Esta antología es rara porque se combina el trabajo animado de los estudios con el guión de (teóricos) conocedores del personaje, algunas decisiones particularmente afortunadas (Brian Azzarello y Greg Rucka, dos de los mejores guionistas del medio y del superheroísmo, y Alan Burnett, de la cantera de Batman: TAS) y otras equivocadísimas (David S. Goyer, uno de los escritores de Batman Begins, y Jordan Goldberg, productor asociado de la franquicia) y alguna intrusión sorprendente (Josh Olson, el autor del libreto de Una historia de violencia). La historia de Olson es la menos canónica: Have I got a story for you parece un proyecto para Studio 4ºC, animadores de este memorable videoclip de los Bluetones, en el que su estilo de animación de trazos hipnóticos y dibujos difuminados de física alicaída, extrañamente verosímil, es perfecto para una historia en la que Batman pasa de leyenda (imaginada, invencible, monstruosa y robótica) a héroe (con heridas) y esto remite tanto al Batman Año Uno que tan mal situó el reboot fílmico como al corpus fílmico del autor de Memento, ya que descubrimos que tras las cuatro historias hay una narrativa que se reconstruye hacia atrás.
Crossfire no defrauda y da lo que esperamos de Production I.G.: una fiesta de la textura atmosférica y de cualidades expresivas casi ilimitadas. Tenemos a un policía cuestionando la autoridad de Batman en una Gotham enfrentada por los mafiosos y todo el poderío está en el vibrante tiroteo final, en el que la omnipresencia del fuego acrecenta las cualidades míticas del personaje. Field Test, animado por Bee Train, es el punto más bajo, empezando con pequeñas notas descriptivas sobre la corrupción social en Gotham y terminando de un modo moralista. El argumento de Goyer para In darkness dwells, lleno de subrayados y una subtrama que se situa en los orígenes de Gotham, no es nuevo y estaba mejor explicado en The Forgotten, pero la Madhouse(entre sus ilustres se cuentan Rintaro y Satoshi Kon) convierte los flashbacks en un fascinante interludio onírico frenético y sin subrayar narrativamente y todo en ella resulta memorable.Hay un par de cortometrajes más, ambos centrados temáticamente en los años formativos de Batman entendidos como eco del presente y del dolor. El escrito por Azzarello, Walking thoruh pain, es especialmente divertido y gozoso, ligando al personaje con un pathos cercano al de Bruce Lee mezclado con una mística exótica y oriental (que puede recordar a la pirueta de Superman: Secret Identity en la que el nativo de Kriptón pasaba parte de sus años de juventud como aventurero en África), y el segundo, Deadshot, demuestra la valía para insertar una Gotham hecha de digitales y superposiciones para la Madhouse y revela la inteligencia de Burnett para reutilizar a Deadshot: el villano es el eco del asesinato de sus padres en el tiro. El símil es pop, aunque el tono sea sombrío, y parece ideal para la materia de un corto.
2 comentarios:
Alvy, en algún momento leí en tu blog que Batman: Mask Of The Phantasm era la mejor película de Batman que se había hecho... ¿por qué?
Es la más completa de todas, indudablemente, la que mejor cierra sus historias y la que mezcla el génesis de Batman con un duelo con el mejor de sus supervillanos. Y la que deja el final más triste de todos los que he visto jamás. Más no puedo pedir.
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