jueves, octubre 11, 2007

Blade Runner: Entre el sinsabor dickiano y el odio a Orión


John Tones decía en Público que Blade Runner quería parecerse a si misma, respecto a su remontaje. Nada más acertado: la nueva versión, o eso parece, ya está destinada a los que la reverencian e interpretan a su manera. Y pienso en que Blade Runner es una de las películas peor entendidas por la historia del cine en general. Aunque Tones lo explica mejor que yo, lo cierto es que ahora hay dos bandos (de a favor y en contra), de generaciones bien distintas: el primero, el de la cinefilia que la despreció en su día, para (Guarner mediante aquí) recuperarla en todo su esplendor y convertirla en objeto de nostalgia y de obra de arte, opinión que ha tenido un seguidismo entre las nuevas generaciones de cinéfilos, que se dedican a reproducir con esmero la ranciedad de antaño en el cine del mañana. Los detractores de la película desgranan todos ellos un conocimiento de causa ejemplar: Jordi Costa (y hay más, claro) le reprochan a la película su condición de adaptación sumamente infravalorada y de película excesivamente altarizada. No les falta a los nuevos detractores su miguita de razón: realmente lo mejor de Blade Runner no es su ambientación futurista como profecía ni ver a Rutger Hauer mojado soltando un parloteo sobre Orión elevado a poesía, en una película que tiene de todo menos metafísica.

Mi postura ante la película es distinta a los amantes y a los detractores. Yo prefiero el sexo ocasional con Blade Runner. Cuando leí la novela de Philip K. Dick en la que se basa ya me di cuenta de ello: la obra de Dick es sumamente distante, de hecho es otra obra y no tiene ninguna parafernalia del cine negro, más bien se trata de una reflexión de los límites de lo humano (y de la realidad humana) como viene siendo en la obra del norteamericano, con un futuro alucinado y más que postapocalíptico, el futuro de Dick es de una resaca postlisérgica, haciendo hincapié en Deckard como una metáfora perfecta del hombre de clase media atrapado con su esposa en un hogar, que encuentra en su trabajo una excusa para huir (y en el universo de Dick siempre hay gente que se marcha, hacia delante y por algún motivo para tratar de encontrar sentido a las cosas). Yo no tengo ningún problema con que Blade Runner no sea fiel a su material de partida: de hecho, nadie parece tener con que se convierta la fábula sociopolítica más eficaz en forma de relato de Dick en una última media hora de llantos, abrazos y Max Von Sydow haciendo de James Cromnwell. Blade Runner no juega como Minority Report al parecido para luego distanciarse: directamente empieza en un futuro en el que no hay tercera guerra mundial y si una idea del pasadomañana ciertamente anacrónica pero también preciosa: la película de Ridley Scott tiene una imaginería deudora de los tebeos de Moebius y su historia del detective espacial en ese mundo derruido es precisamente eso, un tebeo bastante divertido de Metal Hurlant llevado a cabo por un Hollywood mucho más saludable (en términos de recepción) como era el de los 80, capaz de, un año antes, adaptar Heavy Metal con un erotismo e imaginación desbordantes. Blade Runner, como es habitual en los registros hollywoodienses, fue un fracaso y también es más mojigata (y menos valiosa) que la cinta de Gerald Potterton, pero es capaz de divertirnos, lo que no es poco.

La famosa y célebre sentencia cinéfila que sella a Blade Runner como cine negro del futuro y como comentario acerca de temas profundos como lo que nos hace humano no podía ser más equivocada. Blade Runner no es cine negro del futuro, sino noir EN el futuro. No hay nada variado en el esquema de búsqueda de los culpables pero a diferencia del noir chandleriano, la cinta de Ridley Scott no consigue ni analizar la sociedad del hoy (más allá de la belleza de sus imágenes) ni trazar ningún diagnóstico propio de la ciencia-ficción. Por eso considero la película de Scott como fantástico a secas: hay en ella un detective, taciturno y perfecto en Harrison Ford, un villano poco sorprendente, y un final que, en su pretendida reflexión sobre lo humano y lo replicante, no es más que algo sumamente clásico: equiparar al criminal (los replicantes) y a sus perseguidores (blade runners) a su mismo status. Tampoco hay en ella búsquedas de estas reflexiones: en este sentido Blade Runner es una crónica de la interpretación que todavía sigue. En lo que es una sencillísima y me atrevería a decir orgullosa, historia de entretenimiento modélico, unos han visto la traición a San Dick (como si convertir a Nicolas Cage en payaso no fuera un crimen verdadero) y otros la metafísica, en todo caso el enfrentamiento de los segundos al sacro laudatorio de lo primero, tiene una desventaja: el del condicionamiento previo. Blade Runner no esconde nada tras sus luces de neón: acaso la voluntariedad de hacer una película a la vieja usanza utilizando ensamblajes poderosamente tebeísticos sin otro placer que el del artificio.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo añadiria que la duda sobre la naturaleza replicante de Deckard le añade un punto de cinismo y complejidad que quiza haya pasado por alto. Pero por lo demas estoy muy de acuerdo con usted.

Mycroft dijo...

¿Pero el villano no ERA Harrison Ford?
Ahí esta la cuestión.

Goio dijo...

Yo soy fans desde pequeño. Pero moderadamente, que ni me supe nunca todas las parrafadas, ni podria recitar el reparto ni nada de eso. Lo cierto es que de esta me habia tragado, sin querer, un especial en un Metropolis del año de la polca, y luego las imagenes quedaron grabadas, claro. La fuerta de BR es estetica, y eso queda claro hasta en la BSO, que se aborrecera a Vangelis pero de esta no hay cojones para decir tantas cosas malas. Por lo demas, pues el matiz esta bien expuesto, aunque, francamente, yo tiraba por el "cine negro futurista", que tampoco es lo mismo que decir "del futuro". Claro que lo cortes no quita lo valiente, habria perdido el culo por poder verla en Sitges...

Kelzor dijo...

No entiendo absolutamente nada.

Estrellita Mutante dijo...

No creo que hubiera nunca una pretensión rompedora en cuanto a narrativa fílmica en Blade Runner, de hecho no es más que la revisión de un género clásico, pero en ambientado armónicamente en el futuro, lo que ya era complicado. Sin embargo el mensaje es vigente, y es otro de los puntos que hace que la peli siga teniendo actualidad. Aunque yo soy muy fans y ya se sabe.

Sobre si la crítica maltrató a la película en su momento, no se que decirle. Mi madre fue a verla al cine y a ella le gustó =)