sábado, noviembre 04, 2006

GUÍA HOLMESIANA PARA JÓVENES INVESTIGADORES: EL CANON DE LECTURAS

A partir de ahora mensualmente una entrega de mi acercamiento al mito de Sherlock Holmes. Una vez explicada la introducción pasemos a la primera entrega. Que lo disfruten, corrijan y maticen todo lo que les sea posible.

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ESTUDIO EN ESCARLATA (1887).
Recomendable para.: Detectives interesados en poseer ante ellos su propio Episodio 1 para completar su colección. No obstante existe el mito en el gremio de que esta es una prueba imprescindible para reconstruir la figura del detective Baker Street, es elemental, queridos lectores que esto es una falacia de los recopiladores de Conan Doyle y la literatura.
Una madeja enmarañada: Conan Doyle traza sus ya habituales dos partes. En la primera asistimos a la memoir del doctor Watson y su encuentro con el magnífico genio además de presentarse el misterio. La segunda parte, La tierra de los santos, ofrece un interesante visionado de la Salt Lake City de los mormones y la América de los crucifijos: la narración cambia completamente y se nos explica el leit-motiv del crimen. Al final se retoma la memoria de Watson (como si todo hubiese sido una digresión concienzuda, cosa que no me extrañaría) y se resuelve el caso en la mejor línea del noir posterior: crimen pasional.
El informe:
«Ml QUERIDO SHERLOCK HOLMES,
»Esta noche, en el número tres de Lauriston Gardens, según se va a Brixton, se nos ha presentado un feo asunto. Como a las dos de la mañana advirtió el policía de turno que estaban las luces encendidas, y, dado que se encuentra la casa deshabitada, sospechó de inmediato algo irregular. Halló la puerta abierta, y en la pieza delantera, desprovista de muebles, el cuerpo de un caballero bien trajeado. En uno de sus bolsillos había una tarjeta con estas señas grabadas: "Enoch J. Drebber, Cleveland, Ohio, U.S.A". No ha tenido lugar robo alguno, ni se echa de ver cómo haya podido sorprender la muerte a este desdichado. Aunque existen en la habitación huellas de sangre, el cuerpo no ostenta una sola herida. Desconocemos también por qué medio o conducto vino a dar el finado a la mansión vacía; de hecho, el percance todo presenta rasgos desconcertantes. Si se le pone a tiro llegarse aquí antes de las doce, me hallará en el escenario del crimen. He dejado orden de que nada se toque antes de que usted dé señales de vida. Si no pudiera acudir, le explicaría el caso más circunstanciadamente, en la esperanza de que me concediese el favor de su dictamen.
»Le saluda atentamente,
TOBÍAS GREGSON.»
Con lupa.:
1. Conocimientos de Literatura: ninguno.
2. Conocimientos de Filosofía: ninguno.
3. Conocimientos de Astronomía: ninguno.
4. Conocimientos de Política: escasos.
5. Conocimientos de Botánica: desiguales. Al día en lo atañadero a la belladona, el opio y los venenos en general. Nulos en lo referente a la jardinería.
6. Conocimientos de Geología: prácticos aunque restringidos. De una ojeada distingue un suelo geoló gico de otro. Después de un paseo me ha enseñado las manchas de barro de sus pantalones y ha sabido decirme, por la consistencia y color de la tierra, a qué parte de Londres correspondía cada una.
7. Conocimientos de Química: profundos.
8. Conocimientos de Anatomía: exactos, pero poco sistemáticos.
9. Conocimientos de literatura sensacionalista: inmensos. Parece conocer todos los detalles de cada hecho macabro acaecido en nuestro siglo.
10. Toca bien el violín.
11. Experto boxeador, y esgrimista de palo y espada.
12. Familiarizado con los aspectos prácticos de la ley inglesa

En la primera parte de la novela es la única que deja clara la verdadera influencia de Joseph Bell para crear al personaje por parte de CD (que fue alumno suyo). No obstante en aventuras posteriores esto se separa porqué Doyle descubre, cual Doctor Frankeinstein, que su criatura ya tiene una entidad icónica suficiente y que ella misma es capaz de ser un personaje autómata que todavía perdura. Holmes representaba el modelo de la razón y de la deducción analítica tan en boga a finales del siglo XIX.
Lecturas recomendadas.:
Texto completo en castellano.

