Junichiro Tanizaki. 'La madre del Capitán Shigemoto'
Siruela, 2008. Traducción de Maria Luisa Balseiro. 176 páginas.
Uno no lee este libro, sino los rastros de sus traducciones. Así lo ha escrito ya Zambra en su notablísimo ensayo dedicado a los dos libros que Siruela acaba de editar de Junichiro Tanizaki. En el caso concreto de La madre del capitán Shigemoto, publicada en Japón en 1949, estamos leyendo una versión castellana de la traducción inglesa de Anthony Chambers, publicada por Knopf en 1993.
Resulta imposible, pues, hablar de una prosa, de un estilo y toda tentativa queda en una suposición futil. Si que podemos hablar de su estructura: la narración de un hecho ocurrido se hace a partir de una broma que aparece en La Novela Genji y se filtra la investigación como método de especulación narrativa: se suceden escenas, al principio sobre la seducción y su extraña ironía, después sobre la pérdida y el reencuentro y el retiro. Son, en realidad, dos o tres escenas potentísimas, pero solamente en una confluyen los personajes y el resto es la crónica de sus destinos.
Las mujeres aparecen poco o cuando aparecen es en calidad de luminosas, de irrupciones. Jiju es esquiva y humilla a su amante Heiju de todas las formas posibles, siempre fantasmagóricas y su rol en la sombra funciona como contrapunto a una sociedad de hombres apuestos (sus humillaciones son físicas y más tarde leemos que los sabios budistas aseveran que el "cuerpo es impuro"). El viejo Kunitsune, un retirado ministro de ochenta años, es verdaderamente sincero cuando está borracho, pero también caprichoso y regala a su mujer a Shihei. El capitán Shigemoto, el hijo de Kunitsune, verá el rostro de su madre antes de que esta se marche y de eso se encargará el último episodio: de narrar un reencuentro de personas que han desaparecido o están a punto de hacerlo y que han seguido con sus vidas o en el retiro budista como poso de sabiduría o en cierto deambular.
Es un libro en el que la poesía tiene un gran papel, ya sea como el arma que usan algunos para seducir o halagar o mentir o para expresar algo de un modo desesperado. También para el autor: concede a la luna la función de narradora. En los dos encuentros con su madre, el Capitán Shigemoto está bajo la luz del astro, pero solamente en el primero será clara. Es inevitable pensar en los versos de Borges: "Sé que la luna o la palabra luna / es una letra que fue creada para / la compleja escritura de esa rara/ cosa que somos, numerosa y una".
1 comentario:
Acabo de conseguir Batman: The Animated Series completita. Sería tan agradable ver una continuación de esa revisión increíble que mostró usted en Elitevisión, capítulo por capítulo...
Una cosa más: en 'Be a clown', no le parece que el mago al que 'Jekko' presume de robarle los trucos, es un poquito demasiado similar a Alan Moore? Es sólo un apunte. Saludos.
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