¿Qué queda entonces? Corre Conejo como esa novela-crónica con secuelas a la altura, la magnífica Parejas como una síntesis a todo lo que vendrá después y Lo que queda por vivir, libro de cuentos precioso, que a falta de leer sus early stories y demás, se revelan como un legado literario magnífico. Entonces podemos leer Terrorista en la modalidad que yo llamo best seller metafísico (estoy estudiando en incorporarla a mi currículum): un hit escrito por un autor de prestigio que tiene la misma simpatía y el mismo espíritu que Gertrudis y Claudio, el retelling Shakesperiano. Y metafísico porqué ese es el tema de Terrorista (no el 11S que se revela una circunstancia) como el resto de obra de su autor: la existencia de Dios, el sentido de las vidas y demás mandangas propias de un pope superado a caballo entre la generación New Yorker y la tradición literaria judeoamericana.
Terrorista es Harry Angstrom protagonizando un nuevo episodio de 24. Jack Levy es un trasunto de todo héroe updikeano pero en un tono crepuscular que hace parecer Sin Perdón un canto a la alegría de vivir: nunca habíamos sentido a un personaje de su autor tan envejecido, tan rodeado de asco en todos sus sentidos (físicos, existenciales) que cuando vemos a este señor TAN decrépito tener algo tan intrínseco como fe en la humanidad no nos puede parecer menos que emocionante. Ahmad, por otra parte, es la antitésis de nuestra imagen terrorista: no sólo no es el clásico yihadista, sino que es algo así como un teenager con una excentricidad llamada islamismo que le llevará a un disparate. Updike desgrana humor y sensibilidad pop: las andanzas del joven Ahmad en el instituto, saliendo con la chica del Chico Malo (jefe de una banda de latinos) y luchando contra éste es tan clara y divertida que uno no puede dejar de sonreír.
Parrafo de Spoileracos (Salténselo)
Si en El Cabo del Miedo Jordi Costa habló de la victoria de Scorsese sobre Spielberg, en Terrorista podemos hablar de la victoria de Updike sobre su género (el superventas: subderivado de la actualidad más oportunista). Cuando en Terrorista se supone que deberíamos encontrar persecuciones y tiroteos, Updike crea su tensión como en el resto de sus libros: con deliciosas escenas de sexo (bastante sorprendentes para los no iniciados en su autor, siendo el superventas un género completamente mojigato cuando no directamente naif en cuestiones de sexo) y lapsos de tiempo que le dan al libro una estructura de crónica temporal muy similar a la de los Conejos. Si nadie con dos dedos de frente protestó por el intrigante happy ending del remake de Scorsese, el de Updike no debe llevarnos al engaño: es un happy ending en la medida que sepamos discernir hasta qué punto es satisfactorio que Jack Levy logre que Ahmad no cometa el atentado. Pero su existencia, igual de nihilista, también llega a su fin. ¿Empieza la de Ahmad? Dudo mucho que tras su fortuito encuentor con Joryleen vaya a salvarla. Updike es un viejo zorro y no ha cambiado ni un ápice que antes: este es el mismo final que el de Corre Conejo. Una decisión irreversible y aparentemente feliz para el protagonista, y una elipsis en medio de la narración con un rumbo a lo desconocido.
Parrafo de Spoileracos (Termina Aquí)
El libro es honesto pero además agradablísimo: hay en él un montón de reflexiones bastante sencillas pero no por ello deshechables (sobretodo en su planteamiento del debate del relativismo postmoderno y la fe islámica, que se resuelve de forma humanística) y un entretenimiento inteligente completamente asegurado. La crítica, equivocada, parecía esperar de Updike la nueva palabra de la narrativa post11S. Esta nueva (y última) palabra del hecho que lo cambió todo es una novela que transcurre precisamente en el ruido de fondo de las torres que se mantiene en las orejas de sus víctimas tras muchos años: se llama El Hombre del Salto y la escribió, quién sino, Don DeLillo. Ésta es divertida y está facturada por un gran escritor orgulloso de que hace muchos años que no lo es, que suple su falta de ambición por una dosis inusual de inteligencia en un género que parece muerto y envuelto en conspiraciones explotadas sin gusto por el delirio o la creatividad. Y con este panorama, Terrorista es de una sofisticación inesperada y nada molesta en su estilo literario, que demuestra que seguimos estando ante un tipo insobornable.
Otras reviews:
7 comentarios:
Hay unos libritos de Updike que son mis preferidos. La saga de Henry Bech, el escritor judío mujeriego autor de tres novelas y un libro de ensayos, según recuerdo (ver wikipedia):
Bech: a book.
Bech is back
y Bech at Bay.
100% recomendables.
Gracias Mauricio, me chiflo por leerlos! ¿No le parece que a Updike le tenemos de un olvidado que da asco? Terrorista puede dar salida a grandes patanes como Rick Moody, que por cierto lo mejor que hizo fue una actualización (más acorde a su visión de teen crecido en los 70 [Updike es el adulto de los seventies]) de Parejas y ahí está. E incluso In chesil beach el último McEwan es tremendamente updikeano.
No me fustigues pero es de los que tengo pendientes de Updike. Está en esa lista enorme y cada día creciente de lecturas próximas.
Saludos
Totalmente de acuerdo contigo Alvy. Lo tenemos tan de lado al gran Updike que da asco. No entiendo todavía por que no lo ponemos de una vez por todas a la altura de Roth. Tantó influyó el injusto y desagradable artículo que le dedicó The Infinite Jest Wallace?
Rgds,
Colu
El artículo de Wallace era una patanada bastante injustificada la verdad, no se a qué cuento venía meterse con Updike ni su destinatario, cuando curiosamente es uno de los pocos que en labores críticas ha trazado comentarios la mar de interesantes. Para mí un titán como DFW perdió credibilidad por querer hacerse el listo, el provocateur o el escéptico, básicamente porqué su análisis se basa en una sola idea. Yo le recomendaría a alguien que admiro tanto como DFW que mirara a un cuentista tan paupérrimo y patético como Rick Moody y cerrara su puta boca antes de ir a atacar a una figura del establishment, algo relativamente fácil y discutiblemente valiente. Precisamente porqué Updike está en ese segundo plano desde hace SIGLOS y su ataque hubiera tenido gracia hace treinta años. Si la crítica fuera hacia Roth (como si pudiéramos decir algo de Philip Roth, pero vaya) a mí, personalmente, me hubieran visto lleno de carcajadas.
Los libros de os grandes autores dan para varias lecturas, variados entendimientos, diversas reflexiones...todas igualmente válidas. Me gusta muchísimo este texto, tan personal y tan bien pensado.
Estos libros sobre metafísica siempre han llamado la atención. Te felicito por el post. Saludos!
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