domingo, junio 04, 2006

EL CÓDIGO DA VINCI: DESCIFRANDO AL BEST SELLER

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El Código Da Vinci , el superventas que he leído por gentileza de un amigo en apenas dos días, tiene que ser descifrado en el argot de los videojuegos para entender algo de su mensaje. En términos de dicho argot, se denomina casual al tipo de jugador que juega "muy de vez en cuando" y no tiene en su librería (digital o no) las correspondientes noticias acerca de videojuegos. En definitiva la gran mayoría de no seguidores. La novela de Dan Brown se inscribe pues en la correspondencia destinada a gente que rara vez coge un libro. Pero es algo exagerado. Así formular críticas literarias sobre el libro de Brown es como ponerse a hablar de champagne en un McDonald's. Vamos que esto no es serio porqué la novela es un producto industrial, y dentro de las novelas populares no brilla por luz propia.

Resulta muy simpática por un motivo: lo estúpida y absurda que es. Se toma Brown unos hallazgos estílisticos impresionantes. Creánme describir a las Tullerias parisinas como el equivalente al Central Park neoyorquino no tiene precio y anuncia el rigor intelectual de la novela de Brown: menos uno. Pero el lector habitual (o sea yo) se lo pasa pipa observando como le cuentan en formato de compleja trama un cuento detectivesco de una forma alarmantemente simple. En definitiva que cualquiera puede acercarse al libro porqué no puede resultar más sencillo.

Como exponente de novela popular pues la verdad es que no destaca pero entretiene exageradamente y hace pasar de página al más vago. El único gag destacable es El Enigma Sagrado el best seller de los años ochenta, donde según Leigh Teabing hay aspectos criticables, pero tiene una premisa muy buena. Ahí Brown hace su bromita autoconsciente para regocijo de los lectores más avanzados que vean el mensaje cifrado en formato de inteligente autocrítica y es que ni él mismo se toma muy en serio ¿Y han visto sus personajes? Creo que si algo es Brown es que cumple como un McDonald's: todos sabemos lo que vamos a comer. Y los personajes de esta novela son arquetipos. Esta sir Leigh Teabing un sir "en los tiempos de Elton John" (¿será Brown el incomprendido novelista de un lenguaje poéitco y pop?) que es el perfecto estereotipo inglés con su sentido del humor, Robert Langdon el "chico de Harvard" (¡!) , Sophie Neveu a la que sólo le falta decir Pagí para que nos enteremos que es la parisina guapetona, y Bezu Fache el duro e impertinente inspector francés. En definitiva la única molestia es que comparen esta novela con la de Ruiz Zafón cuando temáticamente no tienen absolutamente nada que ver. Si quieren ver comparaciones nada odiosas, sigan a Fresán.

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De la adaptación cinematográfica podría hablarles, sino fuera porqué me dormí a los veinte minutos y porqué decididamente Ron Howard no sabe distinguir entre lo que es adaptar a Dan Brown y adaptar literatura, y le da por poner grandilocuencia en su puesta en escena. En definitiva que se toma en serio su material de partida. Grave errror. Acierta solo en sus secundarios: Paul Bettany ; Ian McKellen (el mejor y con diferencia) y Alfred Molina. Su error histórico se deja entrever en sus dos protagonistas. Me consta que los que la vieron entera también sufrieron el mortal ataque de aburrimiento. El mejor final es el que se le da en el show de David Letterman.

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El otro aspecto del libro es que ha despertado la moda sectaria para que acabemos sobresaturados con los Templarios ; y su supuesta crítica a la Iglesia. Como dijo un sabio publicista: "que hablen de ti aunque sea mal". Lo que ha hecho Brown es montar una sabia campaña de publicidad de la Iglesia y el Opus Dei. Ya hay gente que a raíz de la novela a descubierto que era el Opus Dei, y ¡se ha unido! La crítica en si, en términos es tan light como inofensiva, podríamos decir que es absurda como pocas. De los bárbaros errores históricos y su amiguismo con el poder del Opus y de la Iglesia ni se habla, solo nos dicen que esconden un gran secreto y que cuatro obispos (del Opus) discrepan para guardarlo y son radicales en sus ideas. Ya ven ustedes ¡cuanta severidad crítica ha tenido el autor! Y es que poner como villanos a los del Vaticano y sus congrecaciones en la novela y en las que han venido (y vendrán) solo ha despertado en el público la.... ¿Simpatía por el Diablo?

2 comentarios:

Portnoy dijo...

Lo que me sorprende es la fragilidad de la memoria del lector pero ya hace unos cuantos años que Eco publicó El péndulo de Foucault, en el que se sostiene la tesis que cualquier teoría, por estúpida e infundada que sea tendrá éxito siempre que exista gente dispuesta a creerla. Lo que debemos preguntarno cuando vemos la desmedida repercusión de El código es por qué quieren (o queremos) creer las simplerías que se cuentan en el libro.
Kazantakis, premio Nobel de literatura ya noveló una verdad alternativa a la historia de Jesucristo. Su Cristo de nuevo crucificado sirvió de base a Scorsese para La última tentación de Cristo.
Sin embargo ni la novela, nilapelícula, ni la de Eco han tenido la repercusión mediática del bodrio de Dan Brown... ¿por qué ahora sí queremos creer en esas cosas?
Buscamos un enemigo y una salvación.
Una verdad absoluta que no existe.
En fin, saludos y olvidemos el tema...
(Pobre Audrey Tatoo)

amable dijo...

XD, me encanta tu manera de criticar el libro, de veras. Considero que la has clavado y me he reido mucho. Lo de sophie es verdad XD. Felicidades por el post.