lunes, noviembre 19, 2007

Yo y tú, libros de luto

El 21 de Octubre de 2005, Nacho Vigalondo escribía en su (abandonado) blog (el original) los pequeños consejos para jóvenes cortometrajistas. En realidad, su decálogo era una perversidad, llena de doble filo: no hacía más que describir una serie de tópicos, más que aconsejar sobre lo que no debe hacerse. Y en un acto de honestidad intachable, sentenciaba: Tu cortometraje a lo mejor es una puta mierda.

Si fuera una persona con una ingenuidad más convencida y fantasiosa, diría que al señor Verdú, en un enfrentamiento atroz con su directiva, no le dejaron incluir un imperativo similar en su artículo, y que se mantiene en su sofá tremendamente insatisfecho con el asunto. No lo soy, práctico el escepticismo, aunque no sea un buen alumno, trato de seguir adelante.

Como lo hiciera en su día BR Myers, y como lo hiciera Vigalondo, Verdú escribe un tractatus de doble filo. La diferencia es que el doble filo vigalondiano respondía a un gag rematado con un aforismo que podría haber sido tranquilamente todo el post y el de Myers desvelaba lo que no se dice: la idea que tiene su autor de la literatura. Así pues la novela actual, por usar terminología verduiana, es esto:

1. Algo que se adapta a otros medios.
2. Algo clasificado en diversos géneros, tales como la fantasía, la intriga o la ciencia ficción.
3. Algo que tiene estructuras comúnmente prefabricadas que llevan a un desenlace sorprendente.
4. Algo que no bebe, hoy en día, con ciertas excepciones, del impacto de la comunicación de los blogs.
5. Algo que obedece a la linealidad.
6. Algo que no tiene estética, que se basa en un lenguaje que busca atropelladamente pasar a la siguiente palabra.
7. Algo que no busca en el interior del uno mismo.
8. Algo que se ampara en la ficción.
9. Algo que se narra en la tercera persona del singular.
10. Algo que tiene un aire pomposo y trascendente.


El FNAC es, actualmente, uno de los establecimientos que gestionan la producción cultural mayoritaria de nuestros días. Si se dan un garbeo por él podrán sentarse y leer varias novelas. Encontrarán las secciones clasificadas tal que así, en dos grandes apartados: ediciones grandes y ediciones de bolsillo. Y en las subsecciones encontrarán nacionales, extranjeras, intriga, fantasía y ensayo. Si se miran detenidamente algunas portadas observarán que se matiza su adaptación al cine o que se trata de un spinoff de una serie de televisión (Perdidos) o de novelas basadas en videojuegos (hay novelas que continúan la saga de Halo, por ejemplo). Si uno coje, al azar, una novela nacional quizá se encuentre con Ernesto Sábato y una extranjera, con Jonathan Littell. Rodrigo Fresán dijo: la literatura no está en crisis, son los best sellers los que lo están.

Pero ello no impide que Robert Ludlum practicara la entropía narrativa, que Richard Bachman fuera un experimental con todas las de la ley o que El espía perfecto de John Le Carré fuera considerada por Philip Roth “la mejor novela en inglés tras la segunda guerra mundial”. Yo nunca he tenido un problema espacial (y especial) con la ignorancia, mi queja siempre reside en el crédito que se le da, me parece que eso es, posiblemente, el único gran mal cultural que existe. Verdú da crédito a la vista generalizada de las grandes superfícies como Estado de la Novela Actual y olvida que autores como Julían Ríos, Eloy Fernández Porta o incluso Ray Loriga han practicado un experimentalismo que no tiene ninguna relación ni necesita ningún tipo de manual para principiantes.

2 comentarios:

Ryu_gon dijo...

Para que después algunos digan que la cultura sólo está al alcance de unos pocos...lo que hay que oír.

elpablo dijo...

cuchi, alvy, has comentao ya algo de las benévolas?