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EL SIGNO DE LOS CUATRO (1890).
Recomendada para: Jóvenes detectives con lupa recién estrenada y cualquier maestro con ganas de ponerse a prueba en los pantanosos y juguetones terrenos que propone Conan Doyle al convertir la estructura del cuento en una forzada aventura llena de delirios.
Una madeja enmarañada: Una serie de momentos irresistibles para el lector ya iniciado, y otra serie de momentos inolvidables para el más mozuelo de nuestros seguidores: ¡Watson encuentra a la que es su futura esposa: Mary Matson! ¡Sherlock se prepara sus soluciones de Cocaína! ¡Un tesoro de la India Colonial! Y sobre ello tenemos el misterio que tan bien heredarían luego Columbus/Spielberg: un plano-jeroglífico dónde sólo podemos leer El signo de los cuatro.
El informe:
“-En síntesis -continuó ella-, el caso es el siguiente: mi padre era oficial en un regimiento de la India, de donde me envió a Inglaterra cuando era muy niña. Mi madre había muerto y yo no tenía familiares en Inglaterra. Conseguí colocación, sin embargo, en un buen internado en Edimburgo, y allí permanecí hasta que tuve diecisiete años de edad. En el año 1878 mi padre, que era capitán de su regimiento, obtuvo una licencia de doce meses y volvió a Inglaterra. Me telegrafió desde Londres que había llegado sin novedad y me pedía que fuera de inmediato a la capital, dándome como su domicilio el hotel Langham. Su mensaje, según recuerdo, estaba concebido en frases plenas de bondad y de cariño. Al llegar a Londres me dirigí al Langham. Me informaron que efectivamente el capitán Morstan estaba alojado allí, pero que había salido la noche anterior y que aún no volvía. Esperé todo el día, sin recibir noticias de él. Esa noche, por sugestión del gerente del hotel, me comuniqué con la policía y al día siguiente todos los periódicos publicaron su desaparición. Nuestras pesquisas no produjeron ningún resultado. Hasta la fecha no he vuelto a tener noticias de mi infortunado padre. Volvía a su patria con el corazón henchido de esperanzas, buscando un poco de paz y de comodidad, y en lugar de eso... -se llevó la mano a la garganta y un sollozo ahogado interrumpió la frase.
Con lupa:
“Sherlock Holmes extrajo un frasco de un anaquel y la jeringa hipodérmica de su estuche. Con sus dedos largos, blancos y nerviosos, ajustó la delicada aguja y se enrolló la manga izquierda de su camisa. Durante un momento sus ojos se apoyaron pensativamente en su brazo nervudo, lleno de manchas y con innumerables cicatrices, causadas por las frecuentes inyecciones. Finalmente se introdujo la aguja delgada, presionó el pequeño pistón, se la sacó, y se dejó caer en un sillón forrado de terciopelo, con un profundo suspiro de satisfacción.”

"-Escúcheme, sahib -dijo el más alto y el más feroz de los dos, que recibía el nombre de Abdullah Khan-. Usted tiene que estar con nosotros o lo tendremos que callar para siempre. La cuestión es demasiado grande para que vacilemos en hacerlo. O está en cuerpo y alma con nosotros, jurándolo por la Cruz de los cristianos, o su cuerpo será arrojado esta noche al foso y nosotros nos pasaremos con nuestros hermanos al ejército rebelde. No hay término medio. ¿Qué prefiere usted... la vida o la muerte? Podemos darle sólo tres minutos para decidirse, pues el tiempo está pasando y todo debe hacerse antes de que la guardia vuelva a pasar por aquí.”
Lecturas recomendadas:
Texto completito (en castellano).

