Deudas y Dolores.
Dad: Philip Roth, poeta muchas veces incomprendido por una generación que comete el fratricidio con discreción, y autor de la mejor comedia (novelada) judía existencial de todos los tiempos que es El Mal de Portnoy, con permiso de mr. Shakespeare, y de una serie de historias que nos ponen de relieve más de lo que quisiéramos (Pastoral Americana, Me Casé con un Comunista y La Mancha Humana). Últimamente depura su lenguaje hasta extremos admirables para brindar dos oscurísimas obras de despedida, como son Everyman y Exit Ghost.
Mommy: "Es una tragedia fragmentaria / dentro del todo universal" Así define Wallace Stevens, citado precisamente al inicio de la obra, en su Esthétique Du Mal la vida misma. A Philip Roth concierne esa tarea de hablarnos de la tragedia inevitable, casi absurda, que genera en un entorno poderosamente cómico, pero además, Deudas y Dolores es una novela sobre la escritura, sobre la necesidad de contar historias, perfectamente encarnada en su protagonista, Gabe Wallach.
Vástagos: Las Memorias de Mia Farrow que dicen que escribió Philip Roth (vecino de la señorita Farrow en Connecticut), según las malas lenguas, claro está y Deconstructing Harry (guión editado por Tusquets), venganza soterrada de Allen contra el mismo escritor. La primera es la crónica de un cineasta egocéntrico, de hábitos sexuales turbios y lleno de insoportables neuras. La segunda narra los desvaríos de un escritor alcohólico, drogadicto y putero, que además no muestra ningún tipo de remordimientos de tener relaciones varias, ya sea con la hermana de su mujer, o con cualquier chica menos su castradora (sic) esposa.
El Fantasma de Harlot.
Dad: Golpea, gruñe, escribe y se obsesiona. El gran tema de Mailer fue la grandeza, la grandilocuencia misma. Él mismo se generó personaje del siglo XX, muy reconocible claro está, y aunque con un triunfo claramente menor al de Truman Capote legó un puñado de logros todavía rescatables (la colección de ensayos América, su radical biografía de Picasso o Marilyn) y un novelón que lo hace indispensable.
Mommy: La historia misma de la CIA contada como si de un gran sicilianato se tratara. Hay diálogos nacidos con vocación sensacionalista pero terriblemente logrados, hay amigos que mueren, hay traiciones y sobretodo hay una sombra poderosísima: la de una organización y sus acciones en la capital misma de Occidente.
Vástagos: La inmensa obra póstuma de Robert Ludlum, The Prometheus Deception (Aquí titulada El Espía) es lo más cerca que ha estado el siempre discreto Ludlum de ser Mailer por otros medios: narrando la historia de una inquietante organización ficticia, el Directorate, Ludlum también escribe esa novela con un tono crepuscular de despedida y summa máxima, en la que las traiciones y las revelaciones inesperadas siempre vienen acompañadas de un tiroteo, una persecución, una escena de sexo digna de Canal Playboy o una heroicidad más. Lo más cerca que ha estado su autor (y toda su troupe de precedentes, desde Fleming hasta Forsyth) de hacer su novela total es esto. Para bien o para mal.
Oblomov.
Dad: Ivan Alexandrovich Goncharov, el tesoro oculto de la gloriosa edad de oro rusa del siglo XIX, fue un novelista capaz de enfrentarse a Turgenev por un asunto nada agradable de plagiarismo y después ser alabado por su obra maestra incondicional, ahora tal vez demasiado olvidado no por su obra, una buena señal, sino por esos tótems que fueron Dostoievski y Tólstoi, con los que compartió época y talento.
Mommy: Oblomov es un acercamiento del todo desconcertante a un renegado existencial y a un momento especialmente concreto en el momento de todo ser humano: aquel en el que prefieren no hacerlo. Como toda novela de crisis vital, y como la mejor que posiblemente es, es una excusa para mirar de reojo el paisaje. Y (d)escribirlo magníficamente.
Vástagos: Hay en Oblomov una negación que luego muchos podrían ver prematuramente Bartlebyana, siendo Herman Melville y Enrique Vila-Matas oblomovianos de otra manera. Aunque tal vez sus dos vástagos más claros sean El guardián entre el centeno de JD Salinger (un Oblomov teen) y la mismísima American Psycho de Bret Easton Ellis, otro look a la sociedad a través de un feliz aburguesado.
2 comentarios:
Hola, Pablo.
De nuevo, un post tan conciso como incisivo. Reveladora, para mí, la rencilla entre Philip Roth y Woody Allen (los dos admirados, los dos netamente separados del lobby judío) manifiesta en esas dos obras excepcionales. ¡Roth y Allen peléandose por una mujer, y dejando en el camino dos cadáveres incorruptibles!
Un saludo,
Igor
No sé si tuvo que ver la traducción
Entre El Lamento de Portnoy y el Mal de Portnoy hay una diferencia. Leí (la verdad es que abandoné su lectura) a la noevla de Roth como El Lamento...
Así imagino que variando y variando significados, la fuerza del libro, su humor se trastocaría. Nada como dominar la comprensión del idioma inglés y leerlo en su versión original.
No me causó una especial hilaridad la novela. No me resigno, la retomaré...
Mobile s.
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