Sin embargo Davies resuelve muy bien el clásico esquema del siglo XIX introduciendo una coartada metaficcional que supone una auténtica declaración de intenciones (el estilo llano del que habla Ramsay) y que genera una nueva lectura a la novela porque las relaciones entre David Staunton (el hijo de mirada infeliz que aparece en varias escenas de la entrega anterior) y Dunstan Ramsay adquieren un cariz novísimo, más allá del lazo que los une, sea paternal o divino, lo que importa es que Davies se cuestiona a si mismo mediante un astuto diálogo, lo más atractivo de la novela la pirueta jungiana, que permite hilar un flashback que, además de testimonial, supone una entrada en toda regla en la novela de misterio, articulado todo respecto a la muerte de Boy Staunton respecto al Mago Eisenheim.
La estructura jungiana se revela algo plúmbea cuando su narrador tiene que desvelar su parte menos interesante (seguramente el aprendizaje en la universidad y su gesta heroica) pero Davies se tiene reservado, como es habitual, un final con mano maestro: el reencuentro con los mejores personajes de la novela, o sea, Dunstan Ramsay (revelado ya prácticamente un alter ego del autor), la enigmática mujer monstruosa llena de verdad Liesl y el magnífico Magnus Eisenheim, protagonista de la tercera entrega (que empezaré inmediatamente). Pese a ser sin duda tremendamente inferior a El quinto en discordia, La Trilogía de Deptford configura, al menos, una opción narrativa del todo interesante: una historia, que los más astutos intuirán no lineal, sobre varios encuentros de los más lujosos habitantes de un pueblo que es otra forma de hablar de amor y venganza, y una sugerentísima colección biográfica de vidas de santos, siendo Mary Dempster la primera y este extraño mago, el genial Eisenheim, el último. Habrá quien prefiera la perfección y emoción demostradas por Davies en su primera entrega, en las que incorporaba a los arquetipos jungianos de una forma más natural, pero tampoco hay que desdeñar esta segunda parte, no sólo por su evidente diálogo continuo consigo misma, algo harto inusual, sino también por su constitución final de una de las más raras y falsamente reales novelas fantásticas del siglo XX: veamos como los protagonistas son, en términos no siempre tan abiertamente simbólicos, héroes, magos, doncellas y sabios en busca de respuestas sobre su naturaleza, renunciando a un conflicto antagónico entre dos partes, estando estas (el bien y el mal) integradas en cada uno de los personajes.
4 comentarios:
Boy Staunton... ¿Es una referencia al Chico Staunton del poema de García Lorca?
Una vez más, gracias por estos descubrimientos.
M
me has convencido, me voy a buscarlo esta misma tarde
Lindy ya estoy con el final de la trilogía, El Mundo de los prodigios, y es INMENSO también. http://tinyurl.com/5gt923. Echele un vistazo.
Me leí la primera y me gustó mucho, ésta me está costando entrar... Dicen que la última es la mejor. Ya veremos, tal vez es mejor dejar pasar un tiempo entre una y otra...
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