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EL PERRO DE LOS BASKERVILLE (1902).
Recomendada para:
Hechiceros, belcebús y vampiros de glamour netamente victorianos, y también jóvenes aprendices de John Constantine de acento encantadoramente british.
Una madeja enmarañada: Se sabe que a Conan Doyle le fascinaban las leyendas de ultratumba, tanto o más como a nosotros. Así este monstruoso ser con forma de can se basaba en la muy inglesa leyenda de los Hell Hounds, perros venidos del infierno. Holmes y Watson llamados por James Moritmer, para que resuelvan tamaño misterio. Por el camino se toparán con la leyenda de que el perro viene a matar a todos los Baskerville (que tuvo en Henry B. su primer precedente) y entretanto el autor se regodea en todos aquellos páramos por los que John Landis ya nos advirtió que no debíamos andar. Y además compone una novela coral y atmosférica de puro terror.
El informe:
»Sucedió que, algo más tarde, Hugo dejó a sus invitados para llevar alimento y bebida junto, quizá, con otras cosas peores a su cautiva, encontrándose vacía la jaula y desaparecido el pájaro. A partir de aquel momento, por lo que parece, el carcelero burlado dio la impresión de estar poseído por el demonio, porque bajó corriendo las escaleras para regresar al comedor, saltó sobre la gran mesa, haciendo volar por los aires jarras y fuentes, y dijo a grandes gritos ante todos los presentes que aquella misma noche entregaría cuerpo y alma a los poderes del mal si conseguía alcanzar a la muchacha. Y aunque a los juerguistas les espantó la furia
de aquel hombre, hubo uno más perverso o, tal vez, más borracho que los demás, que propuso lanzar a los sabuesos en persecución de la doncella. Al oírlo Hugo salió corriendo de la casa y ordenó a gritos a sus criados que le ensillaran la yegua y soltaran la jauría; después de dar a los perros un pañuelo de la doncella, los puso inmediatamente sobre su pista para que, a la luz de la luna, la persiguieran por el páramo.

»Durante algún tiempo los juerguistas quedaron mudos, incapaces de entender acontecimientos tan rápidos. Pero al poco salieron de su perplejidad e imaginaron lo que probablemente estaba a punto de suceder. El alboroto fue inmediato: quién pedía sus armas, quién su caballo y quién otra jarra de vino. A la larga, sin embargo, sus mentes enloquecidas recobraron un poco de sensatez, y todos, trece en total, montaron a caballo y salieron tras Hugo. La luna brillaba sobre sus cabezas y cabalgaron a gran velocidad, siguiendo el camino que la muchacha tenía que haber tomado para volver a su casa.
»Habían recorrido alrededor de media legua cuando se cruzaron con uno de los pastores que guardaban durante la noche el ganado del páramo, y lo interrogaron a grandes voces, pidiéndole noticias de la partida de caza. Y aquel hombre, según cuenta la historia, aunque se hallaba tan dominado por el miedo que apenas podía hablar, contó por fin que había visto a la desgraciada doncella y a los sabuesos que seguían su pista.
"Pero he visto más que eso -añadió-, porque también me he cruzado con Hugo Baskerville a lomos de su yegua negra, y tras él corría en silencio un sabueso infernal que nunca quiera Dios que llegue a seguirme los pasos”.
»De manera que los caballeros borrachos maldijeron al pastor y siguieron adelante. Pero muy pronto se les heló la sangre en las venas, porque oyeron el ruido de unos cascos al galope y enseguida pasó ante ellos, arrastrando las riendas y sin jinete en la silla, la yegua negra de Hugo, cubierta de espuma blanca. A partir de aquel momento los juerguistas, llenos de espanto, siguieron avanzando por el páramo, aunque cada uno, si
hubiera estado solo, habría vuelto grupas con verdadera alegría. Después de cabalgar más lentamente de esta guisa, llegaron finalmente a donde se encontraban los sabuesos. Los pobres animales, aunque afamados por su valentía y pureza de raza, gemían apiñados al comienzo de un hocino, como nosotros lo llamamos, algunos escabulléndose y otros, con el pelo erizado y los ojos desorbitados, mirando fijamente el estrecho valle que tenían delante.
»Los jinetes, mucho menos borrachos ya, como es fácil de suponer, que al comienzo de su expedición, se detuvieron. La mayor parte se negó a seguir adelante, pero tres de ellos, los más audaces o, tal vez, los más ebrios, continuaron hasta llegar al fondo del valle, que se ensanchaba muy pronto y en el que se alzaban dos de esas grandes piedras, que aún perduran en la actualidad, obra de pueblos olvidados de tiempos remotos. La luna iluminaba el claro y en el centro se encontraba la desgraciada doncella en el lugar donde había caído, muerta de terror y de fatiga. Pero no fue la vista de su cuerpo, ni tampoco del cadáver de Hugo Baskerville que yacía cerca, lo que hizo que a aquellos juerguistas temerarios se les erizaran los cabellos, sino el hecho de que, encima de Hugo y desgarrándole el cuello, se hallaba una espantosa criatura: una enorme bestia negra con forma de sabueso pero más grande que ninguno de los sabuesos jamás contemplados por ojo humano.
Acto seguido, y en su presencia, aquella criatura infernal arrancó la cabeza de Hugo Baskerville, por lo que, al volver hacia ellos los ojos llameantes y las mandíbulas ensangrentadas, los tres gritaron empavorecidos y volvieron grupas desesperadamente, sin dejar de lanzar alaridos mientras galopaban por el páramo. Según se cuenta, uno de ellos murió aquella misma noche a consecuencia de lo que había visto, y los otros dos no
llegaron a reponerse en los años que aún les quedaban de vida.
»Ésa es la historia, hijos míos, de la aparición del sabueso que, según se dice, ha atormentado tan cruelmente a nuestra familia desde entonces. Lo he puesto por escrito, porque lo que se conoce con certeza causa menos terror que lo que sólo se insinúa o adivina. Como tampoco se puede negar que son muchos los miembros de nuestra familia que han tenido muertes desgraciadas, con frecuencia repentinas, sangrientas y misteriosas. Quizá podamos, sin embargo, refugiarnos en la bondad infinita de la Providencia, que no castigará sin motivo a los inocentes más allá de la tercera o la cuarta generación, que es hasta donde se extiende la amenaza de la Sagrada Escritura. A esa Providencia, hijos míos, os encomiendo ahora, y os aconsejo, como medida de precaución, que os abstengáis de cruzar el páramo durante las horas de oscuridad en las que triunfan los poderes del mal.

