Estupenda conexión entre prólogo y epílogo hay en esta Las Ruinas, una de las propuestas más disfrutables del horror de los últimos tiempos, ahora ya asentado en esa estética del canon setentero con todo lo que ello implica: una pequeña dosis de desnudos seminaturalistas, mucha sangre y sudor y una siempre agradable forma de rechazar las nuevas tecnologías (el CGI es menor de lo esperable) en fervor del gore tradicional de toda la vida. Las Ruinas, no obstante, se mueve entre la disyuntiva de divertimento irónico de los actos de entrada y salida (ya se sabe, la muerte inicial y el gag final) y la atmosférica y absorbente narrativa de todo su periplo. Comparte mucho con la visión instalada por Eli Roth, aunque a veces sus modales y sutilidad sean propios de Aja (¡Somos americanos, alguien tiene que rescatarnos! Gime uno de los protagonistas).
Ello no quita a la película de momentos de claustrofobia maravillosos, dignos de The Descent, con esa primera parte en la que todos los hechos trágicos sólo están guiados por la estupidez y errores de sus protagonistas, y en su segunda parte es capaz de desconcertar al espectador con unas florecitas que sacadas de la mejor imaginación disneyana brindan a su protagonista momentos de horror. El espectador asiste perplejo pues a como el CGI aparece como elemento para representación de formas surreales en una película que brilla cuando la fusión (malsana, de ecos lejanamente cronenbergianos) entre hombre y la naturaleza se revela auténtica pesadilla contemporánea. Y en su secuela abierta, puede que no especifiquen el ratio de acción insinuado anteriormente, sabremos si realmente hay que tener Fear of a Green Planet o la cuestión se simplifica a esas tradiciones hostiles para los irrespetuosos occidentales.
3 comentarios:
Qué ganas de ver a Jena Malone. ¡Y del film también, eh!
solo me queda una duda...
¿Como se pronuncia pynchon?
Vista ayer, todavía tengo que considerar muy seriamente si es un film de horror o una sitcom.
Saludos!
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