sábado, febrero 16, 2008

El ingrediente de los sueños


“¡Oh, que esta sólida, demasiado sólida carne, pudiera derretirse, deshacerse y disolverse en rocío”
HAMLET


En Paprika de Satoshi Kon, los traumas tienen la interpretación de los sueños ligada a una sala de cineatográfo, nada autiana por cierto, y como en Mullholland Drive, la fémina es la personificación (y la resolución) del antagonismo entre luz y oscuridad. Partiendo del clásico esquema de pesadilla dickiano de penútlimas verdades y de dos tramas, que terminan por fundirse de una forma más onírica que convencional, Kon consigue reunir una serie de elementos e invocar un fascinante tejido en sus momentos clave llenos de surrealismo pop, ácido comentario social y momentos netamente pesadillesco: si, como dice uno de sus personajes, Paprika es “un sueño colectivo”, o sea una disección del inconsciente colectivo llena de guiños al pasado y al futuro. Incluso en su presentación más esquemática (la resolución del misterio central de la película, el que concierne al robo de los minipc para acceder a los cerebros) deviene anticonvencional (en una fusión de carácter lynchiano y, al fin, feminista) y ya presenta una escena de Nueva Carne dignísima con escena de sexo incluida. Por los pasillos de la memoria, las películas también pueden devenir experiencias traumáticas, dice Kon (que no evita lanzarse unas cuantas autorreferencias en su brillantísimo final) e invierte no sólo como punto de partida, sino como concepto mismo de la película la mentira que deviene verdad.

Así, con un uso del metalenguaje nada obvio, la historia noir del policía deviene en material fílmico añejo, la científica en busca de la resolución del misterio en una bizarra y clásica historia de amor y Paprika, el alter ego de la función, se disuelve como esa imposible figura de la que el detective se siente plenamente atraído, como al final conectado: no parece ninguna casualidad, más allá del trauma que le mueve como policía, que su entrada al cine sea el final de la película misma. También es una apuesta poética y personal de un director de una animación tradicional deliciosa por el placer de las salas, aunque sea con una película que no esquiva ni Internet ni el suicidio de ejectuvos japoneses como linda estampa de desfile carnavalesco. Una delicia.


PD:
Lástima que no hayan habilitado la web del Radio Club.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como alguien me dijo una vez "vi Paprika en sitgesianas condiciones" (XD), pero ni así se salvó.

Valoro más tu crítica ke la misma peli, ke si no recuerdo mal (y puedo recordar mal pq de Sitges hace ya un wevo y mis "condiciones sitgesianas" no eran muy enteras ke digamos XD) en su mismo afan egocéntrico de innovar se volvía un calco de la estructura de Akira, Ghost in The Shell y tantas otras adaptaciones de la animación de la pekeña a la gran pantalla (del palo: "la pantalla es mayor... tenemos más centímetros de celuloide... mmmmmm... ya lo tengo!ke haya ke salvar al mundo! XDD" ...brillante deducción ¬¬U).

Yo no la entendí (y orgulloso), pero es ke el background satoshikoniano necesario para sacarle una buena crítica la vuelve aún más egocéntrica si cabe.

Hasta una futura revisión me kedo con Tokyo Godfathers, Millenium Actress y las ideas ke no tuvieron espacio en estas y ke acabaron dando vida a Paranoia Agent.