Con lupa.:

-A decir verdad se ha superado usted a sí mismo -dijo Holmes, apartando la silla de la mesa del desayuno y encendiendo un cigarrillo-. Me veo obligado a confesar que, de ordinario, en los relatos con los que ha tenido usted a bien recoger mis modestos éxitos, siempre ha subestimado su habilidad personal. Cabe que usted mismo no sea luminoso, pero sin duda es un buen conductor de la luz. Hay personas que sin ser genios poseen un notable poder de estímulo. He de reconocer, mi querido amigo, que estoy muy en deuda con usted.”

Cada minuto que pasaba la algodonosa llanura blanca que cubría la mitad del páramo se acercaba más a la casa. Los primeros filamentos cruzaron por delante del rectángulo dorado de la ventana iluminada. La valla más distante del huerto se hizo invisible y los árboles se hundieron a medias en un remolino de vapor blanco.
Ante nuestros ojos los primeros tentáculos de niebla dieron la vuelta por las dos esquinas de la casa y avanzaron lentamente, espesándose, hasta que el piso alto y el techo quedaron flotando como una extraña embarcación sobre un mar de sombras.”

Lecturas recomendadas.:
Ebook en castellano (pdf).
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EL VALLE DEL TERROR (1914).
Recomendada para: Detectives coleccionistas deseosos de encontrar de nuevo al Conan Doyle más netamente juguetón, y sobretodo aprendices de Sherlock creyentes en el noble arte de la reinvención maestra y superior.
Una madeja enmarañada: Conan Doyle regresa a Estudio en Escarlata en términos estructurales y temáticos pero lo hace con una revisión en clave hiperbólica y de pastiche (aumenta no sólo los detalles de crónica negra-familiar ya apuntados en la entrega anterior y regresa a la geografía estadounidense esta vez de ecos casi hammetianos) y proporciona al lector eso que quiere haciendo regresar a quién haga falta) : en la primera parte Holmes resuelve la identidad del homicida, pero en la segunda volvemos a Estados Unidos y se nos explica el origen del asesinato, y estamos en la Pennsylvania de los mineros y las organizaciones pseudo-mafiosas llamadas Molly Maguires. Y además ¡vuelve el profesor Moriarty! (¡vivan las jugadas cronólogicas con la continuidad!)
El informe:

