Así es como podría conocerse esa generación que vino para revolucionarlo todo pero luego pareció que no había ocurrido nada. ¿Las series? La santa madre Expediente X (hija directa del éxito de Twin Peaks) y sus hijitas: Millenium, Space: Above and beyond y también, en otro plano más secreto, si… Dawson Crece. O lo que es lo mismo: Chris Carter, Rob Bowman James Wong, Glen Morgan y Kevin Williamson. El primero parece que no superará la maldición de su serie y ya está escribiendo y dirigiendo la secuela cinematográfica o lo que vendría a conocerse como intento desesperado de volver al ruedo, el segundo se lanzó al vacío precisamente con la primera película de los X-Files y se estrelló con la interesante y fallida El imperio del fuego, pero la historia sigue y permítanme un desorden: Kevin Williamson lleva la vuelta a su ida al slasher (Scream 1&2) y después no regresa (Secuestrando a la señorita Tingle condenada al olvido y otra vez con Craven realizando la peor revisión de los hombres lobo imaginable). En el poco dulce trance de Scream aparecen James Wong y Glen Morgan y facturan la muy inteligente y divertida Destino Final y la divertidísima mezcla de artes marciales y realidades alternativos postmatrixiana llamada The One. Separados tenemos a Wong triunfado a base de gore para fans del industrial con la sobrevalorada saga Saw que funciona cuando olvida que las triquiñuelas funcionan en cantidades de sangre no de truculencia conceptual a la que no se puede estar a la altura, y a Morgan remakeando dos clásicos ocultos (tal vez sería mejor decir o-cooltos) de los setenta, a modo de díptico y estrenándose como director: Willard y Black Christmas.
Horror Americano
Y Glen Morgan siempre escoge gemas que el aficionado díficlmente puede olvidar: de la primera, el retrato del psicopáta como animalito de compañía condenado a la cloaca social, de la segunda, un inicio mil veces homenajeado, continuado y sampleado en su subgénero que casi inventó, el slasher. No faltan adolescentes en esta nueva Black Christmas: los buffyómanos tienen a Michelle Trachtenberg haciendo lo que mejor sabe (oneliners dignas de una outsider dura pero menos y todo antes de morir) y los erotómanos más astutos tendrán localizada a la nueva musa Mary Elizabeth Winstead, la Lee de Death Proof y la señorita "It's Gennaro not McClane" encargada de jubilar a Bonnie Bedelia en Live Free or Die Hard, además de caer en la cuenta que el rumbo del cine fantástico termina contagiando siempre al mainstream. Porque fue en el horror donde el hiperrealismo ha empezado a dar sus muestras más interesantes y contemporáneas (y ya tiene tradición para ello) y ha vuelto a ser aquí dónde el canon de los setenta se ha recuperado como sacro al principio, como excusa para inocentones después y como trampa para críticos bienintencionados al final. Y Black Christmas parece tener algunas de las virtudes del remake de When a Stranger Calls, y es esa propensión a la belleza Maxim casi patológica en cada plano. Y claro, hay mujeres en peligro, villancicos de función sádica reconvertidos en adorables politonos y un asesino que sólo quiere sentirse como en casa cada nochebuena y probar el pollo que le hacía su madre, con la que tuvo una relación, como debe ser, mal resuelta.
Un remake competente
Igual que Rob Zombie en su Halloween, Glen Morgan hace películas (o versiones) tan bucólicas y nevadas como era de esperarse, pero en este caso hinchadas, perversas, e incestuosas , llenas de giros, reencuentros familiares y equiparaciones entre asesino y chica principal por cuestiones de orfandad. Lo que en Bob Clark (que recibe su homenaje en el nombre del sanatorio) era misterio e ingenioso giro final juguetón, aquí es explicativo, detallista. Pese a ello a Morgan se le pueden reprochar algunas decisiones estilísticas (ese travelling malogrado por los forzados contraplanos que repasaba voyeurísticamente a todas las residentes ventana por ventana) lo que no se le puede reprochar, en cambio, es su ingeniosa y veloz estructura narrativa que inserta los flashbacks a su antojo, a modo de digresión todavía más explicativa y un tono glorioso, contrario al original de ¿podría ser el culpable? A ¿quién diantres no es culpable?, que pierde fuelle en su deficientísimo clímax final cuando Morgan tiene que rodar con el ímpetu que a Zombie le sobra, con la maestría que Zombie reparte y con el suspense que la original derrochaba. Ahí, con su doblete de villanos simpático pero que nunca muere la película pierde toda su condición gozosa y aunque no ahorra en momentos poéticos (la doble muerte a modo de la redención del asesino) le falta fuerza, intensidad y un final que a pesar de contener todo el sarcasmo que la cinta desgrana y desangra ha perdido su ritmo en fervor a una rutina que parecía, durante unos momentos, esquivada. Aunque no hay que olvidar que la película muestra una deliciosa obsesión por los ojos de orígenes orgullosamente pulps, detalle que la convierte casi en irreprochable.
Así las cosas esta Black Christmas 2006 es divertidísima y muy recomendable para convertirse en futurible programación navideña a pesar de su descompensado final, puede que sea un remake dignísimo, alejado y lleno de humor e infidelidad.
2 comentarios:
Es siempre una buena noticia descubrir un blog interesante centrado en cine. Haré un seguimiento a partir de ahora.
Un saludo.
Otro friki del cine.
Morgan sabe lo que hace....y "Negra Navidad" es una joyita estupenda porque renuncia al nuevo hiperrealismo del género para encontrarse a sí misma como un "neo-giallo" desbocadísimo donde el extremo siempre se sobrepasa. Tenemos una estilización al límite que aplana a los personajes dentro del encuadre, tenemos traumas infantiles y Edipos jodidamente bien resueltos, tenemos gozosos "flashbacks" explicativos, y encima dos asesinos que desmontan nuestras expectativas.
A esperar lo siguiente..por ahora va con buena nota.
Saludos
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