Jorge Carrión
'Crónica de viajes'
Edición de Autor, 2009.
Hubo una lectura inicial, personalísima e intransferible de este libro: como el autor, he crecido en Mataró (de hecho, compartimos incluso barrio) y mis orígenes familiares también están en Andalucía antes que en Cataluña. Esa primera lectura fue emocionada, pero apenas podía acceder a la complejidad de su discurso y sus aciertos sin sentir que lo que se contaba funcionaba porque era parte de mí.
Al cabo de unos meses, lo leí de nuevo ya en otra clave. Porque es ya habitual pensar que con Jorge Carrión no funcionan los marcos, sobretodo después de sus dos últimos años en los que ha publicado un libro cada vez mejor que el anterior. Empezó a revelar su talento con un revelador y magnífico libro de viajes. Inició el Proyecto Asebald y publicó Australia, seguida de una obra maestra portátil y contemporánea como es La piel de la boca. Este año ha publicado su tesis, Viaje contra espacio: Juan Goytisolo y WG Sebald una tesis en la que establece los lazos, en principios imposibles, entre los discursos creativos de ambos y da como resultado el del propio Carrión. A través de este libro puede releerse entonces Australia como un desafiante experimento narrativo escrito con la segunda persona de Señas de identidad de Goytisolo, pero con la mirada extraviada y benjaminiana del autor de Los emigrados. Lo que añadiría Carrión en Australia lo ha sacado de su tiempo puesto que ya no es posible una desnudez política y una conciencia a la manera de Goytisolo, sino solo volver a la Memoria.
El origen de este libro está en la antología Mutantes (2007, Nova/Berenice), seleccionada y prologada por Julio Ortega y Juan Francisco Ferré. El relato Búsquedas (Para un viaje Futuro a Andalucía) proponía un modelo pangeico, por decirlo usando la terminología de Vicente Luis Mora, el listado de Google, para desmenuzar el concepto de catalanidad que se establece después de la Transición y que establece Pujol y la vigencia del término charnego. El uso del listado tenía una capacidad expresiva y poética sorprendente que hacía pensar que no podía ampliarse hasta convertirse en una obra.
En su estupenda crítica de La noche de los tiempos de Antonio Muñoz Molina, Carrión concluía, hablando de Primo Levi y Jean Améry, que eran "testigos directos del horror, se negaron a perpetuar la noche del realismo decimonónico para retratarlo. Por eso inventaron un idioma personal. Ésa es la única opción del arte." Con Crónica de viajes lo ha hecho, aunque no sea un idioma exactamente, sí es un modo excelente de ensamblar fotografía, declaraciones, listados, e incluso citas. La cita del relato de Quignard abre ahora el libro con otra de Carson McCullers, definiciones y un índice imposible.
El estilo proporciona aciertos. Por ejemplo: cuando uno introduce en el buscador las palabras catalunya andalucía literatura migración . Fíjense: el primer resultado el relato original. Carrión domando a Google, haciéndose espacio. Otro detalle es la página que muestra a Google con las palabras antes de la búsqueda realizada: en el diseño del libro no se ha señalado si la búsqueda será en la web, en páginas en español o en páginas de España lo que acentúa la licencia poética del diseño, siempre puntuado por el habitual catalá, galego, euskera que también tiene otras resonancias. Otro es la transcripción literal de los testimonios que da una rara inventiva verbal que viene condicionada por el formato Google Videos y por una apariencia documental: "Mi padre tuvo calenturas maltas, unas calenturas muy malas, que te duraban mucho tiempo, bueno, que si duraban. Mi madre, que de noche no dormía, porque mi padre estaba malo, dice que se dormía en lo alto de la burro, con el cerón con cubos llenos de higos chumbos, para venderlos. Tu dirás la vida que llevaron los antiguos, que llevaron mis padres." Hay una musicalidad en la prosa, un uso adecuado de las repeticiones. ¿Está el texto filtrado por la imaginación de Carrión o solamente seleccionado? No importa, pues el resultado es genuino y pura narración oral.
Creo que es importante saber que Carrión no prolonga el discurso de Sebald, porque la obra del autor de Austerlitz habla del dolor, de la pérdida y de las consecuencias irreparables de ello. En ese sentido pienso no ya en Levi, que llegó a declarar que Auschwitz le sirvió para encontrar sentido a su vida, sino en Saul Bellow y Philip Roth. Bellow con Las aventuras de Augie March ofrece una lección de humanismo, de supervivencia y lucidez que no le será desconocida al autor, que ha escrito una estupenda crónica sobre Chicago, la ciudad de Bellow par excellence. Pero también el Philip Roth de Los Hechos y las partes retrospectivas de Patrimonio: Una historia verdadera. Hay diferencias, claro, porque las obras de Roth llegan a tiempo para reinventarse, para tomar conciencia de su carrera y su vida y las de Carrión para ampliar su obra. Pero los rasgos de ambos, los rasgos bellowianos, están: a diferencia de Sebald, para Carrión (y Bellow y Roth) los emigrados tienen a algún sitio al que llegar y su condición de pasado familiar merece ser contada. Comparten todos ellos la idea benjaminiana de que los objetos son memorias, la idea de que la literatura es la máxima fuente de memoria, pero para Carrión la literatura es un trozo hermoso de vida, por extraña difícil que sea.
Resulta difícil predecir si en veinte años este libro será un artefacto camp o una innovación avant la lettre. Pero es evidente que el autor se ha desnudado más que nunca, ha tomado el camino más difícil asumiendo los riesgos de caer en la reiteración prolongando un relato brillante,se ha enfrentado, de nuevo, a la Historia y ha hecho la mejor crónica posible de la Transición, del Pasado y de sí mismo.
1 comentario:
Gran entrada, chapeau Alvy.
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