martes, agosto 25, 2009

Memorias de los asesinatos


Ricardo Menéndez Salmón

'Derrumbe'

Seix Barral, Barcelona, 2008.

La novela y los géneros plantean dudas: ¿Es Derrumbe una deliberada superación? No lo creo. Las deudas son evidentes. Es, por una parte, una posible 'Memories of Murder' española, con ese pequeño lugar provinciano marcado por un asesino que conoce perfectamente su técnica y un detective deliberadamente frustrado y patoso, aunque entusiasta.

Es también uno de los referentes de 'Memories of Murder', la cuasi clásica 'Se7en', con su detective cuasi filosófico que conoce bien su espacio, con su venganza hábilmente planeada, con el sueño simétrico del asesino. También 'Funny Games' y toda la filmografía de Haneke con sus miradas destructivas hacia al género.

El thriller como excusa metafísica.

Aquí vienen los excesos de Menéndez Salmón, hábil aprendiz de Dostoievski, autor de la per-fec-ta La Ofensa, con sus escenas que puntean lo kitsch. Ocasionalmente tiene la perspectiva de DeLillo, coquetea con el estilo de McCarthy (que supo darse un divertimento con 'No es país para viejos', para seguir entonando su misma y eterna canción que describía el Horror), pero se queda en una gelidez ensayística y filosófica, demasiado autoconsciente. Un ejemplo de ello es la escena de sexo de la página 54 (negritas mías).:

"Y cuando ella se corrió como una adolescente desmadejada y frágil, con un poco de vergüenza en los ojos; cuando ella se abrasó en aquel placer que la empujaba y la elevaba y la removía por dentro antes de dejarla caer, exhausta ys ucio, sobre el cálido piso, sintió en el centro de su ser, en algún punto que supo crucial pero imposible de cartografiar, el punto en torno al cual gravitaban su cordura y u salud, un furioso crepitar de imágenes y voces, como si estuvieran viendo, con los ojos vueltos del revés, una propia representación que sucediera dentro de sus propias vísceras."

Concluye con

'Estaba sola. Sola con su ensueño' (pag. 55)

En cambio, Menéndez Salmón triunfa cuando sintoniza al autor de Suttree. Hay metáforas eficaces, líricas, que son dignas del mejor McCarthy (el de Blood Meridian, por mucho que su estilo se identifique ahora con The Road). Ha heredado del estadounidense una capacidad para describir escenas inusualmente líricas y expresivas:

'Sus voces eran graves, pero diáfanas, como el murmullo de un río' (pag. 58)

'Tenía la boca seca, igual que si hubiera masticado ceniza' (pag. 63)


No siempre la escena puede engrandecer la metáfora. En la pag. 93 Menéndez Salmón estropea la escena y la metáfora. No tengo claro el motivo:

"Las palabras poseen vida propia. Siempre le había gustado la palabra hachís. Sonaba a seda rasgada. Le inundaba la garganta un sabor acre, un poco punzante. Años atrás había estado en Túnez con su mujer. […]" (PAG. 93)

Tal vez sea la deuda con Vian:

"Hugo estaba solo, alejado unos metros, leyendo una novela de Boris Vian, La hierba roja, la inolvidable historia de Woolf y de su asombrosa máquina del tiempo. Humberto pensó en su adolescencia, en los cigarrillos que le robaba a su padre cuandoleyó aquel libro, en un tiempo lleno de prodigios" (pag. 86)

Deuda que quizá el autor pague cara, pues Vian es un autor que escribe noir con un estilo altamente afectado, exagerado, muy distanciado de sus modelos (James M. Cain, Dashiell Hammet).

La historia de Valdivia, Vera y Humberto es quizá la más objetable de las que conforman esta novela. Es la que más se basa en el eco de Don DeLillo, en la sombra de 'Ruido de Fondo' y sus famílias desestructuradas por invasiones nucleares, Hitler y las pantallas, siempre observadoras, que son el énfasis de Menéndez Salmón y el de nuestro tiempo. No añade nada a Funny Games o a DeLillo.

No quiero decir con esto que Derrumbe no sea notable: Es posiblemente uno de los trabajos más interesantes de la narrativa española contemporánea. Y Menéndez Salmón demostró con La ofensa un talento capaz de brindar obras bellas y más simétricas. En Derrumbe aporta ideas, trata de organizar el caos, e incluso cuando peca de ser dialogante, se nota su formación en Filosofía, deja un pensamiento interesante:

"La filosofía es ya una pura filología; la realidad es la sombra de la palabra; no a la inversa' (pag. 170)

Es cierto que sobrecarga las escenas hasta convertirlas en kitsch a ratos involuntarios. Mortenblau no es un parásito publicitario, á la McCarthy, ni un funcionario de la muerte (Memories of Murder, Zodiac). Es un ridículo filósofo:

"Un hombre así pensaba Mortenblau en la quietud de su celda. Un hombre así. Yo. El último pronombre. También el primero. Yo. El amante. El amor de Mara. El embajador del miedo" (pag. 169).

Tiene excepciones. En sus diálogos se nota un latir puramente literario, humano, genuino. Es una salida de tono deliciosa, como la de Valdivia en la página 129:

"Para el hombre, incluso para el que creía que el trueno era un dios, buscar la causa de lo que sucede ha sido siempre una pasión. Agosto tiene los mismos que julio porque Octavio Augusto envidiaba a Julio César. Tan sencillo. Tan complejo. Tan condenadamente humano."

Habrá lectores que vean un problema en la cultura sensible y parecida de muchos personajes de esta novela, pero el escritor ha escogido su moral para diferenciarlos (una táctica muy dostoievskiana, se intuye, ya que DeLillo casi nunca se separa de su mirada/alter ego). Y lo ha hecho para, al final, explicar el título de esta novela, el de un desfallecimiento que se intuye perdido e inevitable.

[...] su esplendor, su mérito, su excelencia: la asombrosa y asombrada evidencia de haber sentido, de haber gozado, de haber reído: de haber sido.

Un gran cierre para narrar un Triunfo que es a la vez caída y desprendimiento.

4 comentarios:

Luis dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luis dijo...

Dios mío, excelente post, aunque la prosa de Menéndez S. me da grima. Demasiada exhibición de músculo, ¿no? Kitsch involuntario me parece una buena definición.
Transcribo aquí la oración que me hizo abandonar la lectura de Suttree la semana pasada.
"El agua estaba tibia al tacto y tenía la lubricidad granular del granito." Kitsch involuntario, nuevamente, ¿verdad?

Saludos. Ahora sí.

El Miope Muñoz dijo...

No lo creo: Suttree es una comedia estupenda y muy atmosférica. Mi problema con Menéndez Salmón es que algunas de sus escenas y descripciones me distancian de su ojo capaz de dar lo mejor y descripciones preciosas.

Habrá que esperar. Tiene el talento suficiente para crear obras como 'La ofensa'.

Luis dijo...

Daremos una oportunidad a La ofensa, en cuanto quede libre en la biblioteca.
La ofensa me parece un ejemplo paradigmático de correlación deficitaria euro/número de páginas para el lector-cliente. Como los Walser de Siruela, que están a 50 céntimos la página de lectura.