un gag referencial basado únicamente en el contexto (David Carradine es famoso por su rol en Kung Fu, aunque sería muy interesante ver como Warren Beatty - Clyde - la primera opción para el proyecto hubiera hecho su Bill). Por eso, Tarantino decide que le veamos siendo un narrador de la fascinante historia de Pai Mei, hábil remedo de las producciones de la Shaw Brothers de King Hu (en especial Come Drink With Me) y Chang Cheh (todas las películas protagonizadas por, naturalmente, Gordon Liu). Así de la flauta y el fuego como elementos sugestivos pasamos a la pochez del moratón con la paliza que le acaba de propinar el mismo Pai Mei.

Un detalle cautivador está en las manos de Bill. En el primer volumen significan confianza, seguridad, fuerza. Ahí está acompañada por una katana de Hattori Hanzo (también es significativo el contrapunto entre Hattori Hanzo, heroismo que nace de la pura leyenda, y Pai Mei, poder que nace del sudor y el dolor, toda una relectura de dos subgéneros muy distintos a los que Tarantino asocia algo más que una textura, sino también un tipo de relato concreto: en Kill Bill volumen 2 la katana de Hanzo vale unos dólares para sobrevivir al despido de un mugriento night club y son motivo de mofa de Pai Mei, a diferencia del primer volumen en el que Hanzo asegura que se trata de la mejor espada jamás fabricada ¿Está Tarantino haciendo su propia refutación? Fuera de eso, el relato de entrenamiento más propio de Yuen-Woo Ping funcionaba como deconstrucción de la Shaw Brothers).




En el segundo son frágiles, dotadas de una rara ternura justo al borde de la muerte. Otro día hablamos del excelente uso de la cita a The Searchers (1956, John Ford) en el volumen 2 y en la reciente Inglorious Basterds (2009), un ejercicio sublime de leer al mismo tiempo una película y que demuestran que Tarantino maneja su referencialidad con muchos niveles de lectura.

6 comentarios:

William Saints dijo...

Es justo algo que noté en un visionado del volumen I la semana pasada: en la primera parte, Bill es una presencia, un ente destructivo al que el mismo diablo le teme. Alguien podría decir que está muerto y que es la creación de la mente atormentada de toda la banda de asesinos y sería bastante plausible. Y después, en el volumen II, todo esto se destruye y se nos muestra a un anciano humano y, a falta de otra palabra, corriente. Ah, y un geek en toda regla: ese llamativo (aunque erróneo) discurso usando a Superman como figura retórica es muy bueno.

Filiberto de Saboya dijo...

Hey Alvy! Acabo de ver The Birthday de Eugenio Mira, con Corey Feldman.
La película parece hecha a propósito para salir en tu blog. De hecho tiendo a pensar que tu puedes estar involucrado en el proyecto.
Qué te parece? Película de culto dirán muchos. Kafka en estado puro dirán otros.
Espero tu opinión para decidir si me ha gustao o no...

El Miope Muñoz dijo...

Pues va a salir un artículo en la excelente revista online Shangri-La de cine y literatura en la que hablo de lo valiente que me parece la estrategia de Mira, pero también agotadora. Vamos, que me parece una película asombrosa a muchos niveles y un gran estudio sobre la ansiedad de la influencia y como superarla. Mira tiene muy claro como leer los 80 fílmicos que fueron de DePalma, Lynch, Raimi y Spielberg.

Jorge Mario Sánchez dijo...

Alguien debería estudiar los diálogos de Tarantino. En ellos, aparte de las múltiples referencias culturales, se da una cantidad enorme de datos sobre la psicología de los personajes y sobre sus relaciones con los otros personajes. Pero son datos velados. Digamos que Tarantino lleva al extremo la máxima de Hemingway sobre el iceberg. En "Kill Bill", por ejemplo, es interesante tratar de averiguar por qué se da la ruptura entre Budd y Bill. Yo tengo una hipótesis, surgida justamente a partir de los diálogos: Budd estuvo desde siempre enamorado de Beatrix Kiddo, y no le pudo perdonar jamás a Bill que hubiera ordenado al escuadrón la masacre de la capilla. De hecho, prefiere trabajar en el asqueroso night club, a volver a trabajar con Bill. Más adelante, cuando Budd entierra viva a Beatrix, le da una linterna, confiando en que tal vez, sólo tal vez, ella sea capaz de escapar de su tumba.

Sí, Tarantino es inagotable: admite infinidad de lecturas.

Jorge Mario Sánchez dijo...

Y volviendo a lo de Budd, una constante de Tarantino es el (re)surgimiento de algún tipo de moral (de humanidad) en asesinos inmisericordes. Budd es uno de ellos; Beatrix Kiddo lo es cuando encuentra a su hija. Otros ejemplos serían Jules y Butch en "Pulp Fiction".

Eduardo Araya Cortez dijo...

Algo similar a la deconstrucción mítica que planteas a propósito de Bill tendrá que suceder con el personaje de Jacob en la última temporada de Lost. Va a ser interesante ver eso.