Hoy sale a la venta Lucidity, juego al que Destructoid ha dedicado entrevistas tan gozosas como esta y al que la industria del hype le ha dado la espalda. Los patosos conocimientos de narrativa y estética del crítico son susceptibles de alergia.
Acabo de probar la demo y me parece excepcional. Aunque nadie se acuerda ya, yo todavía no he sacado de mis retinas Twice Upon a Time (1983) de John Korty, que produjo George Lucas y se convirtió en una gema para todos aquellos amantes de la animación cutout. No parece casual que LucasArts recoja el testigo y se lance con Lucidity, que en este panorama tan estimulante para el plataformas, parece un juego que es capaz de recoger una atrevidísima herencia estética y reformularla para unos tiempos en los que los videojuegos se dirigen hacia la alta cultura.
La generación de adultos ya tiene en Braid su plataformas metafísico definitivo, su proyecto que no sólo puede jugarse, sino también leerse, y LucasArts parece darle al público juvenil su merecido premio, recuperando la esencia del género, que no es otra que la del puro placer por explorar y divertirse. Uno diría que el gameplay de Lucidity es el feliz resultado de la aplicación del Tetris en un paisaje en continuo crecimiento, ideal corolario al imaginado por Korty y que nos propone unir un mapa, esta vez no de la memoria, exactamente, sino de las estrellas, de la imaginación, porque Lucidity, con sus imposibles paseos por el cielo y sus vaivenes por el escenario, es, ante todo, una honestísima reivindicación de la fábula como método para describir el mundo que da a su género nueva y fresquísima vida, a su medio una inesperada y gozosa experiencia estética y a todos las ganas de disfrutarlo entero.
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