martes, mayo 23, 2006

PASAJES: "AMÉRICA"

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"Bien, pero también había necesitado a Ronald Reagan, Granda y Panamá, y nuestro escritor estuvo en contra en las tres ocasiones. ¿Dónde estaba la diferencia? Tal vez se trataba de que el país iba cada vez peor. Todas las revoluciones norteamericanas parecían haber degenerado en enclaves tan dominados por jergas que en ellos ni siquiera se podía discutir si el interlocutor no utilizaba la misma jerga. No, peor aún. Cuando uno se obligaba a contemplar los frentes de la izquierda, uno por uno, advertía que en el país no quedaba izquierda real. Los sindicatos eran burocráticos, cuando no corruptos; la izquierda sexual estaba desconcertada, fragmentada, perpleja y el sida era una catástrofe:; pequeños grupos de poder se disputaban los restos de la liberación gay. En muchos norteamericanos empezaba a insinuarse la idea de que, con independencia de lo trágicos que pudieran ser los casos individuales, no toda persona que enfermaba de sida era neceseriamente merecedora de una medalla. La liberación de las mujeres, que no contribuía a ninguna otra causa que a la suya propia, se había vuelto tediosa. Su programa era sexista: las mujeres eran todo lo bueno, los hombres no valían nada.
Luego estaban los negros. Black Power, el movimiento negro de los años sesenta, que se proponía dar a los negros un sentido de identidad más poderoso, solo había conseguido, debido a la ausencia de progreso social real, profundizar aún más la separación entre negros y blancos. Encerrados en sí mismos (en relación directa con su grado de pobreza), los negros se dividían entre una escasa mayoría que trabajaba y una mayoría socialmente inasimilable que no trabjaba. Legiones de negros jóvenes quedaban a su desesperanza, indignados ante el obsceno enriquecimiento de los ricos durante la década de los ochenta, dominados por un sentimiento de autocompasión. Si había razones para pensar que los negros eran más sensuales que los blancos, había que concluir que, justamente por eso, sufrían más la pobreza. La gente sensual, cuando es pobre, puede hundirse más fácilmente en la autocompasión mientras sueña con todo el placer del que pudiera disfrutar si tuviera dinero. Esta actitud arrastra a la luminosa vida interior de las drogas. Después una vez agotada la luminosidad, el hábito lleva a la persecución del éxtasis en el delito, pues el delito no es sólo la posibilidad de conseguir dinero rápidamente, sino también la embriagadora recompensa del riesgo asumido, al menos cuando la acción tiene éxito. La cárcel, que es la consecuencia del fracaso, empieza a considerarse como una especie de educación superior. Es para los jóvenes negros un modo de vida que no los integra en la comunidad trabajadora negra ni tiene absolutamente nada que ver con la comunidad trabajadora blanca. La afilada lanza de este problema había abierto un agujero en el flanco del Partido Demócrata, pero los republicanos tenían un agujero en la cabeza."
Norman Mailer, América

2 comentarios:

Unknown dijo...

Descubro un gran blog y aun gran blogero.

Intentaré ser frecuente por su rincón.

Saludos desde La Bellota!!

Miguel Sanfeliu dijo...

Interesante tu blog.