martes, septiembre 20, 2022

El cine en dos veranos

 2021

 Ya no hay pandemia porque le hemos añadido un post delante y una vacunación detrás (y en el sistema de obligaciones excepcionalistas y a las guerras culturales, omnipresentes). Así que el verano comienza con los dulces cantos de la regresión y termina con los marchitos sabores de la sumisión: ni la vacunación es tan rápida, ni las cosas mejoran tan fácilmente, pero el caso es que, en efecto, nos hemos vacunado y ahora parece que somos un poco menos cenizos.



 Un lugar tranquilo - Parte 2 (2021, John Krasinski) 

A la gente le gusta el verano porque hay películas esperadas y el estudio que ha lanzado con mayor timidez su servicio de streaming, Paramount, ha lanzado la nueva película del chico de la oficina, John Krasinski, cuyas ambiciones de director parecen más laureadas que confirmadas. Para quien no se acuerde, la primera película trataba de una familia sobreviviendo a unos alienígenas que, en feliz rima con la hija con diversidad funcional (auditiva), se guían por el ruido mientras someten al planeta entero.

Con un elegante y sencillo prólogo, esta segunda parte recuerda bastante a las películas del joven Spielberg, con un partido de béisbol sirviendo como algo tan arquetípicamente estadounidense que resulta extrañamente familiar. Enseguida volvemos adonde terminó la película anterior y en montajes paralelos, seguiremos una vía del tren y una presa. La hija sorda es esta vez heroína y se reencuentra con un viejo conocida para ella, pero que hábilmente nos han presentado en el prólogo. Y la madre descubre las ventajas de una escopeta. La película conforme avanza se convierte en una historia de pioneros, una suerte de western post-apocalíptico donde la vía del tren conduce a un campamento-esperanzador. Hay una concisión narrativa admirable, con pocas tramas psicologistas y más situaciones de peligro: una extraña sensación de serial y de cine. El clímax final es un sencillísimo montaje paralelo, más eficiente que el de la anterior, más logrado y emocionante por lo modesto de las amenazas. Esta es una película en más de un sentido primitiva y por eso mismo, agradecida a la sala: su delicioso montaje de sonido explica bien lo comunal de la experiencia.

F9 (2021, Justin Lin)

Son rápidos, pero apenas están ya furiosos. Vin Diesel evoca a la familia que lo mismo le antagoniza (esta vez es John Cena) como le salva, ya sea la propia (Michelle Rodríguez) o la ajena (Helen Mirren). Hay cameos en los poscréditos. Y Ludacris dice "from the ghetto to the space". En el prólogo, hay otra película posible, más de cine negro de toda la vida, con dos hermanos y la pérdida de un padre delincuente que les persigue y define, pero apenas guarda relación con las chifladas epopeyas macarrito-bondianas que necesita el estudio para seguir adelante.

The Tomorrow War (2021, Chris McKay)

A última hora Paramount cambia de opinión y la vende a Amazon Prime, que la promociona en todas las televisiones, sabedoras de que la pandemia ha desincentivado al sudeuropeo medio a acudir a las salas con regularidad. Es contenido, no una película, hecho de otras películas, todas mejores.

Fear Street (2021, Leigh Janiak)

Las lanza Netflix cada semana, como películas de televisión del viernes. No tienen la mayor importancia. Hay tres de ellas, en la primera suena Marco Beltrami autoplagiándose las melodías que empleó en Scream, en la segunda temas de los 70 que nunca sonaron ni definieron a Viernes 13 y en la tercera hay brujas. Lo mejor que se puede decir de ellas es que semejan a leer libros de RL Stine en una biblioteca escolar; lo peor es que no hay ritmo siempre y son un poquito menos divertidas de lo que deberían.

Old (2021, M. Night Shyamalan)

Igual que el modelo de exhibición en salas, castigado ese año por Wall Street y sus infames predictores y cronistas, Universal es ahora un estudio viejo con una convicción rarísima en que las películas sean algo más que franquicias de propiedades intelectuales. Por eso mismo, se agarra a las que tiene - los dinosaurios, minions y coches rápidos son para el verano y los viejos monstruos del terror de los 70 para el otoño - pero estrena con semejantes medios publicitarios otras que no necesariamente lo serán (habrá quien argumente porque el director es una marca o algo así). El caso es que esta película de Shyamalan tiene el honor de ser la primera metáfora clara de la pandemia: una playa-resort de vacaciones que envejece a quienes acuden a ella rápida e inevitablemente....que quizás esconda un secreto aún más siniestro. La película es un fracaso hermoso, con sus reiteraciones estilísticas, una pareja protagonista en un registro camp y sus adustas preocupaciones hollywoodienses (como la frivolidad de las influencers), pero tiene también una pasión, en ocasiones chiflada, en su interior que no es otra cosa que el miedo del cineasta a morir solo sin los demás. Es una película francamente mala, pero honrada. La clase de error que ha desaparecido del cine de los grandes estudios, fruto de la falta de cálculo y no de su exceso.

