miércoles, diciembre 09, 2009

Las cosas obvias pueden ser bonitas


La ronda de Noche (1642) de Rembrandt, cuadro que se gana la indiferencia de Swann.


Eric Karpeles

Paintings in Proust.

Thames & Hudson, Londres, 2008.


¡Ay! De vez en cuando salen pedagogos a hablarnos de literatura. Son simpáticos. Era muy bonito, divertido y juvenil eso que se llamó Jazzuela por aquello de explicitar una de las influencias en Cortázar y enumerar el soundtrack de su obra. Y también es bello este libro que ha hecho Mr. Karpeles a costa de la obra de Proust, aunque uno intuye que, esencialmente, a costa de la obra magna del francés, de En busca del tiempo perdido.

Por supuesto, que no falte esa cita/declaración de intenciones: la carta de Proust a Jean Cocteau en la que asegura Mi libro es una pintura. A veces es una pintura de cretinos ante el legado de la misma, otras su estética nos tienta a la símil con algunos artistas de su tiempo. Pero, para lo que sirve este libro, es para enseñarnos cosas evidentes: que un artista se nutre de su paisaje, sea el que sea. Todavía hoy parece haber problemas cuando una novela (buena, mala, regular) incorpora elementos y comentarios de las cosas de su tiempo o de las cosas pasadas vistas ahora. Se habla de ello con exotismo, algo que entiendo razonable en la medida en que haya una crítica mayor para estas cosas. Pero que el exotismo sea un signo de identidad es un pelín más preocupante. Pero eso es otro tema porque Proust y el paisaje están fusionados, como sabrán.


Volviendo al libro, uno comprueba la extrañeza de leer a Proust en inglés y el placer de comprobar como todos sus personajes descubren en la pintura todo tipo de metáforas, ampliaciones, espejos, analogías, contrarios y desprecios. Como el propio Proust, como aclara Karpeles en un prólogo en el que nos recuerda aversiones, ansiedades y pasiones. Paintings in Proust no es otra cosa que una invitación a la relectura. Una la obliga el propio libro, ya para conaisseurs, que nos evidencia la cita y nos obliga a leer el significado. La otra ocurre después, al volver a las ediciones de Proust. Es allí donde uno no puede evitar completar su obra con sus filias y fobias. Es allí donde la lección vale realmente la pena.


4 comentarios:

The Modesto Kid dijo...

puede ser interesante, comparar este cuadro con el "Tres de mayo" por Goya. Los dos son muy distinto pero tienen algo en común, como yo lo veo.

Jesus Andres dijo...

Excelente sugerencia. No conocía el libro.
El lienzo sí. Y es magnífico.
Saludos.

observer dijo...

los de letras sois muy de este tipo de cosas..."La gastronomía en el Quijote" y similares. suelen ser ideas ingeniosas y reveladoras :-)

Francisco Ortiz dijo...

El camino de estos libros, como bien dices, es de ellos a la obra del autor referenciado, y si en eso funcionan, triunfan.