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jueves, mayo 24, 2018


Pero el ingenio o la ironía para un chico como el Sueco es como si le sujetaran su columpio, pues la ironía es un consuelo humano y está fuera de lugar cuando uno se desenvuelve como un dios.

Philip Roth, Pastoral Americana. Traducción de Jordi Fibla.

domingo, octubre 11, 2015

Un cuestionario sobre Philip Roth


Quin creus que és el paper de Roth dins la història de la literatura,

sobretot en la literatura de la modernitat? 



Bueno, creo que es un escritor que toma un camino distinto al del

Modernism y las vanguardias. La superficie de sus obras es aparentemente

“realista” (aunque es mil veces más experimental y osado que Barth, Gaddis

y compañía). Creo que su tema es el encaje de la vida privada y la pública,

en un tono cómico, y el de ambas dimensiones personales con la historia

social, en un tono trágico, siempre desde una perspectiva masculina. Narra a

una velocidad nunca vista y tiene una imaginación literaria prodigiosa.

Gracias a un esfuerzo que imagino durísimo sus novelas parecen

desprovistas de pudor y son inasumibles para tietes y tòtiles.  


Què t’aporten les seves obres? 


Comprensión del mundo, compañía, incitación... Los placeres

asociados a las obras maestras. En sus mejores novelas (el ciclo que va de

“Operación Shylock” a “El animal moribundo”) Roth es un escritor del nivel del

último Dovstoievski.


Quin dels seus llibres et sembla que t’ha agradat més? Per què? 


Mi favorito es “Me casé con un comunista”. Pero no sé explicar muy

bien los motivos (o sí, pero necesitaría 30 páginas). En cierto sentido trata de

cómo convertir una novela política en una tragedia griega. Y las últimas

treinta páginas son sobrecogedoras.


Si l’has llegit, què en penses del volum EL TEATRE D’EN SABBATH? 

Creus que mereix el Premi Nobel de Literatura?



Creo que un académico declaró que le daban el Nobel porque ya

habían premiado a su maestro Saul Bellow. Dados los criterios, llamémosle

distributivos, de la Academia tiene cierto sentido. Hasta los años 90 las

novelas de Roth iban pegadísimas a las de Bellow. Tuvo que luchar mucho (y

volverse muy oscuro y político) para sacarse esa influencia de encima. Y lo

hizo cuando ya era un novelista rico y famosísimo.


Creus que pot ser titllat de masclista? Si és així, per què? 


A un escritor tan caudaloso se le puede llamar cualquier cosa, claro.

Durante algún tiempo personas nada estúpidas como Martin Amis le

acusaron de tener una paleta de personajes femeninos un tanto reiterativa,

que transitava de la voracidad al conformismo sin puntos intermedios, pero

los novelistas y las novelas funcionan con exageraciones, pequeñas

hipérboles, cortes, segmentaciones. Es cierto que ha escrito sobre mujeres

mezquinas e histéricas, pero me temo que esa clase de mujer existe. A mí

sus personajes femeninos me interesan mucho.

sábado, mayo 17, 2014






-No estés demasiado seguro. ¿Para qué molestarse en escribir semejantes cosas? ¿No se ha hecho ya, una y mil veces? ¿Es imprescindible que escriba mi nombre en el Muro de las Lamentaciones? Para mí, los libros que cuentan, incluidos los míos, son aquellos en los que el escritor se incrimina. Si no ¿para qué molestarse? ¿Para incriminar a otros? Más vale dejarle esa tarea a nuestros superiores, ¿no te parece?, a ese astuto teatro yiddish que han creado, la llamada Crítica Literaria. Ay, esos nobles hijos judíos de mediana edad, con sus ritos de rebelión y expiación. ¿Nunca los has leído en la primera del Times dominical? Todos esos cazadores furtivos de chumino manifestándose como si fueran el viejo Tolstói. ¡Cómo se identifican con los humildes de la Tierra, cómo vigilan la llama sagrada que, dicho sea de paso, no les cuesta un puñetero centavo! Óyeme, todos esos judíos portadores de la cultura y profundo sufridores, lo que ncesitan es otro judío caíde en desgracia para que expíe en público sus pecados. Así que ¿por qué no yo? Así, sus mujeres no se enteran de nada, sus novias tienen a alguien sensible al sufrimiento a quien chupársela. Y funciona muy bien con la Facultad de Ciencias Musicales de la Universidad de Brandeis. Todos los años veo en los periódicos que los poderes fácticos, desde lo alto, les otorgan isnignnias al mérito para que se pongan en el pañuelo. Virtud, virtud ¿quién posee la virtud? No se ha visto mayor mafía judía desde los tiempos en los que Meyer Lansky estaba en su apogeo.