The Suicide Squad (2021, James Gunn)

La sala en la que vi esta película está abarrotada pese a que será un fracaso en taquilla. No solo el tiempo es relativo también el espacio: España será el único país donde funcione bien este mamotreto, secuela y relanzamiento de una película anterior. Todo lo que está mal del cine de superhéroes aparece bien resumido aquí: el repugnante humor del Deadpool cinematográfico, la estupidez de mensaje/sátira donde solo hay cinismo para reproducir el peor corporativismo, la reproducción más o menos exacta de la película anterior con mínimas diferencias que los propios voceros de turnos se encargan de exagerar....y una secuencia donde Margot Robbie, que interpreta a Harley Quinn, ve pajaritos donde hay violencia descarnada. También me gusta ver a los tipos bailar ebrios antes de su misión...pero definitivamente, uno puede volver a John Ostrander para divertirse y prescindir de esto.

Shang Chi (2021, Dustin Daniel Cretton)

Al menos Tony Leung sigue siendo inmenso porque lo que empieza siendo una cosa y luego otra y luego otra es solo un presagio de lo que será el MCU en adelante: un tostón rutinario al que asistir impávido mientras las redes sociales simulan una guerra cultural con el lenguaje sensacionalista de Fox News.  

El caso es que el prólogo tiene una cierta claridad expositiva y luego todo deviene en un pastiche de Black Panther (2018) con el anime de Dragon Ball. Podemos mirar estas páginas de Moench y Gulacy para disfrutar lo que hacía de los cómics, bueno, cómics.

2022

Ya no hay pandemia pero el cine ha muerto, al menos en las salas. En Navidades todo el mundo fue a ver una reunión del arácnido pero nadie da por bueno el verano, todo el mundo está viajando porque hay inflación y una terrible guerra en Europa que aumentará los problemas ya existentes. La palabra FOMO (Fear Of Missing Out) que podríamos traducir como MAPA (Miedo A Perderse Algo) pone muchas post-adolescencias en el disparadero, pero el mundo está, sencillamente, cansado y quebrantado en ciertas zonas del sur de Europa.

Dr Extraño y el multiverso de la locura (2022, Sam Raimi)

A estas alturas de las propiedades intelectuales, damos por buena una imitación briosa de Indiana Jones y el templo perdido con moraleja sobre elegir el mejor de los tiempos presentes: a nadie le cabe duda de que con un futuro tan pesimista y un verano que será caluroso e interminable, toca algo de optimismo, hasta para el narcisista hechicero Stephen Extraño, ahora enfrentado a la amenaza de una Bruja Malvada de Oz que interpreta Elizabeth Olsen. Todo está mal hasta que sorprendentemente está bien, en los últimos cuarenta minutos.

Top Gun: Maverick (2022, Joseph Kosinski)

A nadie se le escapa que la primera escena no trata de lo que muestra: un piloto intentando alcanzar el nivel más alto para que no sustituyan su programa por otro de drones. En realidad, esa escena trata de lo que está pasando en el cine (y a los cines): están siendo enterrados por el algoritmo casero, promocionado por cantamañanas y Tom Cruise es su última esperanza. ¿Y en qué consiste esa última esperanza? En la repetición de una pieza de propaganda ochentera, sin demasiado interés ni fervor ya, pero muy bien rodada y fantásticamente sencillita en su premisa, sin demasiados psicologismos. Val Kilmer aparece para una emotiva despedida, la misión se cumple con éxito pese a los imprevistos y la película arrasa en taquilla. 

La función es emotiva porque además del tráiler de la enésima entrega de Misión Imposible, Cruise da la bienvenida a la gente a la sala del cine. Se sepa o se finja custodio hay algo increíblemente noble en su gesto y en su promesa de que "siempre hace películas para la pantalla más gigante".

Jurassic Park: Dominion (2022, Colin Trevorrow)

También yo me pregunté qué hacía viendo la película, pero fue divertido ver a Jeff Goldblum decir en voz alta lo que ya exhausta pensaba toda la sala.

