A propósito de Schimdt
(About Schmidt, 2002 )
D.: Alexander Payne.
G.: Alexander Payne y Jim Taylor según la novela de Louis Begley.
I.: Jack Nicholson, Hope Davis, Dermot Mulroney, Kathy Bates, Howard Hesseman, Len Carioub, June Squibb.
Duración.: 120 minutos. Color.
La primera odisea de Alexander Payne, el director de unas de las comedias negras de instituto más reivindicables de los últimos años (o sea, Election), empezó a adueñarse de la road movie como excusa genérica ideal para trazar retratos de personajes que flotan entre la desolación y la simpatía. Gente, en definitiva terriblemente mediocre y cercana sin coartadas realistas.
La virtud de Payne para su odisea es, como confirmaría yo con su siguiente film, saber escoger muy bien a sus protagonistas. Conociendo al gran Jack Nicholson le regala un papel que requiere sutilidad y no sus habituales excesos, y conociendo a Dermot Mulroney lo sitúa agradablemente a bastantes estratosferas del galán insulso de cintas tipo La boda de mi mejor amigo. Y conociendo a Kathy Bates le regala otro de esos roles impresionantes que sólo ella parece calcar. Además está Hope Davis una actriz que careciendo totalmente de glamour borda perfectamente el registro agridulce (American Splendor, El hombre del tiempo).
“A posteriori” Jim Jarsmusch con sus Flores Rotas heredaría una de las características más sagaces de la cinta de Payne: el convertir el viaje existencial en una mera excusa y no permitir al público que se salga con la suya, dibujando a su rol central como un completo fracasado y anulando el significado previsible de la enésima travesía de autodescubrimiento y redención. Si que parece haber redención para nuestro peculiar protagonista, Warren Schmidt, pero no se resuelve en arreglar todos aquellos errores del pasado (aunque peor será para el Don Juan Bob Harris) sino en revalorizar su vida dando importancia y vida a la de los otros.
Moviéndose astutamente en la débil frontera de la carcajada fácil y la lágrima fácil Payne firma una modélica tragicomedia que hace que ansiemos un poquito más lo que será el retazo final a su trilogía: Nebraska (el título menciona todo, y dicho sea de paso son esos los paisajes de esta epopeya) otra “aparente road movie” esta vez en blanco y negro y con una relación paternofilial como tema de viaje. No cabe esperar de este cineasta obras puramente maestras todavía, ya que es fácil caer tan perdido como su protagonista y parece fácil para cualquier otro director perder la perfecta brújula que guía la narración durante un par de instantes, sin embargo los resultados son mesurados.
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