Cuando Eisenstein habló de los usos del montaje fílmico estaba en realidad describiéndose a si mismo. Podríamos achacar esos usos en Eisenstein como pioneros, sin duda, pero también podríamos hablar que Eisenstein nunca tuvo una conciencia del montaje global. De su famosa escena de las escaleras de Odessa en El acorazado Potemkin, la parte más interesante (aunque no la más expresiva) está en la toma más larga, la que enfoca a la madre con su hijo subiendo la escalera. Es un momento clave porque el soviético consigue al fin expresar una emoción a través de todo el lenguaje, sin renegar de su valiosa aportación, con una pureza sin igual. La guerra y la madre herida. Tal vez debiera haber sido ese el argumento de su película.
Brian De Palma a mi juicio supo extraer de su lectura de Eisenstein una valiosa lección: al prodigio técnico del cine solo cabe desearle un lenguaje poderoso. Su tiroteo en la estación relee la escena en sus claves más conseguidas: la madre, el niño y la inocencia en juego. Es además una escena que mantiene una relación poderosa con el resto del metraje porque en la película ya muere un niño, entregando un paquete. Los Intocables está construida sobre la idea de la brutalidad y DePalma tuvo la ambición de superar a Eisenstein en sus mismas herramientas, pero además definirle maestro, de un cierto logro.
Con motivo de su remake clónico Michael Haneke declaraba que Asesinos Natos era una película que no funcionaba porque usaba una estética fascista. En casi todas las conversaciones asentimos en que Haneke estaba equivocado, era un moralista o demás lugar común de lo que apriorísticamente podría ser considerado una provocación. Pero Haneke en realidad estaba hablando de la importancia del lenguaje y es algo que nadie se ha planteado a la hora de evaluar a Oliver Stone. El cineasta norteamericano ha usado en toda su filmografía formatos cercanos a la propaganda fílmica o incluso a las adscripciones genéricas sólo para llegar al sitio dónde pretende. Asesinos Natos es una película contaminada, en el sentido que le dio Steiner a Años de Perro, porque asume que algo ha ocurrido. Haneke quiere reflexionar siempre sobre los límites de la imagen desde el fuera de plano. Pero ¿acaso no es su recurso del rebobinado una pirueta inteligentísima de un calado similar al de Stone? Haneke en realidad cree que la pirueta narrativa del rewind es propia de sus criminales y la intención de Stone de, por ejemplo, convertir un caso de pedofilia en una sitcom es puramente de Stone. O sea que el problema que tiene Haneke es con la decisión de Stone de delatarse narrador en todo momento.
2 comentarios:
Sin embargo, Haneke tambien se delata narrador continuamente. De hecho, es muy explícito su propia participación constante tanto en las dos Funny Games como Caché.
Lo que le pasa a Haneke es que él nos quiere encandilar con un efecto por película (lo que cierto cineasta amigo y yo denominamos, sin ningún rubor, "El momento Haneke"), mientras Stone quiere un efecto por secuencia... y a veces por plano.
Vengo a tu blog a través de la polemica abierta a proposito de tu critica de los libros de JCM.
Aprovecho mi visita para hacerte llegar también mi identidad en la blogsfera. Saludos.
EC
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