Eloy Fernández-Porta es el invitado estrella favorito de éste rincón: con su ojo e ironía muchas veces imperceptibles el mundo es menos miserable. Y hete aquí su sección informativa para Quimera nº282.
TOP 3: MARU'LIT
Es sabido que el personaje más recurrente en las obras galardonadas con grandes premios literarios es la mujer madurita que se busca a sí pispa en un camino de perfección interestual y sensitivo. Este tipo de novelas, que bien pudieran llamarse Maru'Lit, conforman un subgénero tan lucrativo como menospreciado por el establishment cultural. Pero, ¡cuidado!: también hay libros MUY BUENOS escritos por GRANDES AUTORES que tratan el mismo tema. ¿Cómo distinguir, entonces, las High-Marujas de Alta Literatura de las vulgares maris escritas dineribus? Lea estas tres sinopsis de OBRAS MAGNÍFICAS de nuestras letras y entenderá enseguida la diferencia:
María del Carmen Sotillo o la mujerona tardofranquista. Mujer de orden, pariente y sufrida, ella sólo pide "una poquita de Inquisición", obediencia a los mandos, boleta para los extranjeros y una bomba atómica perfeccionada que "matase sólo a los que no tienen principios". Suspira por un apuesto estraperlista de Falange y la trae a mal traer el cenizo del Mario de su santo, con esos libracos de pobres que me escribe y esas veleidades parademocráticas que contenta me tiene. Su devastador stream of conscioussness pucelano -trescientas páginas de bilis mercurial y amarguillo nocturno- ha sido usado como modelo por bandas de grinding hardcore como Napalm Death o Wolf Eyes. Cuando llegó la democracia el libro se siguió leyendo mucho, pero como entonces ya no quedaba bien que la tía fuera la mala, el autor se puso a decir que los dos personajes "son más complejos de lo que parecen". Un poco como Forges, que hace unos años le dijeron que ya no se valía hacer chistes sobre gordas que blanden un rodillo y se puso a dibujar mujeres Cosmo que leen novela en un sofá de diseño mientras el marido está viendo el fúrgol.
Palmira Gadea beyond the parterre. Una aristócrata andaluza se da un rulo dos metros más allá de la verja y descubre que existe gente no pija. Sobrecogida por su hallazgo, se embarca en una cruzada benéfica para llevar la pijedad a los no conversos que viven en el error. En la primera parte se hace de Cáritas Diocesana y revive a una niña moribunda dándole a oler un frasco de Carolina Herrera (Nuyórk). Hacia el final se enfrenta a las hordas caníbales del Frente Patriótico Ruandés, que huyen despavoridas: las horquillas de Llongueras son un arma letal. Reflexiva y autocrítica, Palmira ostenta el récord nacional de maru-aforismos cheesy en pista cubierta: "La sangre tutsi no huele distinto de ninguna otra"; "Ahora creía en el prodigio del ruiseñor y san Virila"; "Sintió de súbito miedo como quien despierta de un bello sueño y tropieza de manos a boca con una realidad aciaga".
Celia Cecilia Villalobo o la redención según Hermida. "¡Todo lo maruja que se quiera, pero dueña de mi destino y de mi vida!": tal es el grito de batalla de esta heroína de couché, secretaria -y acaso amor imposible- de un ilustre escritor difunto. Sus referentes culturales son el Diezmi [sic.] y el eslógan de colonia Brummel, pega cortes del estilo de "Puede que yo me ponga borde, pero tú es que te me has puesto Cortefiel, con ese bleiser verde musgo" y compara la Existencia con el programa de prelavado. La narración está enmarcada por sus dos intervenciones en el programa de Jesús Hermida, al que acude para darse pisto primero y para encontrar su verdadero yo interior después. Para que pareciera una parodia el autor intercaló algunas expresiones pseudofilosóficas como "la piedad clasificatoria y taxonómica", que también parecían sacadas del Diezmi, e incluso escribió un hilarante artículo titulado "¿Existen las marujas?", donde venía a decir que un respeto y que quien se descojonase o descojonare de su novela, sexista será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario