En las historias de asesinos cinematográficos parece latir un simbolismo que al final deviene en metáfora. Lo que hizo tan bien Alex de la Iglesia en Mirindas Asesinas fue un asesinato al que sólo es comparable Henry de McNaughton: eliminar cualquier atisbo metafórico en su peculiar antihéroe protagonista, obsesivo con el lenguaje y asesino por las metáforas, dichosas. Todo esto en un corto con un título, naturalmente, construido a partir de una metáfora. Es perfecto su final: el llanto desconsolado ante como la vicotira se produce casi siempre desde la inconsciencia al terror. Casi una apología de lo coloquial insinuó De La Iglesia en este corto en el que expresionismo y esperpento se funden con una naturalidad envidiable.
lunes, septiembre 29, 2008
La muerte de la Metáfora
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1 comentario:
Mirindas asesinas. ¡Qué grandes recuerdos!
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