miércoles, noviembre 01, 2006
"ASESINATO EN LA OSCURIDAD"
De Margaret Atwood sabía que era candidata al premio Nobel lo que viene a ser un dato insignifcante. Un indiferencia más que se produce al leer un nombre. Y encontré primero El asesino ciego y no me lo llevé (y ahora rectifico, off course) y encontré Asesinato en la oscuridad. Lo abrí y descubrí que nada tenía Atwood de autora policíaca como puede parecer a simple vista.
Y creo que mi completa virginidad de opinión me ha hecho leer de otra forma, como es obvio. Pues nada señores, Atwood ha escrito una pequeña maravilla con sus más y sus menos. Una colección de historias, poemas en prosa y hasta microrrelatos perfectamente hiladas por esa maestra casi vanguardista que es l autora contando algo que para ella es tan sencillo como una historia, o más bien una sensación, una ausencia.
Pero no historias al uso: muchas de ellas tienen en común un pequeño tema subterráneo. Y es el recuerdo, la memoria. Así de simple pero así de complejo. Con pequeños gags inteligentes (y punzantes), con sentencias dolientes, con anécdotas elevadas a lo interesante este librito es delgado pero merece una paciencia proustiana: no por aburrido ni por excesivamente cerebral sino para garantizar su máximo disfrute.
Y aquí les dejó con el magnífico relato Cómics de terror (ideal para un día como hoy).:
"Cuando tenía doce años, mi amiga C y solíamos birlar cómics de terror de los expositores de los drugstores. Por entonces sólo valían diez centavos. Los leíamos durante el camino de casa a la escuela, interpretando los distintos papeles con voces de radio y efectos especiales para demostrar que dominábamos la situación. La sangre era demasiado copiosa y espeluznante, los rostros eran de color verde y morado, los gritos, exagerados. Nos apoyábamos contra el murete de piedra de la parte exterior de la funeraria y nos reíamos tanto que C., cuya madre le decía que jamás utilizara los retretes de la escuela, no fuera a pillar alguna enfermedad no especificada, tenía que cruzar las piernas y suplicarme que parara.
-Es que soy un vampiro de verdad ¿sabes? - le decía yo en tono sosegado mientras caminábamos lamiendo nuestros polos. Ésos si los habíamos pagado.
-No lo eres - decía C. en tono dubitativo.
-Sabes que lo soy - replicaba yo apaciblemente -, pero no tienes que temerme. Eres mi amiga- Bajaba la voz y añadía - : Es que estoy muerta de verdad, ¿sabes?
-Ya basta - decía C.
-¿Basta de qué? - preguntaba yo inicoemente - Sólo te estoy diciendo la verdad.
Eso nos llevaba el tiempo de recorrer las cuatro manzanas entre la funeraria y la gasolinera. Después pasábamos al tema de los chicos.
Era invierno, cuando ya estaba oscuro después de la escuela arrojábamos bolas de nieve por detrás a los mayores, procurando no darles y nos partíamos de risa porque ellos ni siquiera sabían que les estábamos apuntando. Una vez llegamos a darle a alguien, una mujer de mediana edad con un abrigo de piel de rata almizclera. Se volvió y nos miró enfurecida y muy pálida. Huimos corriendo entre culpables carcajadas y nos arrojamos boca arriba sobre un montón denieve a la vuelta de la esquina, sujetándonos la tripa.
-¡Qué cara ha puesto! - exclamamos.
Pero estábamos aterrorizadas. A fin de cuentas, la expresión de su rostro era de odio reconcentrado. Los no muertos habitaban entre nosotros"
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3 comentarios:
Chicas bailarinas me deslumbró (relatos) y a Power and politics (poesía, en Hiperión) suelo acudir de vez en cuando; una de mis autoras favoritas. Un saludo.
Otra obra más que apunto en "pendientes". Como siempre tus recomendaciones son más que estimulantes.
Un saludo
Alvy: En vez de asesinato en la oscuridad proclamo que este blog es resurrección de la claridad. Y encima resurrecciónlibre y discreta, sin misa solemne que lo celebre.
Enhorabuena por mantener esas dos ventanas de tus blogs, tan necesarias para recuperar la razón y la libertad, que es el empeño también de Ciutadans.
En cuanto a tu comentario a mi blog indica hasta que punto ha arraigado en los jóvenes un sentimiento de rebote ante lo que no es más que una historia y costumbre común, llamada España, que es lo que nos permite hablar y entendernos (por encima de la lengua). Es decir, ejercer la razón. No debe producir alergia España ni la Guardía Civil.
La vuelta de España (y del Estado, con su guardia civil) a Cataluña no sería más que la garantía de la igualdad de los ciudadanos ante la ley... y ante la historia.
Si están en Zamora, ¿por qué no en Barcelona?
Saludos, Bartleby.
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