Lejos de recuperar cierto espíritu añorado e invocado cada dos por tres (el de los Goonies, pero si es aburrídisma, cursi y ecologista ¡que infancia tuvieron estos nostálgicos, maldita sea! Suerte que llegó Paco Plaza y les pasó factura que sino aún seguiríamos aquí con, entre otras cosas, el niño que arruinó toda Indiana Jones y el Templo Maldito e impidió que Indy y su chica de turno pudiéramos ver como anything goes entre sus fluidos), las sagas nos han reconvertido en magos repelentes y poco dickensianos, herederos del espíritu de la aristocrática El Principito en versiones de saldo o en pálidas historias de mesías, esta vez paganos. Nada digno de la era de la poética de fotolog, más bien de la incitación al matrimonio sin iglesia, lo que, por supuesto, es muy irreverente.
Por suerte siempre hay un milagro para salvarnos del infierno. Se llamó Lemony Snicket. Y se llamó adaptación cinematográfica de Lemony Snicket. Y, a pesar de ello, están Las Crónicas de Spiderwick que tampoco pintan nada mal como alternativa a esta horda de adaptaciones, que incluso desmerecieron al maravilloso Philip Pullman.
Pero el trono de película infantil modelaje Mi Chica (o sea pochez y bajona en plena preadolescencia, que no veas tu si no citas a Robert Mulligan como el padre de todo esto) se lo lleva Un Puente Hacia Terabithia. Pero es que aún hay más, maldita sea, más. Esta historia de niños marginados e imaginativos, de famílias disfuncionales se permite un lujo más: el de incluir la selección de canciones más perversa ever. La cantan Miley Cyrus, Hayden Panettiere y su
coprotagonista Ann Sophia Robb.
Canta en las bandas sonoras de las películas que ven vuestros hijos
¿Qué estáis mirando, Humbert Humberts?
¡SÍ! Se puede. Se puede hacer una película con Robert Patrick, han leído bien, haciendo de currante decepcionahijos, de amiga de padres escritores como familia ¡feliz!?
Robert Patrick, "tó dolío"
Y puede estar toda la película recorrida por una pochez que convierte en un extra casi inevitable ver la sensación perpleja de estos chavales al salir del cine. Y bueno, los niños de clase cantan con su profesora canciones de Steve Earle. A bridge to Terabithia es, esta vez sí, un Mulligan para unas nuevas generaciones que acuden en busca de árboles y se encuentran con una decepción enorme por el camino.
1 comentario:
¿De verdad opina eso sobre 'The Goonies'? Puede que sea por motivos generacionales, no se lo niego, pero diría que nadie ha conseguido todavía (y dudo que eso ocurra) recuperar su espíritu, como tampoco conozco a nadie hoy en día capaz de exhumar el entusiasmo de un 'Explorers' o la ausencia de prejuicios de 'The Monster Squad'. Creo que es por dos motivos bien sencillos que el Hollywood de hoy es incapaz de comprender:
El encanto de 'The Goonies' no tiene nada de único o peregrino, su base literaria light te la dan en la cara.
El otro motivo es que hoy en día no hay nadie que se le parezca a Richard Donner o Joe Dante. NADIE.
Yo no puedo con cosas como 'A Bridge to Terabithia' o 'Hogwarts: Academia del Autoplagio', están hechas para unos niños y unos adolescentes que poco tienen que ver con los de hace 20 y 30 años. Hay algo que se me empalaga, como si quisieran dármelo de comer con el truco del avioncito. Recuerdo que antes el cine familiar tenía el valor de cubrirse de cinismo, pero jamás la desfachatez de imponerle el mensaje moral al niño del modo en que se hace hoy en día. Digamos que antes quedaba un espacio libre que invitaba a recrear la ficción de forma privada.
Me ha derretido lo de "que no veas tú si no citas a Robert Mulligan como el padre de todo esto", delicioso. Y de ahí me he ido corriendo a ver 'To kill a mockingbird'...
Un saludo.
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