Philip Roth, El Profesor del Deseo (traducción de Ramón Buenaventura)

jueves, marzo 27, 2014


ROTH: En El libro de la risa y el olvido, sin embargo, hay otras cosas en juego. En una pequeña parábola, compara usted la risa de los ángeles con la risa del diablo. El diablo ríe porque el mundo de Dios no tiene sentido para él; los ángeles ríen de alegría, porque en el mundo de Dios todo tiene su sentido.

KUNDERA: Sí, el hombre utiliza la misma manifestación fisiológica - la risa - para expresar dos actitudes metafísicas distintas. Si de pronto a alguien se le cae el sombrero encima del ataúd, en una tumba recién abierta, el entierro pierde todo su sentido y nace la risa. Dos enamorados corren por un prado, cogidos de la mano, riéndose. Su risa no tiene nada que ver con ningún chiste ni con ninguna clase de humor: es la risa seria de los ángeles cuando manifiestan su alegría de existir. Ambas modalidades de la risa forman parte de los placeres de la vida, pero, llevados al extremo, también indican un apocalipsis dual: la risa entusiasta de los fanáticos-ángel, tan convencidos de su importancia en el mundo, que están dispuestos a colgar del cuello a todo el que no comparta su alegría. Y la otra risa, procedente del lado opuesto, la que proclama que nada tiene ya sentido, que hasta los entierros son ridículos y que el sexo en grupo es una mera pantomima cómica. La existencia humana tarnscurre entre dos abismos: a un lado, el fanatismo; al otro, el escepticismo absoluto.

ROTH: Lo que ahora llama usted risa de los ángeles es una nueva manera de denominar la "actitud lírica ante la vida" de sus novelas anteriores. En una de sus novelas, dice que la era del terror estalinista fue el reino del verdugo y del poeta.

KUNDERA: El totalitarismo no es sólo el infierno, sino también el sueño del paraíso: el antiquísimo sueño de un mundo en el que todos vivimos en armnía, unidos en una sola voluntad y una sola fe comunes, sin guardarnos ningún secreto unos a otros. También André Breton soñaba con este paraíso cuando se refería a la casa de cristal en que ansiaba vivir. Si el totalitarismo no hubiera explotado estos arquetipos, que todos llevamos en lo más profundo y que están profundamente arraigados en todas las religiones, nunca habría atraído a tanta gente, sobre todo durante las fases iniciales de su existencia. No obstante, el sueño del paraíso, tan pronto como se pone en marcha hacia su realización, empieza a tropezar con personas que le estorban, y los regidores del paraíso no tienen más remedio que edificar un pequeño gulag al costado del Edén. Con el transcurso del tiempo, el gulag va creciendo ent amaño y perfección, mientras el paraíso a él adjunto se hace cada vez más pobre y más pequeño.

ROTH: En su libro, el gran poeta francés Paul Éluard se eleva hacia los cielos con el paraíso y el gulag, cantando. ¿Es auténtica esta anécdota?

KUNDERA: Después de la guerra, Éluard abandonó las filas del surrealismo para convertirse en el mayor exponente de lo que podríamos llamar "poesía del totalitarismo". Cantó la fraternidad, la paz, la justicia, el mañana mejor, la camaradería, en contra del aislamiento, a favor de la alegría y en contra del pesimismo,a  favor de la inocencia y en contra del cinismo. Cuando, en 1950, los dirigentes del paraíso sentenciaron a un amigo suyo, el surrealista Závis Kalandra, a morir en la horca, Éluard no se permitió ningún sentimiento de amistad: se puso al servicio de los ideales suprapersonales, declarando en público su conformidad con la ejecución de su camarada. El verdugo matando, el poeta cantando.