Thor: Love and Thunder (2022, Taika Waititi)

Es contenido, no es cine, por eso es inane, está mal rodada, es estúpida y el menor de los problemas es lo que se vende como polémica: es inocua, mediocre, gris, una auténtica muerte de la imaginación.

La isla de Bergman (2021, Mia Hansen-Love)

Es la película del verano, por eso termina cuando se acaba el rodaje y quizás probablemente, el verano. Es una obra maestra llena de delicadeza y por eso la veo dos veces.



Delante de ti (2022, Hong Sang-Soo)

Una obra maestra sin importancia. Una actriz vuelve para ver a su hermana y reunirse con un cineasta, con un presunto proyecto y oportunidad profesional para ella. Hong Sang-Soo, surcoreano neurótico que rueda cada vez más películas, con menos medios de producción y más deprisa, viene de presentar en el festival de Cannes la tercera de 2022, The novelist's film. Sus películas, como si de un juego wittgensteinano se tratara, tienen además unas reglas muy férreas que permiten a sus espectadores entenderlas (o jugar). Tenemos losmovimientos de cámara limitados (sobre el eje) y zooms como rasgos de estilo. Además, presentan algunos malabares temporales o narrativos y hay una serie de momentos ya típicos de su cine, sean flirteos o sean borracheras tras copiosas comidas, algo que también ha desaparecido. En gran medida, todo aquí aparece sin demasiado instinto juguetón, como si el cineasta quisiera que fijáramos la mirada, con el mismo empeño que su protagonista, que busca algo de fe por razones que ni siquiera ahora conviene desvelar. Ver el mundo recién pintado se oía en una canción, hace años, en la radio, y no parece nada fácil ahora rodar una película sobre una mujer con sueños, delante de nosotros.



Bullet Train (2022, David Leitch)

El ampuloso éxito de Top Gun inspira equívocos diagnósticos, siendo el más falaz que Tom Cruise es la última estrella de cine. Sin dudar de su taquillero e ingenioso regreso, y de que ha vuelto ya a hacer acrobacias de espía imposible, es Brad Pitt quien merece ese título, si descontamos a Leonardo DiCaprio. Interpretando a un criminal de poca monta, infeliz por su mala suerte, en un guión, obvia imitación de obras mejores de Guy Ritchie o Tarantino (que le sacaron un partido inédito), rellenaprogramas pero visualmente bien visible gracias a que su antiguo doble de acción y especialista, ahora cineasta, David Leitch al menos permite ver a los personajes en cámara, como bien dijo el sabio Yago París. Agatha Christie y el neonoir de los 90 se dan cita en un tren. No pasa nada relevante, excepto un buen rato, lejos del calor, y Pitt, bien acompañado por Sandra Bullock, que le devuelve el favor de La Ciudad Perdida, está luminoso, carismático y divertido. Hacen falta, quizás, más películas sin mucha importancia para que el cine viva algo más (en salas).

Nope (2022, Jordan Peele)

Las distribuidoras españolas la estrenan con más de un mes de retraso, fieles a la tradición de los españoles de descargarse películas una vez han aparecido en el mercado del VOD americano y son ripeables, pero la tercera película de Jordan Peele, de Universal, es un deleite ambicioso, extrañísimo, repleto de texturas y con una ambición perturbadora. Todo está hecho de duplicidades - como en la última película de Tarantino - y de sobreentendidos y, al mismo tiempo, su argumento es sorprendentemente sencillo, sin las excesivas complicaciones de la moda. A fin de cuentas, estamos otra vez de vuelta al western, esta vez con un relato de pioneros y ganado mezclado con una historia de invasiones alienígenas de ciencia ficción. Naturalmente, es también una película sobre Hollywood, sobre la extinción y sobre aquello que escapa de nuestra voluntad o lo que puede (moderadamente) ser entendido y gobernado parcialmente por ella. Es una película extraña, visualmente apabullante y misteriosa.

