domingo, diciembre 17, 2006

TOO MUCH COOL

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Lo sé, sé que tocaba Madeleine Peyroux y su nuevo (y maravilloso) álbum, pero déjenme antes de que me de por reincidir en los múltiples pareados de adjetivos superlativos, hablarles de la más clara decepción del vocalese jazzístico. Y espero no darlo por perdido.

Rara vez la fecha de salida de un disco me ha importado: pero es que el último álbum de Rebekka Bakken no sólo se lanza a la previsibilidad más absoluta sino que se ha convertido en una estafa sin preaviso, como si Diana Krall no avisara en sus álbumes que se trata de una reinterpretación más (y por tanto prescindible) del songbook navideño.


El verdadero problema es que esta chica tiene dos buenos álbumes en su haber que la alejaron de Norah Jones ha realizado con este nuevo álbum I keep my cool un (no)giro (de cierto paralelismo norahjonesiano) decepcionante.: no sólo ha perdido ese sonido envolvente de balada intimista heredero de la mejor Joni Mitchell (pero con personalidad, oye) y merecedor de las consabidas comparaciones y futurible esperanza del maltrecho y clicheico popjazz para caer en este álbum en lo peor que se puede esperar de un título así: fusiones con el funk de lo más convencionales, sonido facilón y nada envolvente (una esperable repetición de aciertos que no es tal porqué la pereza parece notarse), y carencia de fuerza en sus proposiciones baladísticas como si se tratara de otra Rickie Lee Jones al uso (buaf!).

El clímax de canciones como Innocence en su trabajo anterior se pierden por propuestas tan fáciles y poco atractivas como Any pretty girl (uno de sus temas más machaconamente rickiellesjoniano), fáciles buscadas de clímax como Everything can change y pequeños destellos intermitentes en Bring me new stars. El insulso tono de ballad esperanzada empaña una propuesta por parte de una vocalista que carece del verdadero feeling para cantar un blues como era Hard to be a loser, todos ellos parecen muy buenas repeticiones de lo mejor de sus dos álbumes (pero aumentadas en un sentido emotivo casi inexplicable).

I keep my cool es un album que acaricia los oídos con una enorme indiferencia, su resultado es tan prescindible como cualquier otro disco de la última etapa de Krall, y cae en la autocomplaciencia de no explorar más que los caminos ya permitidos por el puro mainstream y en la maldición fashionable de su muy evocador palabro que redondea su título. Revestir de elegancia un sonido tan puro como los blues siempre fue algo si quieren muy sophisticated pero carente de todo el corazón y sudor que ello conlleva. De hecho en la portada, la bellísima Bakken resume su interior: pura pose arrebatadoramente bella pero efímera y sin verdadero calado más allá de lo estético del blanco y negro.

Espero que la Bakken no se confunda y recupere el pulso en sus próximos trabajos: tiene un impresionante debut y una continuación a la altura, que no es poco, que la acreditan para estar en mi lista de mis más admiradas, capaz de hacer canciones tan poderosas como su mirada glacua.

3 comentarios:

Luis López dijo...

Muy interesante, lo tendré en cuenta. Gracias.

Anónimo dijo...

Tus observaciones como siempre muy acertadas.
Gracias!
Hacen falta + personas como tu :-)

Enrique Ortiz dijo...

qué dos magníficas reseñas musicales, Sr. Alvy. Le había echado el ojo al de Corinne Bailey y te agradezco tu observación.