Y no sólo el poeta. Todo el período estalinista fue un delirio lírico colectivo. Es algo que ya está completamente olvidado, pero resulta de crucial importancia para entender el caso. A la gente le encanta decir: qué bonita es la revolución; lo único malo de ella es el terror que engendra. Pero no es verdad. El mal está presente ya en lo hermoso, el infierno ya está contenido en el sueño del paraíso; y si queremos comprender la esencia del infierno hemos de analizar también la esencia del paraíso en que tiene origen. Es extremadamente fácil condenar los gulags, pero rechazar la poesía totalitaria que conduce al gulag, pasando por el paraíso, sigue siendo tan difícil como siempre. Hoy, no hay en el mundo nadie que no rechace de modo inequívoco la noción del gulag, pero todavía queda mucha gente que se deja hipnotizar por la poesía totalitaria y se pone en marcha hacia neuvos gulags al son de la misma canción lírica que entonaba Éluard mientars planeaba sobre Praga como un gran arcángel del lirismo, con el humo del cadáver de Kalandra elevándose al cielo desde la chimenea del crematorio.

ROTH: Lo característico de su prosa es la constante confrontación entre lo privado y lo público. Pero no en el sentido de que el telón de fonda de los relatos privados sea lo público, ni de que los hechos políticos invadan las vidas privadas. Es, más bien, que usted continuamente nos está haciendo ver que los hechos políticos están gobernados por las mismas leyes que los privados, lograndoa sí que su prosa se convierta en una especie de psicoanálisis de la política.

KUNDERA: La metafísica del hombre es la misma en la esfera privada que en la pública. Tomemos, por ejemplo, el otro tema del libro, el olvido. Éste es el gran problema privado del hombre: la muerte en cuanto pérdida del yo. Pero ¿qué es el yo? Es la suma de todo lo que recordamos. Así, lo que nos aterroriza de la muerte no es la pérdida del futuro, sino la pérdida del pasado. El olvido es una forma de muerte que siempre está presente en la vida. Ése es el problema de mi protagonsita femenino, que trata desesperadamente de preservar la evanescente memoria de su amado marido difunto. Pero el olvido es también el gran problema de la política. Cuando una gran potencia quiere despojar a un pequeño país de su conciencia nacional, acude al método del olvido organizado. Así está ocurriendo actualmente en Bohemia. La literatura checa contemporánea, en la medida en que aún conserve algún valor, lleva doce años sin imprimirse. Hay doscientos escritores checos proscritos, incluidos algunos que ya no viven, como Franz Kafka. Ciento cuarenta y cinco historiadores han sido destituidos de sus cargos, se ha vuelto a escribir la historia, se han echado abajo muchos monumentos. La nación que pierde conciencia de su pasado también va perdiendo gradualmente la conciencia de sí misma. Y así, la situación política arroja una luz brutal sobre el problema metafísico ordinario del olvido, el que estamos enfrentando todo el tiempo, todos los días, sin prestarle atención. La política desenmascara la metafísica de la vida privada, la vida privada desenmascara la metafísica de la política.

Philip Roth, El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras. Traducción de Ramón Buenaventura

lunes, marzo 25, 2013

El arte de la suplantación



De la entrevista original del Paris Review.:

¿Qué le sucede a Philip Roth cuando se convierte en Nathan Zuckerman?

