jueves, diciembre 17, 2009

Un canon cinematográfico español noughtie

Después del excelente repaso de Cine 365, completo para ustedes mi canon de cine español de la década. Incluye cortometrajes, por supuesto, y en algunos casos un par de obras por indecisión. En fin, lamenten ausencia, añadan lo suyo y demás.

-Hable con ella (2002) y Volver (2006, Pedro Almodóvar)

Un triunfo de Almodóvar: el regreso simbólico a los terrenos que pisa uno de los grandes maestros del cine (Buñuel) es, en realidad, un sofisticado mecanismo que oculta la apropiación de materias pioneras para convertirlas en voz intransferible y en expansión que contiene la mejor reescritura que ha rodado Almodóvar en su filmografía. Un paseo bizarro por los laberintos del deseo y un triunfo ambicioso tras el Fassbinder para todos los públicos de Todo sobre mi madre. Con Volver propuso un melodrama a la vieja usanza de Rossellini, pero, más interesante, una posibilidad de conciliar su antiguo yó neorrealista con el de cronista sórdido de la primera etapa y con Carmen Maura ejerciendo de espíritu. Además, es el mejor cuento de fantasmas de la cinematografía nacional.

-Avant Pétalos Grillados (2006, César Velasco Broca)

César Velasco Broca convoca a muchos espectros en sus imágenes, pero en esta película cada una de ellas tiene una resonancia distinta. Particularmente interesante en su imprevisible invocación de Kubrick y Fellini, esta película toma elementos de la ciencia ficción y del viejo underground norteamericano visionario, como el resto de su filmografía, para terminar destruyendo la posibilidad de los géneros. Su mejor obra hasta la fecha, llena de inventiva imagen a imagen.

-800 balas (2002, Alex de la Iglesia)

El testamento fílmico de un cineasta que ahora ha decidido neutralizar su personalidad hasta límites insospechados. También es su mejor película. La idea del cine como archivo y como lugar (como resquicio) y el modo en que el decorado adquiere todas las resonancias son precusoras claras de muchas ideas posteriores del mejor Quentin Tarantino. Pero también es, ante todo, una historia necia de heroísmo, con un salvaje y esperpéntico romanticismo sacado del Johnny Guitar de Nicholas Ray.

-En la ciudad de Sylvia (2007, José Luis Guerín)

Guerín realiza un remake de Vértigo como si se tratara de un paseo por una ciudad que es mitad abandono, mitad construcción. Esa parece ser la idea del cineasta para localizar de nuevo la obsesión y el olvido que predestinaron la gran película de Hitchcock: concentrarse en el espacio. Este poderoso experimento, dueño de una tristeza liviana, redescubre a lo mejor del discurso anterior de su cineasta y lo une con uno original en el sentido orteguiano, es decir, hitchockiano.

-Nómadas (2001, Gonzalo López Gallego)

Poderosa película con algún momento irregular, pero la cima de un cineasta potentísimo como es López Gallego. Capaz de filtrar los logros espaciales y cromáticos del último Lynch con una sensibilidad europea y extraviada, consigue una imposible historia de contrapesos emocionales sin apenas textura de fábula moral.

-Choque (2006) y Los Cronocrímenes (2007, Nacho Vigalondo)

Dos estupendos trabajos de Nacho Vigalondo. El primero es un cortometraje que examina los peligros de la relación en una onda maravillosamente cercana a la de uno de los maestros de su director, el Martin Scorsese imprevisible de After Hours (1985). Su debut, una potentísima narrativa en loop ideal para los tiempos de Lost, demostraba que era posible combinar high concepts con una visión sugerente y rabiosamente cerebral sobre la posibilidad y el fracaso de construir un deseo.

-La Soledad (2007) y Tiro en la cabeza (2008, Jaime Rosales)

Las dos últimas películas de Jaime Rosales son dos experimentos condicionados, aparentemente, por una decisión formal irreversible. Pero, creo, que no se trata de reglas rígidas como de una idea de crear una nueva lengua para contar según qué cosas. Se atreve primero a articular una narrativa para una España desolada, post-11M y con un dolor contenido, silencioso, y luego a hablar de la banalidad del Mal que anunciara Arendt esquivando casi todo sonido.

-Honor de cavalleria (2006, Albert Serra)

Siendo su interesantísima El cant dels ocells una vindicación menor de Dreyer, lo que encontramos en Honor de cavalleria es una lectura personal, libérrima del clásico cervantino con escenas de una gran belleza, un carácter imprevisible alejado de una fidelidad poco recomendable al texto y con una poesía que se diría nacida en Pasolini, pero desarrollada con el Buñuel de la etapa mexicana.

-La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003, Javier Fesser)

No es una película perfecta, pero lo parece porque Fesser saca alma (o sencillamente vuelve a él antes que a la lectura) a los personajes de Francisco Ibáñez y el Rompetechos facha, las primeras transiciones visuales, el padre ausente y el espectacular tour de force compensan una narrativa irregular, pero única, bizarra, arriesgadísima a cada escena.


-Torremolinos 73 (2003, Pablo Berger)

Melancólica crónica de la llegada de la explotación (porno) y de un quijotesco cineasta que rueda subproductos X aún obsesionado por los dilemas schopenhaurianos del cine de Bergman, Finalmente, Berger sacará una lectura potentísima de todas las películas de Bergman y dará a sus personajes una triste tregua para solucionar sus problemas. El referente es, también, Fanny y Alexander.

-The Birthday (2004, Eugenio Mira)

Una película barroca en el sentido que apuntó Borges: agotar todas sus posibilidades. Una película que las posibilidades que quiere agotar es la de un cierto fantástico posmoderno y cuasi enteramente norteamericano que tuvo su recepción y desarrollo en la crítica y creación audiovisual de los años noventa y que Mira sabiamente observa con una distancia similar a la de Richard Kelly, pero su proyecto es incluso más ambicioso y agotador.

-El ataque de los robots de Nebulosa-5 (2008, Chema García Ibarra)

Una pequeña joya, hecha con una modestía que no oculta sus capas de complejidad: puede leerse como una versión cuasi deconstruida del relato de ciencia ficción, pero también como una deconstrucción misma de lo que entendemos por ciencia ficción, articulada a partir de una poética de lo distinto y lo enfermo absolutamente distinta.

-Petit Indi (2009, Marc Recha)
¿Puede filmarse un western fordiano basándose, únicamente, en una noción de aislamiento y un paisaje intervenido, afeado? Recha ha demostrado que sí y ha firmado la que es su mejor película, una orginalísima toma de los códigos genéricos para desmontarlos o trasladarlos a un pathos particular en el que el referente es un apoyo e incluso una inventiva, no un agravante.

3 comentarios:

Alberto dijo...

Ains... cada vez que un amigo mío defiende Honor de Cavallería paso seis noches en vela llorando amargamente...

Francisco Ortiz dijo...

Yo incluiría -sin apartar nada de lo que propones- alguna policiaca, como La noche de los girasoles.

LIU dijo...

Queda bien citar a Buñuel como influencia de Almodóvar, pero al menos en Volver lo que hay es una inspiración clara de otra película española, La mitad del cielo, de Gutiérrez Aragón. Y P. Cruz imita muy bien a Ángela Molina. Imita.