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Que Hostel 2 sea la mejor película de Eli Roth junto a Thankgsiving (que es básicamente un resumen de una educación sentimental filtrado con sus gags alargados que en cabin fever dieron un mal resultado) no debería llevarnos al engaño, si tenemos en cuenta que su primera película está ya en los clásicos del género. Hostel 2 está en ese tipo de secuelas que casi todos identificamos como el padrino 2 (y porqué no, viernes 13 2 TAMBIÉN): versiones ampliadas del original pero también autoparódicas y ultraexpansivas. Así Hostel 2 no funciona (solametne) como ese revival necesario de la Condesa Bathory y el eurotrash como erudita (¡bendita!) forma de gore elegantísimo, y el reverencial trato a maestros como Hooper o Fulci, sino también a cosas tan bellas como L'ultimo trenno della notte (mítica exploit, en realidad relectura renacentista parafreseando al Hijo Tonto de La última casa la izquierda) o relanzar su estética de la violencia con un momentum precioso (sí, la castración) que pide a gritos una competición con I spit on your grave en diferenciaciones estéticas.
Aunque sería pecar de reduccionismo si creemos que Roth en Hostel 2 sólo ha ampliado el radio de su campo en ese aspecto: de lo que más ha aprendido de I spit on your grave, casi funcionando como virulenta y necesaria respuesta a esa recepción crítica tan generosa ante la notable una historia de violencia de cronenberg, es en el uso de la violencia y como buen aprendiz propone cambios estéticos sustanciales. Atención por ejemplo a la muerte, deliciosa, de Heather Matarazzo con Edwige Fenech dándolo todo y al asesinato elíptico del chaval. Dos ejemplos de maestría, tratamiento y sensibilidad que ¡ay! Han quedado en el olvido.
Pero la cosa no termina ahí, en un acto de madurez nada redentora (la primera parte ya funcionaba en su terreno), esta pasa de la poética de fotolog a la lírica del suburbio. Y no hablo por la obvia adopción de un actor de mujeres desesperadas, en realidad menos inocente de lo que creemos, sino de la subtrama que les rodea, que se permite demostrar al espectador que no las tenemos todas con la obviedad de nuestro sentido común. Tanto Roger Bart como Richard Burgi funcionan como la más perfecta encarnación del homo cheeverianus explorado por Solondz en el cine de Eli Roth: sí, ¿creían que la elección de Heather Matarazzo era en vano? Maldita sea ¡no!
Sí a la boutade de la trama de los amigos suburbiales, le sumamos un final deliciosamente inteligente la cosa funciona ya en niveles díficiles de superar: Hostel 2 funciona en los mismos bosques de Cabin Fever y en la exploración de distintas estéticas que esta propnía con una armonía de la que esta, debut atrevido pero también patán, no era capaz de mesurar. EL referencialismo de Hostel 2 responde al encadenado de su narrativa: por eso, ese final con Beth ( una colosal y ambigua Lauren German) convertida en negruzco Peter Pan vengándose de su diablesa junto a los Niños Perdidos tiene DEMASIADO sentido. Como ese prólogo, en el que la pesadilla cumplida de Paxton adquiere una textura verdaremente LYNCHIANA, y ese final con la fantasmagórica protagonista levantando el hacha, una película que, al fin y al cabo, desmenuza con ironía solondziana la oscura trama de la primera entrega, tenga ese halo, tan misteriosamente y valga la redundancia, sobrenatural.
5 comentarios:
Yo también he sido defensor a ultranza de Hostel 2, aunque siendo más bien breve, sin destriparla del todo. Es así como gusta leer de cine de terror moderno. Mola. Yo no me olvidé en absoluto de la originalísima y abrupta elipsis del principio, y, ¿sabe?, tuve muy en cuenta la espléndida mejora de la historia de la Eslovaquia psicópata respecto al primer Hostel, la estética de la violencia (maravillosa) y la belleza que ni pintada de la justiciera protagonista. De Roth sigo quedándome con Cabin Fever, que es una de mis películas favoritas de los últimos 5 años.
Pero es que Cabin Fever es estupenda, pero pocos lo vieron!
Yo debo de ser de otro planeta porque Roth me sigue pareciendo un flojo.
Si esta segunda parte es tan buena como la primera ya está todo dicho. Sangre y perversión en estado puro para un film necesario.
a mi Cabin Fever me encanta
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