Nathan Zuckerman es un acto. Es todo el arte de la suplantación, no es cierto? Ese es el don novelístico fundamental. Zuckerman es un escritor que quiere ser un doctor suplantando a un pornógrafo. Yo soy un escritor escribiendo un libro suplantando a un escritor que quiere ser un doctor suplantando a un pornógrafo - que entonces, para hacer la suplantación, para poner la lengüeta en el bode, pretende ser un conocido crítico literario. Creando una biografía falsa, una historia falsa, inventando una existencia medio imaginaria fuera del drama real de que mi vida es mi vida. Tiene que haber cierto placer en este trabajo, y eso es todo. Ir por ahí con un disfraz. Actuar como un personaje. Pasar uno mismo como alguien que no es. Pretender.  La astuta y sagaz mascarada. Piensa en el ventrílocuo. Habla de un modo que su voz parece que procede de alguien que está a cierta distancia de sí mismo. Pero si no fuera por tu línea de visión, no encontrarías placer alguno en su arte. Su arte consiste en estar presente y ausente; es más él mismo cuando está simultaneámente siendo otro, ninguno de los dos es él una vez baja el telón. No tienes por qué necesariamente, como escritor, abandonar tu biografía completamente para abordar un acto de suplantación. Puede que sea más intrigante cuando no lo haces del todo. Lo distorsionas, lo caricaturizas, lo parodias, lo torturas y subviertes, lo explotas - todo para dar a la biografía esa dimensión que excitará tu vida verbal. Millones de personas hacen esto todo el tiempo, y no con la justificación de crear literatura. Lo hacen en serio. Es sorprendente qué mentiras puede sostener la gente tras la máscara de sus verdaderos rostros. Piensa en el arte del adúltero: bajo una presión tremenda y contra enormes dificultades, maridos y esposas ordinarias, que se petrificarían con autoconciencia encima de un escenario, aunque en el teatro del hogar, solo ante la audiencia del cónyuge traicionado, representan roles de inocencia y fidelidad con una técnica dramática perfecta. Grandes, grandes actuaciones, concebidas con genio para los más pequeños particulares, una actuación impecablemente meticulosa y naturalista, y todo hecha por un ránking de aficionados. La gente hermosamente pretendiendo ser "ella misma". La imaginación puede tomarse las formas más sutiles, sabes. ¿Por qué debería un novelista, un simulador de profesión, ser menos cuidadoso o de más confianza que un estólido, nada imaginativo, contable de un suburbio siendo infiel a su esposa? Jack Benny solía simular que era un ávaro ¿recuerdas? Se llama a sí mismo por su buen nombre y exclamaba que era tacaño y mezquino. Excitaba su imaginación cómica hacer esto. Probablemente no era tan divertido como cualquier otro tipo escribiendo cheques a la UJA y llevando a sus amigos fuera a cenar. Céline simulaba ser un indiferente, incluso irresponsable doctor, cuando parece, de hecho, que trabajó duramente en su profesión y que fue concienzudo con sus pacientes. Pero eso no era interesante.

domingo, marzo 24, 2013

Mi héroe: Philip Roth


Por James Wood (The Guardian)

¿Creyó alguien a Philip Roth cuando, a principios de año, anunció que se retiraba de la escritura? De todos los novelistas contemporáneos, es el único que ha hecho que el escribir parezca un acto necesario y continuado, inextricable de las continuidades y los conflictos del estar vivo. Para Roth, la narración y el yo parecen haber nacido juntos, y, por lo tanto, deben morir juntos también. Más que ningún otro novelista moderna, ha usado la ficción como confesión y  como el desplazamiento de la confesión: sus virulentos, quejicas y alter egos, de Portnoy a Zuckerman o Mickey Sabbath todos parecen rothianos, incluso cuando están solamente siendo suplentes de Roth. Ha hecho de su infancia en Newark, su amor, sus padres irritantes, su condición judía, su sexualidad, su propia vida de escritor algo familiar y vívido para millones de lectores. Ha parecido necesitar la ficción como una clase de reportaje performativo y despiadado, es por lo cual, en años recientes, las grandes novelas (El teatro del Sabbath, Pastoral Americana) han compartido espacio con trabajos mucho más flojos, y por lo que ha sido tan productivo; la ficción al mismo tiempo urgente y algo incompleta, tan necesaria como el arte y tan desesperanzada como la vida.

Admiro a Roth (que cumplió ochenta años esta semana) por muchas razones. Porque no ha seguido siendo el mismo (su prosa enjuta es ahora muy distinta de las pulidas cadencias de sus primeros trabajos).  Porque esa prosa es un instrumento maravilloso, capaz de sorpresas líricas y de la más cruda de las franquezas, al mismo tiempo altamente construida y derrochantemente oral. Porque es muy divertido (pensad en el momento en el El escritor fantasma en el que Nathan Zuckerman que él ha hecho el bien, como un chico judío majo, al casarse con Ana Frank, que ha sobrevivido mágicamente el Holocausto). Y porque ha demostrado que el artificio posmoderno y el realismo americano no son incompatibles, sino que, en realidad, se alimentan el uno al otro - tal vez su mejor novela, La contravida, toma lo que necesita de la autoconciencia posmoderna y los juegos ficticios, y monta una conmovedora investigación sobre qué significa llevar tu vida. Que nuestra perpetua máquina de escribir profundice en las páginas, como con Henry James, hasta que tengamos que pelear por la pluma de su mano moribunda.

