Y ahora con Grayson, claro. Robin Año Uno es basicamente Frank Miller con un acento deliciosamente teenager. El tratamiento de Dos Caras como un asesino oscuro es absolutamente brillante y la historia de amor cláisca del adolescente incomprendido es magnífica. También se hace un gran uso de Batman y Gordon, todos modelados después del Año Uno y de sus conversaciones oscuras, lejanas focalizadas en como Robin percibe la acción. Lo más desconcertante del tebeo de Dixon es que el verdadero mito es el murciélago nunca Robin adquiere dimensión heroica. Más bien es la historia de cómo uno logra convertirse en aventurero. Es un tebeo siniestro, lleno de humor y matices que sorprenderá a los fans más ortodoxos de Miller y supondrá un goce para los amantes de los contraplanos heterodoxos e imaginativos.
Nightwing: Año Uno es bastante peor, pero ello no impide que sea un tebeo 100% Dixon con Blüdhaven, esa Jersey vecina de Gotham que fue creada por el guionista y por su dibujante habitual, Scott McDaniels. El ritmo del tebeo avanza muy desvalazado: empieza muy bien, adaptándose a los tiempos postCrisis con Superman contando la leyenda de Kandor y con, sorpresa, Deadman prestándole el traje a Dick Grayson. El clímax final, por ejemplo, es un desastre que desaprovecha y tira, otra vez, de villanos como Dos Caras y Clayface. Es loable el intento de Dixon por rescatar a Jason Todd del olvido y darle un tono más competitivo, más cool, aunque eso ya abunda últimamente en DC con las tramas folletinescas de Red Hood y demás. En definitiva mientras que Robin: Año Uno es un tebeo raro y divertido, Nightwing sólo funciona en su aventura tres números, pese a tener un arranque del todo desdeñable e increíble.
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