domingo, septiembre 11, 2022

Sobre la importancia

La escena transcurre así: yo veo por vez primera una producción de Hollywood de los 90, basada en los superventas judiciales del especialista John Grisham, con fascinación en VHS en casa de una amiga de mi madre. Ahí estoy yo, admirando un repartazo que con las marchas forzadas del doblaje, no puedo reconocer y sin embargo, me parece ya puramente carismático y siguiendo una trama repleta de giros pero cuyo contexto social y racial ni siquiera empiezo a vislumbrar. Las películas median, pero, en ocasiones, mediar significa también oscurecer. La película se llama The Chamber (1996) y el consenso crítico es bien sencillo. No es gran cosa, aunque tiene una media hora inicial llena de una inteligencia modesta que se ha perdido ya. Gene Hackman, que interpreta al reo a punto de ser ejecutado por un atentado terrorista que acabó también con la vida de unos niños, encuentra una oportunidad de salvarse en su sobrino (Chris O'Donnell) que además es un abogado brillante, de los que tanto le gustan a Grisham. La película la dirigió otro de esos cineastas deglutidos por el temible Hollywood de los 90, James Foley, que venía de realizar competentemente la versión cinematográfica de Glengarry Glenn Ross. Rodada en widescreen, da gusto ver el trabajo de localizaciones y cómo el protagonista se adentra en los secretos del sur que son también, en la oportuna metonimia, los de su família y los que separaron a su padre, que se suicidó, de su tío, que jamás mostró arrepentimiento de los crímenes cometidos. La película la escribió William Goldman y por lo que sabemos, lo cuenta en su segundo volumen de memorias, terminó a disgusto con el resultado. Es fácil verlo porque conforme avanza la trama, todo se hace muy forzado y ninguna caracterización es convincente. Ni siquiera el propio escritor de la novela superventas está demasiado contento pues admite que se apresuró. Y sin embargo, hay algo maravilloso de ver en la película. Quizás es la memorable interpretación de Faye Dunaway como la reinventada hija del asesino, ahora respetada socialité. Quizás es porque esos mismos instintos trash son explorados por la película sin ambición pero con una rara (e inconsciente) pulsión de lucha de clases: todo el tiempo, el conflicto racial aparece enmarcado en antagonismos económicos y libidinales, hay algo tremebundo. Eso no justifica la memoria o siquiera da razón de su importancia. Enfrentado a escenas fantásticas, como la del amanecer anhelado por el reo, Foley torpedea las escenas ¡y de qué manera! Enfrentado a un poderoso flashback, una suerte de trauma fundacional, Foley emplea los trucos más sensacionalistas y baratos del cine ¡y estamos hablando del subgénero fundado en cosas como El Cliente (1994) de Joel Schumacher! Sin embargo, esta clase de películas, sin mayor importancia, forman parte no meramente de una memoria sentimental (todos tenemos una y en la mía hay muchas pelis además de esta) sino también de una forma de vivir el cine más cotidiana, y frecuentemente negada, que no debe desdeñarse. Esta película termina prontisimo pero Gene Hackman está fantástico en todas las escenas, generalmente entre malas y mediocres, que le tocan a partir del segundo acto. Su interpretación es tan magnífica que ni siquiera parece un esfuerzo concreto por dar al personaje del asesino-con-motivos una motivación grandilocuente o precisamente, dar a la película....importancia. Es un trabajo profesional. 

 ¿Adónde han ido las películas sin importancia? Hablemos de donde van algunas de las importantes. 


Metrópolis (1927) es una película de cuya importancia es imposible escapar. La película de Fritz Lang es tan importante que nos lo recuerda a cada plano. Mirad, así se inventó este cine hecho de dirección de arte y efectos especiales. Oh, sabéis esas historias que atribuistéis a Tim Burton, Terry Gilliam y compañía....empezó todo aquí. Es fácil enamorarse de la película porque da motivos para ello. Pero verla en el contexto de la filmografía de Fritz Lang, disfrutada cronológicamente en la medida de lo posible, no la beneficia. La importancia de la película aparece para relativizarse en el poderío de Lang ¿a quien le interesa una película de sencillos duplicados y paralelismos? ¿por qué la película es tan ingenua y a ratos tan exaltada en contra de lo que sugieren sus ambiciones y representaciones? ¿y el segundo acto, tan deliciosamente revolucionario, qué hace con la dramaturgia? En fin, la importancia puede ser también un precio altísimo para las películas. En concreto, la importancia aparece como algo tan valioso como cerrado para nosotros: es una garante de una continuidad que no alberga tantos secretos para nosotros. El Lang que descubre el mito de los Nibelungos es el Lang que trabaja con el escalado de los planos para alzar un universo de dioses: juegos con los decorados y el color dan paso a auténticas escenas-revelación de amor, lucha y muerte. El Lang de Metrópolis es apenas un maestro consagrado, totalmente importante para todo lo que vino después (y vendrá, sin lugar a dudas). Pero precisamente es la susodicha importancia la que crea un cine fuera de toda dudas que nos deja a ratos a una distancia incómoda, con poco que replantear como espectadores.