jueves, noviembre 08, 2012

Carne y hueso

En vez de pasarnos el primer día de clase hablando de la lista de lecturas y del planteamiento general de este curso, me gustaría contarles a ustedes algunas cosas sobre mí que nunca antes he divulgado entre mis alumnos. No me guía interés alguno al hacerlo, y hasta que entré en el aula y me senté en mi sitio no estuve seguro de que fuera hacerlo. Y aún puedo cambiar de opinión. Porque ¿cómo justificar esto de desvelarles a ustedes los hechos más íntimos de mi vida privada? Es verdad que vamos a pasar juntos tres horas a la semana durante los dos próximos semestres, hablando de libros; y sé, por experiencia, como lo saben ustedes, que en tales circunstancias pueden desarrollarse fuertes vínculos afectivos. No obstante, también sabemos que ello no me otorga licencia para incurrir en algo que puede constituir impertinencia y ser de pésimo gusto.

Como ya habrán supuesto ustedes - por mi modo de vestir, no menos que por el estilo de mis palabras introductorias-, las convenciones que tradicionalmente rigen la relación entre alumnos y profesores son más o menos las que siempre he respetado, incluso durante las turbulencias de los años más recientes. Según me dicen, soy uno de los pocos profesores que siguen hablando de usted a los alumnos en clase, en vez de tutearlos. Y, vístanse ustedes como se vistan - de mecánicos de coches, de pordiosero, de zíngaro de saltón de té, de cuatrero-, yo sigo prefiriendo, para presentarme ante los alumnos, la chaqueta y la corbata...aunque sean siempre la misma chaqueta y la misma corbata, como cualquier mediano observador tendrá ocasión de comprobar. Y las alumnas que acudan a mi despacho apra alguna consulta podrán ver, si se molestan en mirar, que durante toda la reunión permanecerá abierta al pasillo la puerta del habitáculo en que estamos sentados mano a mano. No faltarán entre ustedes quienes encuentren muy gracioso que me quite el reloj de muñeca, como acabo de hacer, y lo coloque junto a mis notas, al comienzo de cada clase.  Ahora mismo no recuerdo cuál de mis profesores solía llevar tan cuidadosa cuenta del transcurso del tiempo, pero no cabe duda de que me dejó su impronta, como muestra de una profesionalidad con la que me place identificarme.

Nada de esto quiere decir que vaya a intentar ocultarles a ustedes el hecho de que soy de carne y hueso y comprendo perfectamente que ustedes también lo sean. Al final de curso puede que ya estén un poco hartos de lo mucho que insisto en la relación entre las novelas de lectura obligatoria, incluidas las más extravagantes y desalentadoras, y lo que hasta ahora saben ustedes de la vida. Descubrirán (y no a todos les parecerá bien) que no soy de la misma opinión que algunos de mis colegas, concretamente los que afirman que la literatura, en sus más valiosos e intrigantes momentos, es "fundamentalmente no referencial". Puedo presentarme ante ustedes con mi chaqueta y mi corbata, puedo llamarles señor y señorita, pero, así y todo, voy a pedirles que se abstengan de mencionar en mi presencia las palabras "estructura", "forma" y "símbolos". Me parece a míq ue muchos de ustedes ya llegan suficientemente intimidados de su primer años de facultad, y hay que dejarlos recuperarse y recuperar la respetabilidad de los intereses y entusiasmos que más que probablemente los llevaron en principio a leer narrativa, y de los que no tienen por qué avergonzarse. A título experimental, incluso podrían ustedes, durante este curso, tratar de vivir sin terminología académica alguna, renunciando a "trama" y a "personaje" junto con esas exaltadísimas palabras con que no pocos de ustedes gustan de solemnizar sus observaciones, como por ejemplo, "epifanía", "personificación" y, por supuesto, "existencial", como modificador de todo lo que existe bajo el sol. Les sugiero esto con la esperanza de que lleguen a hablar de Madame Bovary más o menos como hablarían con su tendero, o con su pareja, situándose así en una relación más íntima, más interesante, quizá incluso pudiéramos decir más referencial, con Flaubert y su heroína.

