Norman Mailer no volverá a golpear más en los diarios: su muerte es otro paso en el entierro de esa generación de escritores (pienso en Truman Capote, pienso en Tom Wolfe) que tejieron su grandeza novelística en su vida pública, en esa sucesión de anécdotas. Pero si Capote parecía tener muchas y variadas excusas (entre ellas unos cuentos deliciosos y una cosita llamada A sangre fría y un montón de plegarias por atender), Wolfe tuvo su subidón de LSD siendo un moralista (Wolfe es en realidad el verdadero trasunto de Oliver Stone: comparten ambos un gusto por la droga y el moralismo casi crónico) pero en cambio Mailer... esto... ¿Mailer?
Los Desnudos y los Muertos es una BUENA novela sobre la segunda guerra mundial, pero en definitiva no deja de ser una coda, bastante modesta si nos lo tomamos seriamente, al lado de Adiós a las armas. Lo que nos queda, al margen del anecdotario de Mailer es América, un excelente e interesantísimo libro que reúne lo que Mailer intentó hacer, ya sea biografiando (Picasso o Marilyn no parecen elecciones al azar) o ficcionalizando (su último novelón, lo digo en un sentido descriptivo, es sobre Hitler): una crónica del siglo XX. Y ruidoso y activista él lo consiguió reuniendo todos estos ensayos: empiezan con la presencia de Ali en ese mítico combate y terminan con una defensa a ultranza de American Psycho. ¡No me digan que no es bello!
Los Desnudos y los Muertos es una BUENA novela sobre la segunda guerra mundial, pero en definitiva no deja de ser una coda, bastante modesta si nos lo tomamos seriamente, al lado de Adiós a las armas. Lo que nos queda, al margen del anecdotario de Mailer es América, un excelente e interesantísimo libro que reúne lo que Mailer intentó hacer, ya sea biografiando (Picasso o Marilyn no parecen elecciones al azar) o ficcionalizando (su último novelón, lo digo en un sentido descriptivo, es sobre Hitler): una crónica del siglo XX. Y ruidoso y activista él lo consiguió reuniendo todos estos ensayos: empiezan con la presencia de Ali en ese mítico combate y terminan con una defensa a ultranza de American Psycho. ¡No me digan que no es bello!
Reconozco que no he leído El Fantasma de Harlot, que Dead Can't Dance me parece una novela alucinógena y negra muy divertida, y que The Executioner's Song está muy bien, pero no hay nada de LITERATURA. A pesar de ello, lamento su pérdida. El bueno de Mailer, al que hace dos días leía en el Cultural, sus entrañables gruñidos propios de un izquierdista old school como era nos deja un legado público, mejor que cualquier otra ficción. Pensemos bien en el chiste de Woody Allen en El Dormilón, recordado estos días por todos los diarios, legó su ego a la Facultad de Medicina de Harvard. Mailer se creó a si mismo, y no podía ser otra cosa que una invención. Y para las letras queda la maravillosa América, escrita con una preclaridad envidiable propia del testigo audaz.
5 comentarios:
Pues de los mejores obituarios que he leído de Mailer estos días (genial acordarse de la cita alleniana). El grueso del siglo XX cada vez se nos escurre más de las manos.
No hacía gran literatura, pero creo que era un buen polemista político. Más allá de sus intenciones, creo que es injusto medirle por un baremo que no le concierne, supo mantenerse en una posición de periodista que de vez en cuando tomaba la literatura como instrumento (no como fin).
En ese sentido, Wolfe si es mucho más digno de crítica, porque si completó el transfuguismo, si pretendió hacer "gran literatura" y si procuró abjurar de todas sus virtudes periodísticas y adoptar el fárrago de modo definitivo.
Mycroft su crítica no sólo es generosa sino justa. Pero oiga no me diga que el tío no se apuntó al carro como Wolfe. Recojo esta declaración de Mailer, a ver que me dice:
"“porque ya no leo a los buenos escritores, me ponen nervioso, me hacen pensar en demasiadas cosas al mismo tiempo... Supongo que vamos quedando pocos. Ahí estamos: Roth, Updike, Pynchon y yo. ¿Quién es el mejor?"
Yo voto por Roth. Hace reír, y mucho más...
A lo que me refiero es que la obra de Wolfe si transpira una ambición de ser el Dickens del siglo XX, mientras que Mailer tenía un concepto muy alto de sí mismo, pero eso no se filtraba tanto a su obra.
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