.
“Estimado Mr. Holmes [decía]:
“No iré más lejos en el asunto. Es demasiado peligroso, el sospecha de mí. Puedo ver que él sospecha de mí. Vino inesperadamente luego de que escribiese la dirección en el sobre con la intención de enviarle la clave del cifrado. Fui capaz de esconderla. Si la hubiera visto, me hubiera ido realmente mal. Pero puedo leer la desconfianza en sus ojos. Por favor queme el mensaje en cifras, que ahora ya no puede ser útil para usted.”
“FRED PORLOCK”

Con lupa.:

“Si algo hubiera sido necesitado para dar un ímpetu a la popularidad de Jack McMurdo entre sus camaradas sería su arresto y absolución. Que un hombre la misma noche de su incorporación a la logia haya hecho algo que lo llevase ante el magistrado era un nuevo registro en los anales de la sociedad. Ya se había ganado la reputación de ser un bueno y dadivoso compañero, un alegre parrandero, y además un hombre de fuerte temperamento, que no recibiría un insulto ni del mismo poderoso jefe. Pero en adición a esto impresionó a sus compañeros con la idea de que entre todos ellos no había ni uno cuyo cerebro estuviera tan preparado para inventar un plan tan sanguinario, o cuya mano sea tan capaz para llevarlo a cabo. “Él será el chico que haga el trabajo limpio”, manifestaban los mayores uno al otro, y esperaban su tiempo hasta que lo pudieran enviar a su trabajo.”

- Todo conocimiento es útil para el detective – remarcó Holmes -. Incluso la certeza trivial que en el año 1865 un cuadro de Greuze titulado “La Jeune Fille a l’Agneau” alcanzó un millón doscientos mil francos, más de cuarenta mil libras, en la venta de Portalis puede comenzar un tren de reflexiones en su mente.”

Lecturas recomendadas:
Texto completo en Word (winrar), pdf, palm.

¡Y el próximo més de Navidad la trilogía de casos: Las aventuras de Sherlock Holmes, Las memorias de Sherlock Holmes y El regreso de Sherlock Holmes! Hasta entonces no descuiden de limpiar sus lupas, fumar en pipa y realizar sus prácticas de violín.

5 comentarios:

biotipo dijo...

creo que no entro en ninguna de las tipologías de los "recomendados" pero aun así me ha hecho usted interesarme por el mito de Holmes... en cuanto termine el autor con el que estoy me pondré a ello sin más dilación.

un saludo "dealer" literario.

Anónimo dijo...

Un gran post, Alvy, magnífico.

Sólo leí "Estudio en escarlata" de pequeño, en la fantástica colección "Tus Libros" de Anaya, aquellos en tapa dura llenos de pies de página explicando que era cada referencia que había en el texto.

Anónimo dijo...

Buena idea, Mr. Singer, esta serie que programas, y que seguiremos con entusiasmo.

Sólo una corrección (que podrá ser re-re-recorregida, porque me temo que esto de las cronologías holmesianas es algo eterno):

Dices en el apunte sobre "El valle del terror": Y además ¡vuelve el profesor Moriarty! (¡vivan los errores de continuidad!), y me temo que no es del todo cierto que sea un error, ni que regrese Moriarty, porque el professor aún no se había ido.
La historia del caso del valle, se produce "los primeros días a finales de los 80’s cuando Alec MacDonald estaba lejos de
haber alcanzado la fama nacional que ahora ha alcanzado.
", mientras que la muerte de James Moriarty, lo publica el Journal de Gèneve, sucede en mayo de 1891.
Se trata (una vez más, como también pasa en las historias cortas)de un cambio de orden cronológico, nada más. No un error, creo. El porqué lo hace ya es otra historia, más comercial, claro.

Seguimos a la espera de más holmes. Te sigo leyendo. Y es verdad, fanshawe, es verdad,que delicia de edición la de "Tus libros", todavía volvería a comprarme esa si tuviera que hacerlo.

Un abrazo,
P.

Mycroft dijo...

Fumando en pipa y tocando el violín(tengo uno, aunque que diez años después de la última clase pueda tocarlo es otra cosa)esperaré el próximo especial.
Sin duda de los que has analizado, "El Perro de los Barkerville" es mi caso preferido.
Saludos del orondo Mycroft.

Anónimo dijo...

¡Bravo!