De hecho, una de las razones de que las novelas que deben leer ustedes durante el primer semestre estén relacionadas, en mayor o menor grado de obsesión, con el deseo erótico, es que me ha parecido que las lecturas organizadas en torno a un tema con el que todos ustedes están más o menos familiarizados puede contribuir más aún a localizar a localizar estos libros en el ámbito de la experiencia, cancelando así más rotundamente la tentación de situarlos, los libros, en el manejable submundo de los mecanismos narrativos, los motivos metafóricos y los arquetipos mímiticos. Espero, sobre todo, que leyendo estos libros lleguen ustedes a aparender algo valioso sobre la vida en uno de sus más desconcertantes y enloquecedores aspectos. Y yo también espero aprender algo.

De acuerdo. Ya no cabe diferir más el momento de empezar a revelar lo no revelable, el deseo del profesor y su historia. Lo que pasa es que no puedo, no del todo, aún, hasta que no haya explicado a satisfacción mía, ya que no de sus padres de ustedes, por qué se me pasa siquiera por la cabeza la idea de situarles en el papel de voyeurs y de jurado y de confidentes, por qué he de poner exponer mis secretos a personas a quienes les doblo la edad, a casi ninguna de las cuales conozco de antes, ni siquiera de clase. ¿Por qué busco público, cuando los hombres y las mujeres, en su mayor parte, prefieren mantener estos asuntos para sus capotes o, como máximo, manifestarlos solo a sus confesores de mayor confianza, seglares o religiosos? ¿Qué es lo que hace imperiosamente necesario, o, al menos apropiado, que me presente a ustedes, jóvenes desconocidos, no en mi aspecto de profesor, sino como primer texto del semestre?

Permítanme contestar con una llamada al corazón.

Me encanta enseñar literatura Pocas veces me siento tan feliz y contento como cuando estoy aquí con mis páginas de anotaciones y mis textos llenos de marcas y con personas como ustedes. En mi opinión, no hay en la vida nada que pueda compararse a un aula. A veces, en mitad de un intercambio verbal - digamos, por ejemplo, cuando alguno de ustedes acaba de penetrar, con una sola frase, hasta lo más profundo de un libro-, me viene el impulso de exclamar: "¡Queridos amigos, graben esto a fuego en sus memorias!". Porque una vez salgan de aquí, raro será que alguien les hable o les escuche del modo en que ahora se hablan y se escuchan entre ustedes, incluyéndome a mi, en esta pequeña habitación luminosa y yerma. Ni es tampoco muy probable que encuentren fácilmente en algún otro sitio la oportunidad de expresarse sin embarazo sobre lo que más importaba a hombres en tan buena sintonía con la lucha por la vida como Tolstói, Mann y Flaubert. Dudo que se hagan ustedes una idea de hasta qué punto resulta emocionante oírles hablar, muy en serio y muy sensatamente, sobre la soledad, la enfermedad, la añoranza, el quebranto, el sufrimiento, el desengaño, la esperanza, la pasión, el amor, el terror, la corrupción, las calamidades la muerte...Y es emocionante porque tienen ustedes diecinueve o veiente años, proceden en su mayor parte de confortables hogares de clase media y aún no guardan en su carpeta muchas experiencias de las que provocan debilidad; pero también porque, sorprendentemente, lamentablemente, esta puede ser la última oportunidad que tengan de reflejar de un modo continuado y serio las fuerzas implacables a que pasado el tiempo habrán de enfrentarse, quiéranlo o no.

¿He aclarado algo más por qué me parece que la clase es, de hecho, el lugar más adecuado para hacerles un recuento de mi historia erótica? Lo que acabo de decir, ¿añade legitimidad a mi ocupación futura de su tiempo y su paciencia y su aprendizaje? Para expresarlo del mejor modo posible: lo que la iglesia es para el verdadero creyente, lo es la clase para mí. Hay quienes se postran de rodillas el domingo. Otros se colocan filacterias cada vez que sale el sol...Yo me presento tres veces por semana, con la corbata alrededor del cuello y el reloj encima de la mesa, a enseñarles a ustedes los grandes relatos.

