sábado, agosto 11, 2007

Being Robert Neville

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Leo con calma Soy Leyenda de Richard Matheson antes de ponerme con Cell de Stephen King. El mal sabor de su última historia de Castle Rock me obliga a revisitar a Neville. Soy Leyenda tiene ese estilo entrecortado, justo ese, en una época en que la única narración seca de prestige era Hemingway. Sin embargo el estilo de frase corta, breve y contundente de Matheson no tiene nada que ver con el de Hem: el suyo es el estilo de lo cotidiano, el miedo que surge a través de lo monótono. Me parece gracioso que esta descripcion encaje casi a modo de búsqueda con el nombre de Raymond Carver y que también lo siguiente que lea sea, de nuevo, King. Es, de hecho, una especie de círculo cerrado.

Soy Leyenda, por otra parte, es una novela muy, muy, poco política. Es interesante a un nivel poético: el apocalipsis al que se enfrenta Neville es una odisea de supervivencia sólo comparable, en grandeza, a la de Robinson Crusoe. No hay nada en ambas que haga presagiar que su historia sea memorable, pero finalmente lo resultan por motivos ajenos al heroísmo. Robert Neville es más que nada un hombre prágmatico antes que un héroe, consciente al borde de la muerte de lo dual de la naturaleza humana. Hay algo que también me sorprende ahora al releer Soy Leyenda es su inmediatez narrativa: no hay espacios para el sentimentalismo más allá de la angustia y el recuerdo que provocan una vida tenebrosamente cotidiana (porqué Soy Leyenda también podría ser leída, esencialmente, como una novela sobre una repentina nueva vida monótona) ni tampoco para un clímax final: todo lo que podríamos llamar épico brilla por su ausencia. Como cualquier obra maestra, la tercera adaptación al cine que lleva su mismo título y tiene en el aburrido Francis Lawrence como su director (autor de Constantine un folletin postMatrix de resenmblaje noir más aburrido y lánguido que su material de partida, un estupendo tebeo que parecía un himno horror punk en sus mejores momentos). Que Romero se inspirara en Matheson no es ningún secreto: la lectura de Romero era por apócrifa maravillosa, y convirtió en acierto el cambio: el pesar existencial de Neville por el malestar político.

5 comentarios:

Francisco Ortiz dijo...

Muy buen texto, muy acertado en todo, muy revelador en todo. Y lo que dice sobre la frase hemingwayana, más. Un saludo.

Anónimo dijo...

No habia caido, Alvy, pero tiene toda la razon. Se nos hace dificil ahora mismo pensar en una obra de tematica "zombi" que no sea en cierto modo politica. Y la de Matheson no lo es, no.

Curioso tambien que la segunda adaptacion, la post-Romero, la de Charlton Heston, si que lo sea. Y mucho. Y hasta religiosa.

Matheson, a reivindicar, lo dire mil veces.

absence dijo...

Cierto y curioso lo de que no es política. Debo meditar al respecto.

J. Alvargonzález dijo...

Nunca me convenció "Soy leyenda", para mí los defectos sobrepasan las virtudes, pero tiene todo el mérito de ser un texto casi, o sin el casi, fundacional.

En "Cell", que estoy leyendo casualmente ahora, encuentro todo lo que me disgusta de King. Pero no me quejo: un señor le arranca a un perro la oreja de un mordisco.

Cómo coño voy a quejarme.

Me sigue dando lecciones en demasiadas cosas.

Libertino dijo...

Soy leyenda, uau.
Supongo que lo conocerán, pero si no es así prueben Juan Raro de Olaf Stapledon