Mis queridos alumnos, he cabalgado a lomos de una gran emoción, este año. También de eso hablaremos. Entretanto si es posible, tolérennme ustedes esta actitud tan amplia y tan capaz. De hecho, lo único que quiero es presentarles mis credenciales para enseñar Literatura 341. Parates de estas revelaciones les parecerán a ustedes de mal gustos, indiscretas, poco profesionales, pero, así y todo, me gustaría, con el permiso de todos ustedes, proceder a continuación a ofrecerles un relato abierto de mi vida anterior como ser humano. Soy un auténtico devoto de la narrativa, y les aseguro a ustedes que a su debido tiempo les contaré todo lo que sobre ella sé, pero, en realidad, nada en mi interior vive tanto como la vida.

Philip Roth, El Profesor del Deseo (traducción de Ramón Buenaventura)


martes, diciembre 01, 2009

Los emigrados

Jorge Carrión

'Crónica de viajes'

Edición de Autor, 2009.

Hubo una lectura inicial, personalísima e intransferible de este libro: como el autor, he crecido en Mataró (de hecho, compartimos incluso barrio) y mis orígenes familiares también están en Andalucía antes que en Cataluña. Esa primera lectura fue emocionada, pero apenas podía acceder a la complejidad de su discurso y sus aciertos sin sentir que lo que se contaba funcionaba porque era parte de mí.

Al cabo de unos meses, lo leí de nuevo ya en otra clave. Porque es ya habitual pensar que con Jorge Carrión no funcionan los marcos, sobretodo después de sus dos últimos años en los que ha publicado un libro cada vez mejor que el anterior. Empezó a revelar su talento con un revelador y magnífico libro de viajes. Inició el Proyecto Asebald y publicó Australia, seguida de una obra maestra portátil y contemporánea como es La piel de la boca. Este año ha publicado su tesis, Viaje contra espacio: Juan Goytisolo y WG Sebald una tesis en la que establece los lazos, en principios imposibles, entre los discursos creativos de ambos y da como resultado el del propio Carrión. A través de este libro puede releerse entonces Australia como un desafiante experimento narrativo escrito con la segunda persona de Señas de identidad de Goytisolo, pero con la mirada extraviada y benjaminiana del autor de Los emigrados. Lo que añadiría Carrión en Australia lo ha sacado de su tiempo puesto que ya no es posible una desnudez política y una conciencia a la manera de Goytisolo, sino solo volver a la Memoria.

El origen de este libro está en la antología Mutantes (2007, Nova/Berenice), seleccionada y prologada por Julio Ortega y Juan Francisco Ferré. El relato Búsquedas (Para un viaje Futuro a Andalucía) proponía un modelo pangeico, por decirlo usando la terminología de Vicente Luis Mora, el listado de Google, para desmenuzar el concepto de catalanidad que se establece después de la Transición y que establece Pujol y la vigencia del término charnego. El uso del listado tenía una capacidad expresiva y poética sorprendente que hacía pensar que no podía ampliarse hasta convertirse en una obra.

En su estupenda crítica de La noche de los tiempos de Antonio Muñoz Molina, Carrión concluía, hablando de Primo Levi y Jean Améry, que eran "testigos directos del horror, se negaron a perpetuar la noche del realismo decimonónico para retratarlo. Por eso inventaron un idioma personal. Ésa es la única opción del arte." Con Crónica de viajes lo ha hecho, aunque no sea un idioma exactamente, sí es un modo excelente de ensamblar fotografía, declaraciones, listados, e incluso citas. La cita del relato de Quignard abre ahora el libro con otra de Carson McCullers, definiciones y un índice imposible.

El estilo proporciona aciertos. Por ejemplo: cuando uno introduce en el buscador las palabras catalunya andalucía literatura migración . Fíjense: el primer resultado el relato original. Carrión domando a Google, haciéndose espacio. Otro detalle es la página que muestra a Google con las palabras antes de la búsqueda realizada: en el diseño del libro no se ha señalado si la búsqueda será en la web, en páginas en español o en páginas de España lo que acentúa la licencia poética del diseño, siempre puntuado por el habitual catalá, galego, euskera que también tiene otras resonancias. Otro es la transcripción literal de los testimonios que da una rara inventiva verbal que viene condicionada por el formato Google Videos y por una apariencia documental: "Mi padre tuvo calenturas maltas, unas calenturas muy malas, que te duraban mucho tiempo, bueno, que si duraban. Mi madre, que de noche no dormía, porque mi padre estaba malo, dice que se dormía en lo alto de la burro, con el cerón con cubos llenos de higos chumbos, para venderlos. Tu dirás la vida que llevaron los antiguos, que llevaron mis padres." Hay una musicalidad en la prosa, un uso adecuado de las repeticiones. ¿Está el texto filtrado por la imaginación de Carrión o solamente seleccionado? No importa, pues el resultado es genuino y pura narración oral.

Creo que es importante saber que Carrión no prolonga el discurso de Sebald, porque la obra del autor de Austerlitz habla del dolor, de la pérdida y de las consecuencias irreparables de ello. En ese sentido pienso no ya en Levi, que llegó a declarar que Auschwitz le sirvió para encontrar sentido a su vida, sino en Saul Bellow y Philip Roth. Bellow con Las aventuras de Augie March ofrece una lección de humanismo, de supervivencia y lucidez que no le será desconocida al autor, que ha escrito una estupenda crónica sobre Chicago, la ciudad de Bellow par excellence. Pero también el Philip Roth de Los Hechos y las partes retrospectivas de Patrimonio: Una historia verdadera. Hay diferencias, claro, porque las obras de Roth llegan a tiempo para reinventarse, para tomar conciencia de su carrera y su vida y las de Carrión para ampliar su obra. Pero los rasgos de ambos, los rasgos bellowianos, están: a diferencia de Sebald, para Carrión (y Bellow y Roth) los emigrados tienen a algún sitio al que llegar y su condición de pasado familiar merece ser contada. Comparten todos ellos la idea benjaminiana de que los objetos son memorias, la idea de que la literatura es la máxima fuente de memoria, pero para Carrión la literatura es un trozo hermoso de vida, por extraña difícil que sea.

Resulta difícil predecir si en veinte años este libro será un artefacto camp o una innovación avant la lettre. Pero es evidente que el autor se ha desnudado más que nunca, ha tomado el camino más difícil asumiendo los riesgos de caer en la reiteración prolongando un relato brillante,se ha enfrentado, de nuevo, a la Historia y ha hecho la mejor crónica posible de la Transición, del Pasado y de sí mismo.


miércoles, mayo 07, 2008

Un mal año


He terminado Letting Go de Philip Roth, estupendamente traducida por Jordi Fibla aunque mal titulada como Deudas y Dolores en vez de Déjalo Correr. Hay varios apuntes que preparo para la crítica que haré para Hermano Cerdo (que publicamos número 20 y con mucha honra) y que llegará si Millar o Powers no se interponen en el camino. No brilla demasiado el debut novelístico de Roth, al menos al lado de otros retratos de los años cincuenta que son desopilantes: la preciosa Corre Conejo de John Updike y la no menos recordada Vía Revolucionaria de Richard Yates. Precisamente ambas son debuts y ensombrecen bastante la tragicomedia rothiana, que podría ser saludada como futurible obra de culto al presentar ya en escena muchas de sus preocupaciones, entre ellas su habitual disolución del sujeto perdido entre realidad/ficción, una base (o al menos un contrarrelato) muy interesante a su posterior I married a communist y un lenguaje forjado en una sencillez aparente y pulida, con un ojo clínico para el humor melancólico. Es una de sus obras más entretenidas pero carece de la perfección, en un grado positivísimo, de Portnoy's Complaint o del retrato de la historia a modo especulatorio de su novela más espectacular, La conjura contra América. Sin embargo crece la sensación de que el primer Roth (incluyo al de El Pecho) anuncia siempre sus temas y sólo falla en cierta fuerza narrativa, cómica o hasta fascinante. Letting Go es su novela más sutil, no exactamente la más compleja (aunque no carece de una estructura interesantísima por ello) y eso puede generar confusiones, pienso.